Encrucijada

Por: Luis Antonio Godina / [email protected]

La Organización de las Naciones Unidas afirma que la violencia contra la mujer es la forma más extrema de discriminación.

En un informe de la ONU –datos referidos a 87 países y recolectados entre 2005 y 2016– se afirma que 19% de las mujeres de entre 15 y 49 años de edad dijeron que habían experimentado violencia física o sexual, o ambas, a manos de su pareja.

En 2012, casi la mitad de las mujeres víctimas de un homicidio intencional en todo el mundo fueron asesinadas por su pareja o un familiar, en comparación con 6% de los varones.

Asimismo, apenas la mitad de las mujeres de entre 15 y 49 años (52%) que están casadas o viven en pareja toman sus propias decisiones en materia de relaciones sexuales consentidas, usan anticonceptivos y acuden a los servicios de salud. Esa estadística se basa en datos disponibles en torno a 2012, sobre 45 países, 43 de ellos de regiones en desarrollo.

La violencia contra la mujer es un problema que debemos erradicar.

En México, particularmente en Puebla, la violencia hacia la mujer nos entrega datos desgarradores.

Un estudio de la Universidad Iberoamericana Puebla refiere que en el primer semestre de este año se cometió en promedio un feminicidio cada tercer día.

El análisis –elaborado por el Instituto de Derechos Humanos “Ignacio Ellacuría” de la UIA– establece que hasta octubre pasado ocurrieron 92 feminicidios; la mayoría de las víctimas tenía entre 21 y 30 años.

Estas cifras contrastan con las de la Fiscalía de Puebla que de enero a agosto de este año inició 36 procesos judiciales por este delito.

La diferencia entre ambas cifras es significativa, pero debemos tener claro que un solo crimen de odio contra una mujer es intolerable.

En Puebla, el incremento en los feminicidios nos obliga a poner un acento al tema. Hoy, muchas voces se han alzado para pedir la alerta de género en la entidad y yo me sumo a ellas.

Por eso, el 25 de noviembre no es un día más, es la manera en que la sociedad deplora un acto de discriminación y de violencia sencillamente imperdonable.

Y en Puebla, es muy claro: ni una más; esa es la exigencia.

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