Las Serpientes

Por Ricardo Morales Sánchez / @riva_leo 

A diferencia de otros procesos electorales donde se vislumbraba un favorito para hacerse de la gubernatura del estado o que alguien partía como el mejor posicionado, en esta ocasión, a unos meses de que haya definiciones en torno a las candidaturas, lo que priva es una incertidumbre absoluta.

Si bien es cierto que el Partido Acción Nacional (PAN) –como marca– se mantenía muy bien posicionado antes de los escándalos que envolvieron a la pasada administración
(Cachetesgate y espionaje telefónico), habría que ver si estos dos factores han tenido efecto en las preferencias.

La irrupción de Morena en el escenario electoral presagiaba una competencia reñida,  pero sobre todo le auguraba a Andrés Manuel López Obrador contar con una estructura fuerte para ganar la Presidencia de la República.

Las divisiones surgidas en el proceso de designación de los candidatos de este partido ha dividido a este instituto político en dos bandos: uno, capitaneado por los recién llegados a Morena, y el otro, por los personajes que hasta el momento han tenido la nomenclatura en sus manos y que tienen como guía al ex gobernador Manuel Bartlett.

La tormentosa irrupción del ex rector de la Udlap Enrique Cárdenas Sánchez parece contribuir aún más a esta división, la cual comienza a mermar las posibilidades que originalmente tenía Morena de alcanzar un triunfo electoral en Puebla con la gubernatura, incluso con la capital del estado.

No obstante, el peso específico de López Obrador y el desencanto social obran a favor de esta fuerza política, la cual representa para muchos una alternativa real, diferente a los panistas y priistas.

El tricolor, que pudiera aprovechar esta situación, también vive su drama interno.

Sin cohesión, sin un liderazgo real a nivel estatal las diferentes tribus gravitan en su propio espacio y se hacen la guerra entre sí.

El canibalismo que cavó la tumba de Javier López Zavala, Enrique Agüera y Blanca Alcalá persigue a quien pueda ser el futuro candidato de esta fuerza política, donde la traición es algo común.

La cúpula del tricolor debe decidir, primero, si quiere ganar o quiere negociar con el morenogalismo.

La definición del candidato, tanto del PAN como del PRI, será clave para ver a qué acuerdos llegaron ambos institutos políticos.

Desde hace tiempo he venido sosteniendo la hipótesis de que si Martha Erika es la candidata de Acción Nacional, será porque el moregalismo goza de cabal salud y logró un buen acuerdo tanto al interior como con Los Pinos.

Si ella no fuera la candidata y del otro lado (PRI) hubiera un candidato fuerte como Enrique Doger, entonces las cosas serían diferentes porque habría una muestra de que el tricolor quiere recuperar Puebla.

Estos son los escenarios reales rumbo a la etapa de las definiciones que vivirán las tres principales fuerzas políticas de la entidad.

Aún queda ver, en el caso del PAN, cómo se define en el ámbito nacional la candidatura a la Presidencia de la República o si hay o no hay coalición, porque lo que hasta el momento hay sólo es una carta de intención.

Lo mismo ocurre en el PRI, donde todo parece indicar que José Antonio Meade Kuribreña lleva mano, pero aún no hay nada definido.

Los escenarios cambian día con día como pocas veces ha ocurrido y falta mucho por ver, en un proceso electoral que estará marcado por las campañas negras y las grabaciones apócrifas.

Prepare su bolsa de palomitas.

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