Por Ignacio Juárez Galindo
José Antonio Meade sonríe. Los comensales lo acompañan en la sonrisa. Su investidura como precandidato lo lleva más al terreno de un ciudadano común y muy lejos del priista de diente retorcido y amante de la matraca.
Sonríe una y otra vez. Sus interlocutores son los directivos de medios de comunicación locales, con quienes convive alrededor de una hora después de desayunar con el arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, quien parece compartir la descripción: “Un tipo sencillo y sin pose de político”.
Pero en su trato afable y acompañado de su esposa, la pintora Juana Cuevas Rodríguez, no deja de lado las palabras que le importan queden remarcadas en los oídos de los presentes. Por eso no niega su amistad con Rafael Moreno Valle, Roberto Moya Clemente o José Antonio Gali, así como tampoco la de priistas como Enrique Doger y Lucero Saldaña. Amistades que ha construido a lo largo de 20 años de carrera política, dice.
Y es justo en ese reconocimiento donde guarda un lugar muy especial para Charbel Jorge Estefan Chidiac, de quien afirma que es su mejor amigo y a quien más tiempo tiene de conocer en Puebla. “Le digo de cariño Charbelito”, afirma con un tono de voz jocoso que termina por contagiar la risa a los escuchas, mientras el líder estatal del PRI asiente con la cabeza y el rubor en las mejillas.
Las preguntas, al igual que risa de Meade Kuribreña, son directas: ¿Cuál es la estrategia para retrasar la convocatoria para el candidato a la gubernatura? ¿Es verdad que hay acuerdo con Moreno Valle? ¿Qué piensa de la Ley de Seguridad
Interior?
Pregunta tras pregunta, José Antonio Meade opta por la mejor estrategia de un político y no de un ciudadano: evadir la respuesta. Y así logró capotear las más de 12 interrogantes que le hicieron, pero con la agilidad de soltar entre frase y frase algún comentario irónico o divertido que era contestado con risas o asentimientos con la cabeza.
Fueron las sonrisas del precandidato que se ve y comporta más como un ciudadano que un político, aunque al final le gane, como a todos, la pasión por una selfie.
