Bitácora 

Por: Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio 

Desde la semana pasada, Eruviel Ávila es el dirigente del PRI en la capital del país.

No es inusitado que el PRI haya echado mano de un exmandatario estatal para esa tarea.

Ya lo había hecho hace 30 años, en 1987, cuando encargó el Comité Directivo capitalino a Guillermo Jiménez Morales, quien acababa de dejar la gubernatura de Puebla, para que preparara el terreno para las elecciones del año siguiente.

Aquella vez al PRI le fue de pesadilla en el entonces Distrito Federal. El candidato presidencial priista Carlos Salinas de Gortari perdió la elección allí con Cuauhtémoc Cárdenas.

El Frente Democrático Nacional, que postulaba a Cárdenas, ganó las dos senadurías y un buen número de diputaciones al PRI.

El mexiquense Ávila, quien dejó el Palacio de Gobierno de Toluca hace poco más de un mes, intentará que el PRI tenga su primera elección ganadora en la Ciudad de México desde 1994.

A partir de 1997, cuando se eligió por primera vez al jefe de Gobierno capitalino, el tricolor no volvió a ganar una sola elección en la Ciudad de México.

Desde entonces, ha tenido que conformarse con migajas: algunas jefaturas delegacionales y diputaciones.

Hace dos décadas que el PRI –que llevó al poder local a figuras de renombre como Fernando Casas Alemán, Ernesto P. Uruchurtu, Alfonso Corona del Rosal y Carlos Hank González– ha dejado de importar en la Ciudad de México.

Y no es que no haya intentado mantener su relevancia. El PRI ha enviado como candidatos a jefe de Gobierno a políticos de talla nacional, como Alfredo del Mazo, Jesús Silva-Herzog y Beatriz Paredes. Pero con ninguno de ellos ha conseguido el objetivo de gobernar la ciudad.

Por eso la tarea que le han encargado a Eruviel Ávila parece tan complicada, casi hercúlea.

La vieja estructura corporativa del PRI en la capital fue capturada hace tiempo por el PRD, partido que ha dominado la política local desde 1997 y que ahora ve amenazada esa hegemonía… pero no por parte del PRI, sino de Morena.

Algún cálculo debe estar haciendo el PRI en el escenario político citadino que lo hace apostar en grande.

Quizá derive la división de la izquierda, entre el PRD y Morena, situación que hace que cada uno de esos partidos arrebate votos al otro, pues ambos representan básicamente lo mismo.

Antes del sismo del 19 de septiembre pasado, parecía que la virtual candidata morenista Claudia Sheinbaum ganaría caminando la elección de jefe de Gobierno, especialmente con el impulso de la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador.

Sin embargo, con los problemas que le surgieron a la delegada en Tlalpan con motivo del terremoto y con el reto que pudiera significarle la candidatura de Ricardo Monreal –que quizá vaya a ser postulado por el Frente Ciudadano por México–, el triunfo no parece asegurado para ninguno.

Con un PAN alicaído, el PRI pudiera convertirse en la única alternativa real en la capital, piense uno lo que piense respecto del tricolor.

Y aunque el objetivo de ganar la Jefatura de Gobierno parece muy lejano, tal vez no sea eso lo que busque el PRI, sino mantener ocupados a sus contrincantes, al tiempo que les arrebata algunos votos para su candidato presidencial.

El PRI no tiene nada que perder en la capital, donde probablemente tiene la peor imagen entre los ciudadanos. Cualquier cosa que logre allí el 1 de julio de 2018 será ganancia para él.

Para López Obrador, quien espera y necesita una avalancha de votos en la Ciudad de México para fortalecer sus posibilidades de ser Presidente, el que los enanos priistas crezcan en su terruño no es muy buena noticia. A Morena y al Frente Ciudadano, la llegada de un operador como Eruviel Ávila los obligará a invertir mayor tiempo y recursos en una entidad donde esperaban buenos resultados por default.

 

Buscapiés

Los grupos parlamentarios de oposición se pusieron de acuerdo en el Senado y hasta pasaron por encima de la Mesa Directiva para arrebatarle a Ernesto Cordero el procedimiento que seguirá esta Cámara frente a la posible restitución de Santiago Nieto como titular de la Fepade. Manuel Bartlett, del PT; Fernando Herrera, del PAN y Luis Sánchez, del PRD, usaron su mayoría ponderada en la Junta para no “precipitarse”. ¿Querrán ligar este proceso con la Ley de Ingresos?

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