El desabasto de agua ocasionado por el sismo del 19 de septiembre en la delegación Iztapalapa fue aprovechado por Morena y PRD; el panorama en las casas es de cubetas, tambos llenos de agua y garrafones
Traspatio
Por Luis Pavón / @pavonlui
Nada detiene a los partidos políticos para mostrar lo mezquinos que pueden llegar a ser.
Sacar raja política de la tragedia se les da muy bien, sino pregunten a Morena y PRD.
El desabasto de agua ocasionado por el sismo del 19 de septiembre en la delegación Iztapalapa fue aprovechado por ambos partidos.
Dione Anguiano, la jefa delegacional, no los mencionó por nombre, apellido o siglas pero les pidió calma y que no promovieran el cierre de calles y robo de pipas.
“Quiero pedirles la calma a algunos diputados y líderes. Quiero pedirles que lo organicen para bien, para el bien de hacerles llegar el agua, no que cerremos calles porque también obstaculizar o el cierre de las calles nos va generar más letargo para poder llegar a las colonias con las pipas”, me dijo en una entrevista que le hice sobre los daños en esa demarcación y la escasez de agua.
En respuesta, un grupo de diputados de Morena acudió a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México a entregar un documento a la secretaria de Gobierno, Patricia Mercado, en el cual piden que no se haga uso clientelar en la repartición del agua y se le quitara el control a la delegada, de filiación perredista.
La diputada morenista Ana Leticia Carrera era de las más activas en los cierres de calles. También Javier Hidalgo anduvo en Iztapalapa arengando a la gente. El viernes 22 el antes perredista, ex funcionario de la delegación Cuauhtémoc y aspirante a la candidatura de Morena en Miguel Hidalgo, se topó con la jefa delegacional e intercambiaron palabras.
En el recorrido que hice la semana pasada en Iztapalapa para retratar la crisis de agua que dejó el sismo del 19-S, me encontré con un funcionario del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, con quien estuve charlando un buen rato.
Le pregunté si ellos tenían información de que Morena estaba detrás del cierre de calles y me dijo que no lo sabía a ciencia cierta pero que tres diputados morenistas le habían llamado para pedirle algunas pipas. “¿A qué dirección las mando, a qué colonias?”, les preguntó. “No, mándelas a mi módulo de atención”, fue la respuesta que le dieron, según me contó.
La lucha por el poder en la delegación más grande de la Ciudad de México será con todo y ya empezaron. La tragedia, más que unir a los políticos que se dicen de izquierda mostró su verdadero rostro: el interés político, la ambición por el poder.
Los habitantes de esa demarcación están muy politizados. La gran mayoría, afiliados a organizaciones civiles.
El desabasto de agua en Iztapalapa no es nuevo, pero el sismo del 19 de septiembre agudizó la falta del líquido en esta
demarcación.
Desde el día del temblor, un millón 200 mil personas que habitan en 293 colonias se quedaron sin agua porque el movimiento de la tierra ocasionó 800 fugas, me dijo la delegada Dione Anguiano, en una entrevista.
Pero el sismo no sólo dejó sin agua a Iztapalapa. Los daños son cuantiosos, igual o más que en las zonas del centro de la Ciudad
de México.
Hubo cuatro muertos. Se hundió la tierra. Se abrieron calles. Colapsaron viviendas. Separó edificios de las aceras y dejó construcciones con fuertes daños.
Ocho mil inmuebles tienen afectaciones de todo tipo y 25 edificios tendrán que ser demolidos.
Un ejemplo de lo que pasó en Iztapalapa es la calle Liborio Crespo, de la colonia Santa Martha Sur. Una vialidad que hundió y abrió el sismo, dejando casas inhabitables, las cuales ya empezaron a ser demolidas.
“Eso es muy triste porque es una casa que compró mi madre con su esfuerzo y la verdad nos dejó aquí a nosotros pero queremos levantar esto. Es un valor sentimental que, la verdad… no es dinero, es lo que mi madre nos dejó”, me dijo Francisco García, con lágrimas en los ojos.
