Las Serpientes

Por Ricardo Morales Sánchez / @riva_leo 

Si una región ha padecido el cacicazgo por generaciones es la Sierra Norte, en particular Chignahuapan y sus alrededores. Lo mismo Tetela de Ocampo que Cuautempan, Aquixtla o Ahuazotepec; bueno, hasta el vecino estado de Veracruz, con el municipio de Perote, ha sido víctima de la ambición de los señores del pueblo, la muy conocida familia (¿o famiglia?) los Rivera.

Herederos del cacicazgo, Lorenzo y Saúl Rivera Sosa se han convertido en los titiriteros de la zona serrana en detrimento de sus habitantes; dueños del poder, lo han utilizado para enriquecerse y hacer reparto familiar de posiciones políticas.

En aras de ese objetivo, negocian con Dios y con el diablo con cinismo excepcional.

Les cuento el ejemplo más reciente. Lorenzo Rivera, actual diputado federal y ex delegado de Sedatu, ha jurado lealtad eterna a Juan Carlos Lastiri, quien por cierto le ha ayudado en diversas ocasiones a consumar imposiciones y negocios (sobre todo a su paso por tal delegación), el mejor ejemplo del nepotismo político es el actual edil de Chignahuapan, Juan Enrique Rivera Reyes, quien, por cierto, amenaza con dejar botada la Presidencia Municipal para ir por una diputación.

Sin embargo, esa lealtad deja mucho que desear. Y es que Lastiri tiene pruebas y conoce a la perfección el abierto coqueteo de Lorenzo Rivera con el líder estatal del PRI, Jorge Estefan Chidiac, a quien no sólo pasea por la sierra, invita a su casa y le organiza eventos, sino que también le ha jurado poner a su servicio la estructura conformada en la región.

La doble moral de Lorenzo Rivera no es nueva. Acorde a sus intereses, lo mismo ha hecho ganar a candidatos de su partido que ha puesto al servicio de otros colores su respaldo político si el abanderado del PRI no es producto de su imposición. Ejemplos sobran, ya hablaremos de ellos en entregas próximas.

El colmo del cinismo es que en acuerdo familiar los Rivera se preparan para 2018.

He aquí las cuentas alegres de estos personajes. Candidato a diputado federal, Lorenzo Rivera Nava, hijo del actual diputado federal (al parecer las curules se heredan, como plaza magisterial) a la diputación local Juan Enrique Rivera Reyes, hijo de Saúl Rivera Sosa y, para Ripley, candidata a presidente municipal, Rosy Nava de Rivera, sí, la esposa de Lorenzo y madre de Lenchito. Así o más cínicos los caciques del pueblo.

Y eso que aún no le cuento de los vastos negocios del diputado federal con ciertos presidentes y presidentas municipales ¿verdad, Flor de Coral Rodríguez Cárcamo?

O de los jugosos contratos a cierta empresa constructora familiar. Carajo, no en vano se manda a los hijos a estudiar arquitectura, faltaba más.

Pero esa, esa es otra historia y muy larga por cierto.

El cacicazgo de los Rivera ya tiene cansada a la población, la cual se tiene que aguantar.

Bueno, hasta las regidurías más pequeñas ya las tienen apartadas para integrantes de la familia y allegados a este grupo.

Son el azote de esta región, lo cual explica la pobreza y el atraso que existe en una de las zonas más ricas en recursos naturales del estado.

La riqueza de las llamadas “familias nobles” como los Rivera, contrasta con la pobreza de los productores de la región, los cuales viven al día, mientras que los señores feudales, bajo el cobijo de los grupos en el poder del PRI y el PAN, les mantienen sus canonjías a estas verdaderas mafias, que lo mismo venden y talan el bosque que gozan de concesiones de gasolineras en la región.

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