Garganta Profunda

Por Arturo Luna Silva / @ALunaSilva

Con la derrota consumada de Rafael Moreno Valle en su intento de alcanzar la candidatura presidencial de la alianza, ahora llamada Por México al Frente, toma fuerza y sentido lógico la versión —aceptada en corto por muchos priistas— de que el ex mandatario realizará en Puebla una quirúrgica jugada de tres bandas para, en paralelo, hacer ganar al candidato priista a la presidencia, José Antonio Meade Kuribreña; garantizar el triunfo de su esposa, Martha Erika Alonso, en la gubernatura y, a la vez, desfondar al Partido Acción Nacional (PAN), como estratégica vendetta contra el virtual abanderado de la coalición de panistas con PRD y MC, Ricardo Anaya Cortés.

En ese plan, el poblano ofrece en apuesta su futuro político inmediato y la posibilidad de convertirse, después de las votaciones de 2018, en el primer ex priista en presidir el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) albiazul.

La versión que corre con aromarumor en los partidos opositores al morenovallismo, principalmente en el PRI, se explica ante la cerrada competencia que se espera entre los candidatos tricolor y el del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, a quien “hay que frenar a como dé lugar”.

Esa posibilidad, en la que ya están colaborando algunos priistas, tiene como ejes a los partidos satélite del panismo, como Compromiso Por Puebla y Movimiento Ciudadano.

Es un plan milimétricamente estructurado que tiene la meta de obtener votos a favor de la candidata a la gubernatura en 30 municipios de la entidad —que ya había adelantado el periodista Ricardo Morales en Las Serpientes, los grandes y varios de la zona conurbada con la capital.

Esos garantizan aritméticamente el triunfo en alianza, en la que se ha confirmado también que habrá 10 candidaturas a diputados federales para el PAN, tres para el PRD y dos para MC, en el estado.

Sin embargo, en esta jugada los votos para diputados locales y alcaldes en esos 30 municipios serían luego principalmente emitidos para partidos del morenovallismo, no necesariamente el PAN, y dejando que el resto de la entidad se tiña tricolor.

Hay ya un caso que se perfila como paradigmático para 2018, al que incluso bautizaron los priistas como el “modelo Peredo”.

En Teziutlán, el ex presidente y ex priista Carlos Peredo Grau será postulado nuevamente al Ayuntamiento, pero esta vez por Compromiso Por Puebla, apuntalado en su capacidad económica y en una base de militantes y simpatizantes propios.

Ese municipio de la Sierra Norte garantizaría así el triunfo de Martha Erika Alonso con voto antiPRI, pero de ningún modo suma una posición de alcaldía al PAN y, soterradamente, permitiría a los priistas ganar votos a la causa de Meade en ese territorio.

La fórmula se reeditaría en muchos otros distritos.

Se requiere por supuesto de una operación quirúrgica antes, durante el proceso electoral y, especialmente, aséptica el día de la votación, si se quiere obtener ese resultado.

Sí, se lograría derrotar en la entidad a López Obrador y al virtual candidato a la gubernatura, Miguel Barbosa Huerta.

Una confabulación construida desde abajo, en municipio y distritos, hacia arriba, para impactar el resultado de la gubernatura y la presidencia.

El plan morenovallista, contradictoriamente, encontraría la mayor posibilidad de éxito en la complicidad del PRI.

Y es que la premisa es sencilla:

Si Roma bien valió una misa

(Conservar) Los Pinos bien vale el doble juego.

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