Mirada Crítica 

Por: Román Sánchez Zamora / @RomansanchezZ

Daniela se quedó mirando, absorta, cómo se ejercía el dominio social a través de un brebaje en el agua…

Daniela entró muy motivada a estudiar psicología, era un chica muy dedicada y sabía que la universidad pasaría tan rápido como la secundaria y la preparatoria… y así fue. Lejos quedaron los días de niña, pues se enfrentaba a su primer empleo.

Un laboratorio donde hacían muchos experimentos sociales, muchos de ellos relacionados con las conductas alimenticias, eran pagados por empresas muy grandes de comida.

Otros más estaban relacionados con las interacciones sociales, del cómo reaccionaba una persona en diferentes circunstancias. Y así ella comenzó a ser parte de esa firma que tenía la sede en un país del sur del viejo continente.

Un día, revisando los documentos de investigación, se topó con uno que le llamó la atención: La música como tortura, de un científico apellidado Cusick (2006).

¿En realidad se podría?

¿En realidad algo así podría suceder?

¿En realidad qué hacía ese laboratorio y para qué ocupaba sus descubrimientos?

El control de las sociedades siempre ha sido un debate, señalando que si son los profesores los que deben bajar la información a los niños y ejercer control sobre las sociedades o es por medio de los grandes corporativos de comunicación tanto radio, televisión como cine.

O acaso siempre se debe tener el dominio incluso en los libros, pero ahora con las redes cibernéticas la dosificación de dominio cómo podría darse...

Si bien el encapsulamiento de mensajes subversivos es parte del negocio de las redes sociales, las cuales insertan en sus plataformas para generar la confianza de difusión cuando estas mismas son las que encapsulan, ubican y dominan a los que no se sienten dominados.

En algunos pasajes de El nombre de la rosa, de Umberto Eco, se menciona a los libros impregnados de alguna droga o veneno, para que el conocimiento fuera del privilegio de unos pocos dedicados a la ciencia.

Desde la canción, los versos, la música en sí, funcionan como los instrumentos de dominación y control; quizá el propio Althusser había quedado rebasado con sus aparatos ideológicos de Estado, donde incluso los de dominación están rebasados por los nuevos intereses económicos mundiales y los instrumentos de dominación desde lo local.

El control y el fanatismo de instrumentos de carácter paramilitar han quedado al descubierto, ya que estos se han analizado como un instrumento donde el gran cerebro, el Gran Hermano de Orwell en 1984, todo lo ve y todo lo vigila y el propio partido queda sin idea hacia dónde acudir, por lo que deben de encontrarse nuevas formas para que la humanidad siga sobreviviendo.

Casi con iconos e imágenes donde se geolocaliza, identifica e incluso hasta etiqueta a la gente, como los pobres, los violentos, los civilizados, y hasta los hombres de razón y dinero, al estilo más radical de fascismo que señala Montenegro.

Daniela se dio cuenta que eso no era nuevo, que muchos problemas sociales ya habían sido planeados y se preguntó: “¿Qué gran mente podría aprovecharlo?”. Pues al final, en la convivencia, éstos también sufrirían de esa contaminación tanto química como auditiva.

En realidad, entonces… ¿la corrupción puede ser un juego químico para que los gobiernos y las sociedades vean como oportunidades y en la mentira encuentren equilibrios?

Eso se preguntaba mientras leía con interés sus nuevos descubrimientos, era noche y fue a la cocina por un vaso de agua… a la mañana siguiente todo había quedado en el olvido… los documentos habían desaparecido de su casa, de su mente… y todo continuó de manera normal.

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