Esfera Pública
Por: Elías Aguilar García / @Elyas_Aguilar
Gente de 30 y 40 años, y sobre todo integrantes de los equipos de difusión e imagen de gobiernos y figuras políticas, me han hecho, recientemente, una pregunta motivada por diferentes acontecimientos e incluso problemas: “¿Qué onda con las redes?”. Y voy a tratar de responder tres aspectos importantes del fascinante mundo digital con la guía de un teórico que, a mi juicio, es uno de los más lúcidos para comprender el fenómeno de comunicación que subyace en esta dinámica.
En primer término, las cosas cambiaron, y en forma radical, respecto de lo que conocíamos y dominábamos quienes nacimos de los años 80 hacia atrás. Quien crea que puede aplicar en sus estrategias de difusión y construcción de imagen lo que sabía y le resultaba exitoso hace cinco años, está en un error. Hoy, todos estamos programados o reprogramados.
Utilizo el término “programación” porque con este último explica este gran cambio Byung Chul Han, filósofo coreano-alemán, quien es quizá uno de los pensadores más claros en advertir los cambios provocados por el uso informativo-comunicacional de la convergencia tecnológica que representan el celular-Internet-redes sociales. Él sostiene que las nuevas generaciones están programadas y nosotros reprogramados de nuevo a través del smartphone, Internet y las redes sociales digitales sin que captemos por entero el cambio radical de paradigma.
Byung Chul Han describe exactamente lo que nos pasa a los mayores de 30: “Cojeamos tras el medio digital, que, por debajo de la decisión consciente, cambia decisivamente nuestra conducta, nuestra percepción, nuestra sensación, nuestro pensamiento, nuestra convivencia”. Y también menciona que enfrentamos un gran problema: “Nos embriagamos hoy con el medio digital, sin que podamos valorar por completo las consecuencias de esta embriaguez. Esta ceguera… Constituye la crisis actual”.
Pues bien, el cambio de paradigma mediático en el que estamos inmersos es definitivo, no hay vuelta de hoja, organizaciones e instituciones están presentando los síntomas del cambio. Ahora les diré cómo es la transformación.
ERA DEL HASHTAG
El filósofo llama sociedad de la indignación o del escándalo a los usuarios de redes sociales porque mantienen diferentes temas como trending topics, que son efímeros, incontrolables, que tan repentinamente como surgen desaparecen, que no generan diálogo o discursos que se conviertan en temas de agenda política. Son sólo escándalos, sin importancia política o social, las ladys, los lords, son ejemplos de esta sociedad del escándalo, las actitudes prepotentes de ciudadanos o funcionarios de segundo o tercer nivel son caldo de cultivo de estos fenómenos, que van y vienen sin abonar algo relevante en la discusión de los asuntos públicos. Funcionan, más bien, como distractores.
Pasamos de la sociedad de masas a la sociedad del enjambre. Antes, el poder de “las mayorías” que expresaban su voluntad a través de sindicatos, partidos y condiciones laborales, a un enjambre digital. Éste, a diferencia de la masa, no tiene alma que la articule, una lucha. No hay un “nosotros”, sino un conjunto de individuos aislados. Es una concentración casual, sin un perfil propio, que no tiene una voz, sino que se representa como ruido.
La paradoja: el homo digitalis se manifiesta de manera anónima pero, como usuario digital, tiene una identidad individual, un perfil propio, que construye y para el que demanda atención.
POLÍTICOS
Antes del smartphone, una figura política era vista por la sociedad en general como el “mal necesario”. El “mal”, porque la corrupción, la falta de transparencia y el desaseo contaminaban sus hechos; “necesario”, porque al menos hacían gestiones que el resto de los grupos sociales no podían hacer y eran transmisores de mensajes entre los gobernantes y los ciudadanos. En esta sociedad digital, los políticos no se presentan como transmisores, sino como barreras; el ritmo de las redes sociales ha generado en los ciudadanos la necesidad de presencia, de actualización, de respuesta inmediata; así que los representantes políticos son más bien obstáculos porque sus respuestas nunca son inmediatas. La necesidad de inmediatez ha hecho que se agrave la crisis de representación en la que de por sí ya estábamos inmersos. A ello se debe que hoy el prestigio y la confianza en nuestros representantes políticos estén en los más bajos niveles de la historia.
MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Lo que estamos viviendo lo ve Byung Chul Han muy similar al cambio social y cultural de la televisión en la década de 1960. Dice que en el nuevo entorno no hay mediadores, los medios digitales son únicamente de presencia, pues somos receptores y emisores activos. Así, los medios digitales no son como la televisión, que era una ventana para ver cosas en forma pasiva, sino que son puertas para plasmar información producida por nosotros mismos. Twitter o Facebook desmediatizan la información, eliminan al intermediario, cada uno produce y envía su propia información. Y por momentos hace ver a los periodistas como anacrónicos, como elementos desfasados, que corresponden a otra época.
Por esos tres elementos en cambio radical: sociedad, políticos y medios, es que nada que fuera exitoso hace cinco años funciona hoy en comunicación. Espero que estas ideas nos permitan comprender el cambio del paradigma mediático.
