Millennials
Por: Estefanía Ruanova / @AnnRuanova
Buenos días mis queridos lectores, siempre y primero que nada agradezco a Dios por una semana más, una nueva mañana, una nueva columna y que lleguen a nuestras vidas nuevas oportunidades para crecer.
Esta semana dedicaré mi columna a la película con la mayor controversia que he visto y la cual se ha generado en todo México, y sí, me refiero a Coco. Muchos se unirán conmigo y otros más estarán quizás hartos de leer, escuchar e incluso ver miles de comentarios, críticas y porque no decirlo publicidad por doquier, sin embargo, Coco es una de las pocas películas realmente dedicadas a México y en la cual podemos observar una fascinante admiración por una de las más bellas tradiciones que México vive “el Día de Muertos”.
Moría de ganas de verla, sin embargo por una u otra causa no se coordinaban mis tiempos y mis ganas de asistir al cine crecían cada vez más, fue entonces que este fin de semana tome tiempos y se me hizo asistir, para así poder opinar y entrar en ese debate que se había generado a través de la película; debo admitir que muchos de los comentarios eran muy buenos, que digo buenos, EXCELENTES, pero ¿cómo podía participar u opinar en alguna conversación que saliera sobre la película? Bueno, lo primero que tenía que hacer era verla y analizarla por todos los medios y fue entonces que el fin de semana llegó y pude darme ese espacio para verla, envolverme y aceptarla no solo como una simple película, sino como parte de mí, esa parte mexicana que sin duda llevo en mi ser, mi piel y envuelta en mi cultura, esa que es tan maravillosa y prominente.
Coco, no solo fue para mí una película, sino que fue esa puerta que me hacía falta, ese camino que empezaba a olvidar, esa tradición que mis nuevas costumbres, estilo de vida y estrés se llevaban poco a poco, tradición milenaria, bella y única. Coco hizo un cambio radical en todo mi ser, mi pensamiento y ese recuerdo que se añejaba en mí y que se iba borrando; no sé ustedes, pero la película aparte de contar con una guion, trama, musicalización y fotografía excelente, conto con algo que considero nadie, incluso nuestros padres habían podido impregnar en todos nosotros; somos esa nueva generación que estamos olvidando de donde provenimos, quienes fueron nuestros antepasados y el cómo estos siempre estuvieron rodeado de bellas tradiciones, tradiciones que ahora con nuestro estilo de vida estamos dejando atrás, olvidando todo y cada uno de aquellos momentos tan únicos y especiales que solo la familia puede tener, y no, esta tradición no es tan selectiva como algunas otras, está puede ser adquirida por ricos y pobres, pero siempre y cuando cuenten con esa humildad, amor, dedicación y pasión por nuestras raíces.
Muchas personas piensan que al ir cambiando el estilo de vida, al crear nuevas generaciones, al realizar otras actividades, todas y cada una de las tradiciones se van a perder, pero ¿crees que esto sucederá?, la verdad lo dudo mucho, este estilo no solo es momentáneo, lo llevamos impregnado en la piel, está flotando día a día en el aire y por donde pasemos y pongamos la vista, estás seguirán ahí.
En algo tienen razón, la generaciones y los tiempos cambian sin duda, pero este pequeño momento que nos une como mexicanos no cambiará en al menos 100 años, todas las personas que asistimos a ver Coco pudimos recordar bellos momentos que pasamos, que creamos y que guardamos en nuestro interior, esos pequeños o grandes momentos que vivimos con la abuela, la bisabuela o misma nuestra madre, son momentos inigualables, invaluables e irremplazables.
Pero ¿Coco cómo influye en esta nueva generación de millennials?
Simple, Coco nos ayudó a quitarnos esa venda de los ojos, incluso la persona más fría e incrédula del mundo, se involucró en la película, causando así al menos un pequeño charco en sus ojos y en otros más, me incluyo, unos ríos gigantescos que recorrían nuestras mejillas y estremecían nuestros corazones, para entonces pasar al momento del recuerdo, ese momento en que no entendíamos el afán de nuestra abuelas por colocar una ofrenda, por buscar en ese gran armario las fotografías o recuerdos de sus seres queridos, de esas personas que hacía años nos habían dejado, pero que aún no olvidábamos y con la llegada del 2 de noviembre nos sentíamos más cerca de ellos; ahora personalmente entiendo a mi abuela, esa pequeña viejesilla que se entercaba con las tradiciones que llevaba impregnadas y las cuales trataba de seguir al pie de la letra.
Coco movió todo dentro de mí, fue un momento vivas de todo aquello que México nos brinda, todo ese calor familiar, ese amor flotando y esos coloridos paisajes, esos momentos íntimos que pasamos y que recordamos una vez al año para celebrar y no perder ese lazo, ese pequeño hilo que nos separa de manera literal de “la vida” y “la muerte”.
Coco, una película hecha por dos grandes productoras que rescatan y promueven tradiciones mexicanas a todos los millennials y no solo de México, si no del mundo entero.
Me despido, sin antes deleitarlos como cada semana con una frase perfecta para seguir adelante:
“Solo se muere cuando se olvida, y yo nunca te olvido”. Coco.
