Después del 19-S, las escuelas que resultaron afectadas serán reestructuradas ¿por qué no también hacerlo también con el método de formación de los docentes?

Por: Laura Angélica Bárdenas Pozos

Los efectos del sismo dejaron escuelas afectadas y que es necesario derrumbar o arreglar para que puedan estar nuevamente en uso.

La Secretaría de Educación Pública (SEP) ha declarado que 36 planteles educativos en la entidad tienen que ser derruidos para ser construidos nuevamente, mientras eso sucede, sus alumnos tendrán que ser reubicados o tomarán clases en las aulas provisionales que donó la UNICEF.

En la lista de las 36 escuelas, que hasta ahora se han contabilizado, llama la atención que la mayoría son escuelas primarias, con 61.1%, mientras que 27.7% son secundarias, 8.3% preescolares y sólo 2.7% son bachilleratos, por lo que 11 mil 726 alumnos resultaron afectados por el movimiento telúrico.

En días pasados escuché muy segura en la radio a la secretaria de Educación estatal, Patricia Vázquez del Mercado, sobre las decisiones que está tomando frente a este desastre y la movilización de todo su equipo para dar solución y respuesta para los más de 10 mil alumnos que se han quedado sin escuela; señalaba que realmente está preocupada y espera que estos pequeños y jóvenes retornen a la escuela lo antes posible para no perderlos.

Esta declaración me llamó la atención, pues uno de los principales problemas que sufre la educación hoy en día es el abandono de los estudiantes. Es decir, muchos dejan las aulas porque lo que ahí aprenden no les es significativo y la secretaria sabe que un porcentaje de estos están buscando una excusa para no regresar a la escuela.

Pero, ¿no sería mejor ofrecer una educación que tenga más significado para los estudiantes? Sé que esto se dice fácil, pero es muy complicado revertir lo que la SEP ha hecho por muchas décadas.

Por ejemplo, habría que formar de mejor manera a los docentes, desde las normales y en su formación continua, renovar el diseño curricular, aunque sobre eso ya se ha estado trabajando desde antes del sismo; sin embargo, no veo que se esté empezando a formar a los docentes en la implementación de este nuevo currículum.


Del mismo modo, habría que trabajar en el nivel de confianza que la SEP tiene hacia sus profesores y creer que la mayoría de ellos son capaces, tienen la formación, saben lo que enseñan y tal vez había que aplicar en ellos verdaderos procesos de formación continua, para que siempre estén actualizados.También, hay que trabajar con las escuelas normales, para evitar la simulación. No me mal intérprete apreciable lector, pero los profesores de éstas están muy preocupados por el nivel que tienen que enfrentar, ya que estos centros educativos son considerados de nivel superior y por ende tienen que cumplir con las tres tareas sustantivas: docencia, investigación y difusión.

Las escuelas normales son muy fuertes en docencia, pero no cumplen las otras funciones y ahora se están forzando las cosas para que tengan cuerpos académicos, realicen investigación, que en la mayoría de los casos es intervención y prácticamente no hay difusión.

No existe la duda de que muchos académicos de las normales cubran estos aspectos desde la labor que hacen, pero no es su función esencial, no se trata de que estos planteles educativos se vuelvan universidades, sino que sean buenos centros de formación para los docentes de educación básica. Que poco a poco vayan haciéndose investigadores y difundan lo que están haciendo. Pero no que se meta como camisa de fuerza para que sean consideradas instituciones de educación superior.

Lo que sí creo es que deben mejorar sus planes de estudio, no sólo para que sus alumnos sepan sobre educación y sobre procesos de enseñar y aprender, sino para que entiendan sobre lo que enseñan.

Muchos profesores egresados de las normales no saben lo que enseñan y lo van aprendiendo sobre la marcha. Habría que considerar que no deben saber toda la historia de la educación, pero sí es necesario que tengan conocimientos, particularmente sobre la enseñanza de la lengua y el pensamiento matemático.

Tal vez, habría que hacer lo que sucede cuando hay un sismo, todos tenemos que parar y ver qué está pasando, qué se ha afectado, qué daños estructurales hay. Después hay que definir qué se va a derruir y qué se tiene que volver a levantar. Hay que revisar qué daños hay que reparar, pero no es necesario derruir. Finalmente ver qué se tiene que mantener.

Tal vez el sismo del 19 de septiembre es una oportunidad para hacer un alto y redefinir cómo formar a los docentes en las escuelas normales, antes de que todos sigamos simulando.

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