La Loca de la Familia 

Por: Alejandra Gómez Macchia / @negramacchia 

¡Esto se vuelve un caos! El mundo colapsa cuando las redes de internet fallan. Hay ataques de pánico y de ansiedad. Aumentan los robos y ni siquiera uno puede remitirse al ring por excelencia, donde dar madrazos es lo único que calma a las fieras, es decir, no hay Twitter.

¡Simplemente es espantoso! Los amantes no pueden terminar de ponerse de acuerdo en qué motel fornicar. Las madres del comité escolar no pueden rumiar sus frustraciones sexuales con las amigas por medio de cadenas y memes obscenos que se envían en Whatsapp.

¡Terrible! ¿Y qué hacían los rucos cuando no tenían internet?, preguntan los millennials, mientras esperan que la señal vuelva y no se les ocurre que en ese “tiempo fuera” podrían practicar la masturbación en caso de que no les entre la letra ni con sangre. ¡Fatal! ¿Cómo vamos a subir nuestra información?, dicen los editores en las redacciones del periódico.

¡Estamos fritos! ¿Y si no vuelve? ¿En dónde vamos a ligar ahora? Ya hemos perdido la capacidad de cortejo face to face, aparte no me veo tan cool ni tan hot en vivo como en mi foto amañada de perfil. ¡Garrafal! ¡Pinche Carlos Slim!, ¿para eso eres uno de los hombres más ricos? ¿Para no tener la vara alta y resolvernos el problema en dos patadas? Carajo.

Perdí el norte en mi GPS y ahora no sé cómo chingaos llegar a mi casa… que luego no me estén fregando si primero paso a la cantina de confianza. ¡Rájale! Me estaban pasando unas fotos para la campaña negra contra la candidata fulana: el tiempo es oro y el que pega primero pega dos veces. Ni modo que me las envíen impresas, ya ni existen los changarros que revelan fotos.

¡Ups! No pude mandar el proyecto, y como ya cerraron la oficina pues ya Dios dirá, a ver si no me corren.

¡Mierda! Se cae la red justo cuando se activa la preventa del concierto de Julión; me van a ganar los boletos y ahora no podré ver en su rostro si en verdad es un pinche lavador de dinero.

¡Fuck! Estaba descargando una película para ver algo decoroso en el avión. Ni hablar, iré viendo los comerciales de Aeroméxico o me tomaré un Tafil para no enterarme a qué hora aterrizamos.

¡Chale! Habrá que convocar a una marcha hacia “El Ángel” para exigirle a Peña que nos regrese el internet. ¡Ah!, ¿él tampoco tiene internet? Mmm. ¡Vale madre!, hay que quejarse de todas formas.

Y mientras tanto… en las cocinas hay muchos trastes que lavar. En las covachas hay muchos discos que escuchar. En los libreros hay muchos libros que leer. En las canchas hay muchos juegos que jugar. En nuestras camas hay una persona a quien amar.

Pero no.

¿Qué queremos?

¡Servicio de internet!

¿Cuándo lo queremos?

Ahora (o para ayer).

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