
La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam
¿Cómo fue que pasamos de la sensata propuesta de reducir el presupuesto público a partidos a la absurda ocurrencia de eliminarlo por completo?
Esto se preguntó el lunes 25 de septiembre el talentoso Carlos Bravo Regidor, director de la Maestría en Periodismo del CIDE, luego de que trascendieron las propuestas de prácticamente todos los dirigentes partidistas en el sentido de que habría que hacer una reforma para que la totalidad de las prerrogativas sea utilizada en la reconstrucción de los estados dañados por el sismo.
Todo empezó cuando en redes sociales circuló un mensaje que se hizo viral.
En pocas palabras se pedía que el INE no les diera ni cinco centavos a los partidos políticos.
La propuesta fue llevada a Change.org, donde rompió el récord de visitas, una vez que la petición de que los 7 mil millones de pesos destinados a las campañas del próximo año alcanzó cerca de dos millones de firmas.
La exigencia establece que ese dinero debe ser destinado a las víctimas del temblor del 19-S.
López Obrador reaccionó de inmediato y anunció que Morena entregaría el 20 por ciento de sus prerrogativas a los damnificados.
Muchas voces dijeron que eso constituiría un delito electoral, pues los dineros públicos entregados a los partidos políticos no pueden ser desviados.
El PRI secundó a AMLO y dijo que estaba dispuesto a entregar de inmediato el 25 por ciento de sus prerrogativas.
El dirigente Enrique Ochos Reza urgió a Ricardo Anaya, del PAN, a que hiciera lo mismo.
Éste, junto con los otros dirigentes de los partidos que conforman el denominado Frente Amplio, dijo que las propuestas de Morena y el PRI no solucionarían nada.
Entonces anunció que el Frente iría por una reforma total.
Ahí surgió por primera vez lo que Bravo Regidor califica de “absurda ocurrencia”, pues Anaya dijo que dicha reforma garantizaría que los damnificados recibieran el 100 por ciento de las prerrogativas partidistas.
Ochoa Reza le corrigió la plana: “La reforma que propone el dirigente panista entraría en vigor hasta 2021”.
Y le metió más pecho a su propuesta: “Nosotros presentaremos una iniciativa para que a través de una reforma constitucional ningún partido reciba dinero público en aras de que los 7 mil millones sean entregados ya al Fondo de Desastres Naturales (FONDEN)”.
Montado en su caballo percherón, Ochoa Reza dijo que su partido iría también por la desaparición de las diputaciones y senadurías plurinominales.
(Algo así como el México de los años sesenta).
Hagamos un ejercicio rápido:
Si la reforma del PRI avanza, ¿de dónde saldrán los dineros para las campañas de 2018?
Lo lógico sería que no hubiera campañas —situación inédita en la historia reciente de este país.
Aunque cabe una variante: que los candidatos paguen sus campañas.
Eso significaría que seríamos espectadores de campañas austeras, de muy bajo perfil, prácticamente inexistentes.
Otro escenario —el más realista— es que el dinero de las campañas salga del gobierno federal y de los gobiernos estatales y municipales, así como de los grupos de la delincuencia organizada que tan cerca están de nuestra clase política.
El más beneficiado con estas acciones sería el PRI, pues el ejemplo del Estado de México se repetiría.
¿Cuánto dinero cuesta la Presidencia de la República?
Todo.
Absolutamente todo.
Si nuestra democracia tiene cierto parecido a los casinos de Las Vegas, con esa reforma tendríamos un crupier como árbitro electoral.
La “absurda ocurrencia”, hay que decirlo, nos está exhibiendo como un país bananero que sacrifica la democracia —y sus instituciones— en aras de complacer a quienes desde las redes sociales pretender asaltar el cielo o, en su caso, tomar el Palacio de Invierno.
Esos gestos populistas hacen ver enanos a los políticos de primer nivel.
No es con demagogia como se debe de apoyar a las víctimas del temblor.
El riego de perseverar en esa ruta llevaría al país a un infierno.
Las voces sensatas son las menos:
“Nos estamos convirtiendo en una sociedad justiciera y no en una que reclama justicia”, escribió el historiador Alejandro Rosas, autor de México Bizarro.
El brillante analista Macario Schettino fue más irónico:
“Serenaos, infieles”.
¿Y ante esto qué hacen los consejeros del INE?
Atizar la lumbre.
El periodista Raymundo Riva Palacio le dio al clavo:
“Los 140 caracteres de Twitter, la poderosa y rápida plataforma de información, desinformación, rumores, pasiones, sensaciones y odios, no crean información ni desenmarañan las complejidades de la realidad. No dan contexto ni explicaciones. ‘Gritan, abundó (Sudeep) Reddy. Las redes sociales han reducido los periodos de atención en las plataformas digitales, y son fáciles de hacerlos explotar”.
Esta nueva barbarie le haría un daño brutal a una democracia que lo que menos necesita son esas “absurdas ocurrencias”.
Sensatez, por Dios.
Serenaos, infieles.
