Los Guisantes de Mendel
Por: Víctor Florencio Ramírez Cabrera / @vicfc7
A finales del mes pasado un amigo me decía que no sabía a quien creerle, si al despachador de gasolina que decía que el precio de magna llegaría a 20 pesos por litro o al amigo que le decía que bajaría a 15 pesos. Le respondí que el problema no eran las respuestas, sino la pregunta; y que de una vez preguntara cuánto iba a costar también el jitomate, la cebolla, el pollo, la res, la tortilla, para poder prevenir.
Hay dos maneras de saber cuánto costará la gasolina a partir de este año en las estaciones de servicio: 1. Tener una bola de cristal, dotes de pitonisa, ser vidente, tener el Delorean del doctor Emmett Brown o cualquier variante que usted guste de poderes de adivinación. 2. Ser dueño de una gasolinera y establecer el precio.
La primera es imposible: no conozco hasta ahora a alguien que sea capaz de predecir el futuro con precisión, aunque haya quien venda esa idea a sus creyentes. Podríamos hacer prospectiva, calcular eventos futuros, pero siempre con un rango de incertidumbre. Aunque si ya tiene seguridad de esta información, de una vez úsela y compre el boleto ganador del Melate. La verdad es que quien pueda suponer cual será el precio de la gasolina en el país la semana que entra, está previendo lo que PUEDE suceder, sin seguridad.
La otra opción es viable y es la única segura. Sólo el dueño de una gasolinera puede saber en cuanto fijará el precio el día de mañana. Y ese precio depende de muchas cosas: costo del petróleo y refinación (producto), costo logístico o de transportación y lo que el gasolinero le quiere ganar a su producto, además del impuesto.
El problema es que difícilmente tendremos eso en la mente, pues prácticamente desde 1938 nos acostumbramos a que papá gobierno nos diga cuánto cuestan los combustibles, ya sea que la empresa del gobierno le gane, le pierda o salga tablas con la ecuación que lleva al precio final.
¿Hay alguna forma en que un gobierno pueda bajar el costo del combustible? Si: eliminando el impuesto (IEPS) o regalando el crudo por debajo del precio de mercado.
De mediano plazo podría hacerlo mediante inversión en infraestructura logística. Sin embargo ¿es el gobierno el que lo debe hacer? ¿hay alguien mejor que el gobierno para hacerlo? ¿no es mejor incentivar para que lo hagan quienes son mejores haciéndolo? Ese es el secreto del mercado, que lo haga quien mejor lo hace (y más barato). Además: ¿invertir dinero del estado en infraestructura que puede tender a un desuso en el mediano plazo si se diversifican las fuentes de energía? Y lo mismo aplica para la inversión en refinerías.
El asunto es que los impuestos a la gasolina no se modificaron entre 2017 y 2018, no hubo decisión política alguna que significara un cambio en los costos a partir del primero de enero. Por lo tanto, si alguien le está hablando de gasolinazos, simplemente está mintiendo. O no: si un anunciando que le ganará más a su negocio.
Porque el mercado ya depende de todos los que participan. Deja de ser (para bien y para mal) asunto del gobierno.
¿Es malo eso? No. El problema es que el mexicano le gusta que se haga su voluntad en las mulas de su compadre. Si a un vendedor de cualquier producto, el gobierno le impone un precio, seguramente protestaría. Pero siempre pedirá que lo que él consume tenga el precio que el desea y que le llamará “justo”.
El mercado se abrió, con sus ventajas y desventajas. La mejor ventaja es que dejaremos de usar dinero del Estado (que es de todos nosotros) en subsidiar algo que no debía ser, mientras podemos destinarlo mejor a salud, educación, infraestructura general (alumbrado, calles, agua) o usted ¿prefiere que se vuelva a meter ese dinero en los tanques de gasolina de la gente con más ingresos? Yo no.
Los Telómeros