La Entrega
Por: Adrián Ruíz / [email protected]
La promesa que Gonzalo Juárez Méndez, líder de los dos mil 800 trabajadores del sindicato “Benito Juárez” del Ayuntamiento de Puebla, hizo sobre 12% de aumento al salario quedó sólo en promesa.
Juárez Méndez convocó ayer a los empleados, por dependencias, en las instalaciones del sindicato, ubicadas en las calles 24 Sur y 15 Oriente. Ahí les pidió el apoyo para buscar una diputación federal, por lo cual el líder sindical pretende cobrar en dos cargos.
Ante la desaprobación de los empleados, les comunicó que consiguió sólo 4% de aumento con retroactivo al 15 de mayo. Las protestas fueron notorias. Para aminorar el rechazo les dijo que también consiguió espacios sin costo en el panteón municipal que se construirá próximamente.
Además del incremento de mil 800 a dos mil 200 pesos para la compra de útiles escolares, así como de 500 a 700 pesos la ayuda para transporte y 500 pesos más en bonos.
Hoy, en Palacio Municipal, con la presencia del alcalde Luis Banck Serrato, se firmarán los acuerdos de la revisión del contrato colectivo de trabajo. Y mañana, en asamblea general en La Margarita se hará oficial ese pobre incremento de 4%.
Como el prometer no empobrece también afirmó que, sin mayor esfuerzo conseguirá12 mil votos. De acuerdo con su lógica, cada trabajador sindicalizado del Ayuntamiento aportaría cuatro sufragios. Sus cuentas sólo le salen a él, porque de los dos mil 800 trabajadores ni la mitad votaría a su favor.
Reporte del Informante
Convencer o caer. La intercampaña para los tres principales contendientes por la gubernatura de Puebla será definitiva en la aprobación o rechazo de los poblanos. Martha Erika Alonso, Enrique Doger y Luis Miguel Barbosa deberán luchar contra sus propios demonios, para despegar o hundirse.
Las encuestas pasan a segundo término al momento de convencer al electorado. A pesar de que Martha Erika tiene ventaja sobre los otros dos contendientes, el mayor reto es desmarcarse de su esposo, Rafael Moreno Valle.
La sombra del ex gobernador pesa sobre ella. En contraparte, cuenta con la ventaja de ser mujer, hecho que aprueba 80% de los poblanos.
En tanto los demonios de Doger y Barbosa son más complicados de eliminar. Los del primero suman a los priistas que lo rechazan. Tampoco es bien visto por la comunidad universitaria. La etiqueta de enriquecimiento que en la rectoría de la BUAP no ha podido quitársela en años.
La desconfianza con la cual lo ven los poblanos se la ganó a pulso. Enrique Doger deberá trabajar, y mucho, para ganar simpatizantes. Tarea difícil, sin duda, y más con la división que hay en el PRI, donde la inconformidad por su designación es notoria.