Los daños del sismo en la delegación Iztapalapa cobraron la vida de cuatro personas en la colonia Lomas Estrella, donde tuvieron que demoler el edificio para recuperar los cuerpos.
Las afectaciones se extendieron a inmuebles vecinos, los cuales empezaron a ser
derrumbados.
En la zona cero de Iztapalapa, la calle Paseo Las Galias, los vecinos viven y duermen en la calle; se alimentan en el comedor que la ciudadanía instaló en la zona.
Los afectados dicen sentirse olvidados, que nadie, ni la autoridad, los voltea a ver.
“Queremos entrar por documentos... cómo podemos acreditar que es nuestra vivienda; factura de auto, pasaporte, todo está ahí. Estamos conscientes de que lo van a demoler pero también que nos indiquen si va a haber un apoyo para vivienda, si se va a reconstruir; eso es lo que pedimos”, me dijo Alma Rosa Guerrero.
Además de los daños a las casas está la otra hecatombe: la falta de agua.
El desabasto desde el día del sismo ha hecho que se roben las pipas que llevan el suministro a las colonias afectadas.
Para evitar que siga esta situación y sean desviadas de sus rutas, el gobierno de la Ciudad de México montó un despliegue policiaco.
En el recorrido de varios días por Iztapalapa pude ver cómo una camioneta al servicio de la Conagua y una patrulla con dos policías escoltaban una caravana de pipas, la cual llegó a la colonia San Miguel Teotongo, Sección Las Torres.
“Gente que agarra con pistolas se sube a la pipa y ya no te suelta. Bloquean con palos, piedras y ya no dejan pasar la pipa... te agarran y se suben. Se suben y hasta que les deje uno el agua”, me contó Juan Carlos, un pipero de la delegación.
Mientras que Pascual, chofer de una pipa que renta el gobierno, me confiesa que utilizan niños para robar las pipas.
“Aquí en Tláhuac (la avenida) se pusieron dos niños aproximadamente de 10 a 12 años queriendo parar la pipa. Al otro lado, ya estaban unas personas que querían quitarla, pero pusieron a fuerza a los niños para que se parara el camión”.
Además del robo de transporte de agua, los habitantes de Iztapalapa denuncian que las unidades que llegan a sus colonias les cobran por el abasto.
Desde el día del sismo, el suministro de agua en Iztapalapa es por pipas. Sus habitantes acuden a los centros donde se llenan. Se apuntan en una lista y ahí esperan.
Acampan, pasan horas y horas.
Llevan cobijas, paraguas, bancos o cubetas para sentarse porque la espera para obtener una pipa es larga.
¿Pero qué calidad de agua están repartiendo? En las pipas de la Conagua se pide que el líquido que reciban sea hervido.
También está la burocracia de quienes apuntan a las personas para el reparto de las pipas.
Un diálogo que capté entre el empleado que apunta a mano, en una libreta, a las personas y una señora que fue a formarse. El burócrata le dijo que no importaba el orden que se apuntara o formara:
“A fin de cuentas es una pipa por colonia, por eso te digo que realmente el orden no importa”.
El panorama en las casas es de cubetas, tambos llenos de agua y muchos garrafones.
“Con garrafones; ahora sí, nos estamos bañando cada tercer día porque está cara el agua”, explicó Angelina.
“Viene sucia. Normalmente aquí en Iztapalapa siempre el agua sale amarilla, nunca sale transparente. ¿Cómo se están cubriendo ante el desabasto? Ocupamos agua de garrafón. ¿Cuánto gastamos? Promedio unos 200 pesos, ahorita lo hacemos terciado”, me platica Maricela.
El gobierno de la Ciudad de México fue el que asumió el suministro del agua. Dicen que trabajan a toda velocidad, pero la desesperación de la gente crece cada día.
En las elecciones del próximo año, el agua volverá a ser promesa de campaña.
