Esfera Pública
Por Elias Aguilar / @Elyas_Aguilar
Una de las condiciones que hará a la elección de gobernador para 2018 única en la historia electoral de Puebla será sin duda la convergencia de las elecciones estatales y federales. Hemos insistido en explicar que cuando el mismo día se elige presidente de la República y gobernador, incluso alcaldes, la votación para el primero suele influir en la elección de cargos locales.
Aunque una revisión de los resultados históricos en elecciones estatales nos puede ayudar a vislumbrar cómo podría presentarse la contienda del próximo año, hay nuevos factores únicos.
La realidad es que estamos ante una situación que los candidatos no podrán controlar del todo, a pesar de que hagan una extraordinaria campaña o sean los mejores perfiles.
En otras palabras, esta vez no hay indicadores claros que permitan determinar qué tanto afectará la elección presidencial a la de gobernador. Para comprender la situación conviene que, primero, veamos lo ocurrido con el voto poblano durante las últimas dos elecciones presidenciales.
En la elección presidencial de 2006, la votación en el estado de Puebla favoreció a Felipe Calderón con 37% de los sufragios. Le siguió Andrés Manuel López Obrador con 32% de los votos y Roberto Madrazo se quedó con 23%. En la elección para elegir senadores, ese año la fórmula del PAN tuvo 36% de las preferencias, la del PRI-PVEM 31% y la del PRD-Convergencia-
PT sólo 24%.
Aquella vez, en la elección convergente de senadores Rafael Moreno Valle tuvo de su lado el primer lugar en el número de votos logrado. Encabezando la fórmula del PAN ganó con un porcentaje de votación de 36.1%, cifra similar a la registrada por el candidato presidencial panista. La fórmula del PRI-PVEM, encabezada por Melquiades Morales, registró 31.3% de la votación, mientras que la fórmula del PRD se ubicó en un tercer lugar con 24.4% de las boletas y también en esos resultados puede verse que prácticamente la boleta para senadores fue cruzada igual que la presidencial por los votantes de Puebla.
Para la elección presidencial de 2012, el resultado en el estado favoreció a Andrés Manuel López Obrador con 35.6% de la votación, seguido por Enrique Peña Nieto con 35.4% y Josefina Vázquez Mota con 27%. En el caso de los senadores, la fórmula del PRI-PVEM, encabezada por Blanca Alcalá, ganó con 36.7% de los votos, seguida por el frente de partidos sumados al PAN, con la candidatura de Javier Lozano, con 29.7%, y la fórmula PRD-PT-Movimiento Ciudadano, que impulsó a Manuel Bartlett, con 28.8%.
En esa votación puede verse cómo Blanca Alcalá logró un porcentaje de votación muy similar al que se emitió a favor del entonces candidato Enrique Peña Nieto, lo cual, por inferencia, puede señalar que el votante que prefirió al PRI en la elección local copió la preferencia para la presidencial y esta última sumó a otros votantes. Sin embargo, hay una diferencia entre el voto que se emitió por López Obrador y el que favoreció a Manuel Bartlett, de la misma fórmula partidista que el candidato presidencial, en la que el político con mayor trayectoria local logró menor cantidad de sufragios. En el voto favorable al conglomerado partidista a favor del PAN es notable la similitud entre el voto presidencial y el de senador.
Hay que hacer hincapié en la votación de senadores porque si bien cuenta como una elección federal contiene elementos de elección local, pues los candidatos tienen una historia y arraigo local que los convierte en un referente importante en el contexto del estado. Los datos de 2006 y 2012 muestran que la votación para presidente sí afecta a las otras elecciones que se llevan a cabo en ese momento. Eso explica por qué el resultado del candidato presidencial ganador en Puebla tiene porcentajes similares a la fórmula de senadores que resultaron ganadores en ambas elecciones. Sin el efecto de la contienda presidencial, seguramente la elección de fórmula de senadores hubiera sido diferente.
Ahora veamos por qué la próxima elección, de 2018, no todos los componentes electorales están bajo el control de los partidos y candidatos en el ámbito local. Hay un factor principal que definitivamente afectará el resultado de la votación.
Primero, es innegable el peso electoral que en Puebla tiene Rafael Moreno Valle como candidato presidencial. Ser oriundo del estado representa, en sí, una razón de voto a su favor: un importante sector de la población cruzaría su nombre en la boleta por el beneficio de tener un presidente poblano. Por el efecto que el voto presidencial panista revela en Puebla, el ex gobernador sería triunfador de la elección presidencial y la “calca” que hace el sufragio poblano panista en las votaciones locales lograría el triunfo en la gubernatura y la senaduría.
Pero, ¿recuerdan lo que ocurrió con el voto poblano a favor de Andrés Manuel López Obrador en la elección presidencial? Ese voto creció de la elección de 2006 a la de 2012 y colocó al tabasqueño en primer lugar. Si Rafael Moreno Valle no fuera el candidato presidencial panista, en automático se anula el factor ganador para el PAN.
Así que, en el comportamiento del voto poblano, no es menor la decisión de quién será el candidato presidencial y aún peor, el escenario resultaría con aún más indicadores fuera de control si la alianza del PAN-PRD-Movimiento Ciudadano se quiebra.
