Mirada Crítica 

Por: Román Sánchez Zamora / @RomansanchezZ

Álvaro caminaba nervioso, esperaba a su primogénito; que nazca sano y ya lo demás es lo de menos, se decía una y otra vez.

Dos semanas antes se había cerrado la planta donde Álvaro trabajaba desde hacía cinco años, era el jefe de piso, un pasante de ingeniero que nunca pudo titularse, pues los planes se habían cambiado y regresar a recursar materias era casi imposible, pues él siempre estaba muy ocupado.

Tenía aún dinero de la liquidación, pero no había encontrado trabajo.

Un día Genaro, su amigo, lo encontró en un centro comercial, se alegraron de verse, y al enterarse que no le estaba yendo bien, le dijo que le diera la oportunidad de esperar unos días y quizá podría meterlo a su empresa.

Los días pasaron y una mañana el celular sonó –Álvaro, vente ya está lo tuyo, necesito hablar contigo, en una hora desayunemos–, se levantó, se arregló, y le dijo a su pequeño bebé antes de irse: “Alvarito, te prometo que nada te va a faltar”.

Genaro era un contratista, uno de los principales de la ciudad, los medios de comunicación ni hablaban de él, pues cuando encontraban algo en sus investigaciones o fuentes, de inmediato se dirigían con el director del medio y al periodista le invitaba a cenar y siempre decía: “Estos medios no tienen llene”.

Se vieron y comentaron sobre una nueva modalidad de transporte público, camiones subterráneos, otros elevados, una parte en metro, todo maravilloso, únicamente que había dos problemas: el desempleo de los actuales choferes y qué harían los dueños de esos camiones, pues habrá de chofer, de barrendero, de electricista, pero no sabes cómo le irá a la ciudad, era  una nueva visón de progreso.

Algunos parques públicos dejaron de serlo y se convirtieron en paraderos, centros recreativos del mismo gobierno se cerraron para instalar los talleres de reparación.

Los centros de población se expandieron a los municipios cercanos, y sobrevino una crisis de espacios públicos que pronto se reflejó en bares, espacios peatonales que antes eran verdes ahora eran centros de consumo de droga, la gente ya no salía. Las fotos del primer ministro todos los días decía –nuestra metrópoli es una de las pujantes al progreso–, los espacios verdes fueron desplazados por cemento.

El esfuerzo desde el sur, el anhelo de crecer y desarrollarse sobre una mancha urbana que no fue diseñada para crecer e implantar modelos de desarrollo articulado, es decir, desde la escuela en todos sus niveles, la sociedad, las empresas y los sindicatos.

La modernidad no llega por poner un camión o un puente, o quizá una escalera, es modo de vida que se implanta y se le orienta a la gente.

No es infraestructura vacía, no es un edificio sin recursos para operar, no es un hospital de especialidades sin especialistas. Todo, desde el presupuesto básico, desde gasto corriente, y la proyección de acuerdo a la inflación y sobre todo orientar a la gente del cómo usarlo, del cómo aprovecharlo, del cómo te hace la vida más fácil.

No es ir a una ciudad modelo e importar parte de lo que se creyó lo mejor para la población, pues no es un juguete para armar, porque se sale de su semántica de uso y de apropiación.

No sólo es aplicar el recurso de manera desmedida, sino el cómo se gasta y para qué se gasta.

Álvaro, se había ido a vivir desde hacia años a un fraccionamiento cerrado, donde todo era bonito, donde él podía vivir y disfrutar con su familia de lo mejor que el dinero podía comprar.

"¡No puede ser!… Él no… Alvarito ¡no!", dijo y cayó al piso desconsolado, al hijo mayor lo habían parado en un semáforo, que por un puente sólo dejaba pasar un vehículo a la vez, y siempre tardaban allí hasta cinco minuto, a pesar de los reportes de robo, los policías de la gendarmería nacional nunca se aparecían, decían que los delincuentes pasaban su cuota y por eso no los molestaban.

Recordaba en el velorio: "Cinco millones de dólares obtuve de allí… y eso costó la vida de mi hijo", se dijo a si mismo y supo entonces que las malas acciones en la obra pública tarde o temprano también les afecta también a quienes viven en espacios de excepción.

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