Fortaleza y Unión: Poder Ciudadano

Por Claudia López Mazariegos /@Clau_LopezM

“Si una mujer entra a la política, cambia la mujer, si muchas mujeres entran a la política, cambia la política”. Michelle Bachelet.

Con el tema de campañas electorales es pertinente cuestionar el papel de la mujer dentro de la política.

Al revisar los análisis actuales con respecto al tema de igualdad de género y conforme a lo reportado en 2017 en el Informe Global sobre la Brecha de Género elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), el cual se apoya en una exhaustiva encuesta realizada en 144 países, nos reporta que la situación en México en el tema de género es de un profundo rezago, pues consideran que deberán pasar 100 años para afirmar que los hombres y las mujeres mexicanas tengan la misma participación política.

La compañía McKinsey Global Institute (MGI), la cual se ha dedicado a comprender la relación sector empresarial con las políticas públicas, ha presentado en los últimos años avances sobre el tema de paridad de género.

El MGI desarrolló un indicador llamado Gender Parity Score (GPS), el cual mide la distancia que cada país ha recorrido hacia la paridad de género que alcanza en 1.00.

La región con el GPS más bajo es el sureste asiático, excluyendo a India con 0.44 puntos y el más elevado se encontró en Norteamérica y Oceanía con 0.74 puntos. Con respecto a México el indicador arrojó un 0.62, cifra que nos ubica como el país de mayor desigualdad entre los 10 países de América Latina.

Ambos centros de investigación no han sido los únicos que han impulsado a organismos internacionales a acercarse al gobierno mexicano para presentar sus inquietudes sobre el tema de paridad de género, dichos acercamientos han dado como resultado la Reforma Político Electoral.

Esta reforma que se llevó a cabo en 2014 señala como un principio democrático garantizar la participación política de la mujer, en atención a la desventaja estructural en que se ha encontrado a lo largo de la historia, y por supuesto esto parece un avance en el camino de la igualdad, sin embargo, considero que esta decisión fue gracias a las instancias internacionales que han invitado al gobierno de México a sumarse.

Lamentablemente nuestro gobierno en ese momento se comprometió, pero le faltó involucrar también a las instituciones políticas y por su puesto a las dependencias gubernamentales. Porque, aunque parece adecuado el hecho de la participación de las mujeres en las candidaturas, esto se simplifica a que sólo basta con que aparezca el nombre de una mujer en la boleta para demostrar que hay paridad de género y así cumplir con el compromiso internacional y con lo estipulado en nuestra ley.

En México se cuenta, sin duda, con mujeres que podrían participar, pero deben ser profesionalizadas y canalizadas adecuadamente a su empoderamiento, evitando “Juanitas” en los procesos electorales. Las mujeres que participan en el proceso electoral deben estar conscientes de la violencia política a la que se van a enfrentar y a vivir, lo contradictorio de la Reforma Electoral, es decir, experimentar la discriminación a la mujer en aspirar a una candidatura.

Las mujeres, sin duda, somos proactivas e inteligentes, sin embargo, hoy en día con esta oportunidad creo que debe haber un mayor compromiso por parte de las instituciones electorales, así como de los partidos políticos, en preparar cuadros no de relleno, sino profesionalizados, capacitados y sobre todo concientizados en el rol que significa representar los intereses del pueblo, pues es una enorme responsabilidad la que asume la mujer candidata. De ese modo se abre camino a futuras generaciones de postulantes.

Hubo una frase que enunció Klaus Schwab, presidente del Foro Económico: “Un gobierno paritario, que es lo deseable y legítimo, no garantiza una igualdad real en la política ni en la sociedad”.

A mi consideración la igualdad real en la sociedad se dará en el momento que las mujeres y hombres que representen los intereses del pueblo velen por leyes y acciones realmente incluyentes para hombres y mujeres basándose en resultados, estudios y análisis, siempre pensando en el bien común.

Por ello, tanto hombres como mujeres, son valiosos, aunque si no logramos candidatas altamente calificadas, no serviría de nada que estén en igualdad en cargos de representación popular, porque eso permitiría la abstención de generar nuevos proyectos y el estancamiento gubernamental. Hoy, las mujeres tenemos un enorme reto: ya no podemos ser víctimas, ni victimarias, debemos quitarnos el saco del sufrimiento y debemos prepararnos más, para que este logro le represente a nuestro país, estados y municipios un verdadero cambio en la transformación de nuevas políticas públicas enfocadas a desarrollar la competencia y el progreso.

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