Traspatio
Por Luis Pavón / @pavonlui
En el centro de Atlixco todo es silencio, desolación.
En Atlixco de las Flores, un puñado de flores se sienten marchitas. El cerro de San Miguel no anuncia el Atlixcáyotl, la esperada fiesta septembrina.
El 22 de septiembre es el aniversario de su fundación, pero este año no hay nada que celebrar. El Pueblo Mágico, famoso por sus flores, balnearios y clima, está de luto.
El dolor se palpa en las calles, en las miradas, hay risas que se sienten culpables por reír cuando hay muchas personas que sufren por haber perdido a un ser querido o su patrimonio, el cual era fruto de su trabajo, de años de luchar y trabajar por hacerse de una vivienda.
Paradojas de la vida, en la calle Libertad, la principal del Centro histórico de Atlixco, pareciera que no pasó nada. Muchas de las casas y comercios están en pie.
Un ejemplo es la casa marcada con el número 403, la cual se ve intacta por fuera, pero en su interior el panorama es distinto, todo se vino abajo.
Parte de la iglesia de la Merced, construida en el siglo XViii, se cayó sobre ella y otras viviendas.
Conforme uno avanza, ya no se sabe por dónde ir, hay daños por todos lados. Todo el centro del Pueblo Mágico, donde sus edificios históricos están protegidos por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), luce en la desolación.
La casa virreinal del siglo XViii del pintor insurgente José Luis Rodríguez Alconedo quedó en ruinas. El Palacio Municipal tiene severas afectaciones. La iglesia Santa María de la Natividad, la principal de Atlixco, está inservible, me dijo el párroco, Jesús Velázquez.
El jueves pasado que lo entrevisté esto fue lo que me dijo: “El templo no sirve para usarlo”. ¿Ya vino Protección Civil?, le pregunté. No, no ha venido, contestó. ¿Ninguna autoridad se ha parado por acá?, cuestioné. No, estamos esperando. Dicen que van a venir, por eso no salgo, porque estoy esperando que pasen las autoridades... ¿El INAH ya se paró por aquí? No, respondió categóricamente.
En eso coincidió Juan Carlos Jaramillo, quien perdió su taller porque la cúpula de una iglesia le cayó en su terreno.
“Como es Centro Histórico, el reglamento del INAH no nos deja hacer ninguna remodelación. El INAH no se ha parado. Vinieron unos brigadistas a hacer un peritaje pero que ellos lo tenían que pasar a Protección Civil para que dictaminaran, pero que estaban dando prioridades a otras cuestiones”, dijo.
En unas cuantas calles del centro de Atlixco te topas con la desolación. Escombros, brigadistas, comercios cerrados, edificios históricos derruidos y acordonados es el paisaje en la zona.
Sin embargo, no es la única parte afectada de dicho municipio. Tan sólo una calle del centro de Metepec está por desaparecer. Es la calle Santiago, primera sección. Ahí la mayoría de las casas quedaron en ruinas, tendrán que ser demolidas; quedaron “inhabitables y con riesgo”, según escribieron con marcador en papeles de libreta, quienes pasaron haciendo el censo de viviendas dañadas.
A la mayoría de esas casas que, por fuera no se les ve mayor daño, corren el riesgo de colapsar. Algunas ya empezaron a ser derrumbadas.
Platiqué con los vecinos de la calle Santiago y de forma unánime me dijeron que las autoridades de Puebla sólo los han visitado pero no les han dicho cuál es su futuro.
En la capital poblana, el panorama no es tan distinto. Basta con caminar por el Centro Histórico.
Tenía casi tres años que no me paraba por el Centro de Puebla. Que delicia es recorrerlo, admirarlo, contemplar sus construcciones, detenerse en algún local y ver andar a la gente.
Pero el panorama de ahora es otro, es de tristeza. Calles cerradas y edificios acordonados son el paisaje en la zona.
Un ejemplo es el edificio que se ubica en la esquina 2 Norte y 14 Oriente. Sálvese quien pueda es el sentimiento de quienes vivían ahí y los locatarios de los comercios que había.
“La situación es crítica, el edificio está a punto de caerse”, me dice Manuel González, quien rentaba un cuarto en dicho inmueble.
Manuel y los demás habitantes tomaron la iniciativa de desalojar ese edificio ante el estado en el cual se encuentra.
Dicen que truena a cada rato. El jueves pasado veía cómo los comerciantes buscaban sacar lo más que pudieran de los locales antes de que el edificio colapse.
“Decidimos bajo nuestro propio riesgo hacerlo. Se formó una cadena humana sacando las cosas”, me dijo Laura.
En el barrio San Francisco, hay casas que quedaron partidas, iglesias que sufrieron daños.
Los habitantes señalan que Protección Civil no les hace caso, que el personal que realiza el censo sólo toma datos pero no les dicen el estado real de sus inmuebles. Es por eso que varios edificios fueron desalojados.
“Toman datos, fotos, pero no nos dan respuesta de qué va pasar con nosotros”, es el clamor unánime que me transmiten diferentes vecinos cuando recorro la zona.
¿Están desalojando el edificio por recomendación de alguna autoridad? “No, ninguna. No han venido ni de protección civil, nada más porque vimos el edificio en las condiciones que se encuentra. Vinieron algunos de Gobernación que apoyan a Protección Civil pero no nos dieron ningún informe ni nada, la evacuación la hicimos por decisión propia de los que estamos aquí” (Sic), añade Manuel González en la entrevista que le hice.
Pero con todo y la tragedia, los daños del temblor en Puebla también ha confrontado a inquilinos y representantes de los edificios afectados. Es el caso del inmueble de la 2 Norte y 14 Oriente.
“Creo que sí tiene solución porque nada más es la pura esquina, es lo que hay que cambiar. Lo demás está bien, los aleros ni siquiera se cuartearon. La bronca es la columna que está a la entrada, esas grietas metiéndole unos castillos se soluciona. ¿Usted como apoderado legal de la dueña del edificio le han pedido a Protección Civil que vengan? Le pedimos (…) Cuando vinieron le dijimos y dijeron que era por turno. ¿Pero mientras eso pasa la gente está preocupada? “Soy el primero que les vine a decir que se salgan pero no los dejaban sacar sus cosas”, me dice Francisco Gutiérrez, un hombre de avanzada edad que viste de traje y me pide dar su versión porque ha escuchado lo que declaraba Manuel González.
Acudo con otra persona que habitaba el edificio.
Laura me dice: “Nadie que sea responsable del edificio vino y dijo: ‘qué necesitan, los apoyamos’, absolutamente nada”.
La desesperación por no tener donde vivir es entendible. Las autoridades van a su ritmo, quienes no tienen donde dormir reclaman y con toda razón.
Ojalá y el gobierno de Puebla se ponga las pilas y actúe pronto.
