
La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam
Cambiar de creencia partidista en una elección es como cambiar de sexo.
Quienes han recurrido a esta última opción lo han hecho después de muchos años.
Antes, se asumieron como homosexuales o lesbianas.
Luego salieron del clóset.
Finalmente, llegaron al salón quirúrgico.
Ésta es la ruta normal.
Lo insensato es cambiar de sexo, primero, y asumirse como homosexual o lesbiana después.
La temporada en el clóset suele ser larga.
Nadie se salta los puntos uno y dos.
Hacerlo es, faltaba más, contra natura.
Los políticos profesionales que cambian de creencia partidista de un día para otro suelen hacerlo por intereses personales.
Veamos el caso de Germán Martínez Cázares, quien perdió un juicio judicial con su hoy compañero de ruta Manuel Bartlett Díaz.
En 2006, fue pieza fundamental del fraude en contra de López Obrador.
Vociferó y se burló de él hasta el cansancio.
¿Su premio?
Felipe Calderón lo hizo secretario de la Función Pública y presidente del CEN del PAN.
Su lealtad terminó hace unas semanas, cuando, en lugar de apoyar a Margarita Zavala de Calderón, se echó a los brazos de AMLO.
Fue una sorpresa para todos porque en sus artículos de Reforma nadie lo vio venir.
Al contrario:
Siempre se mantuvo como el político conservador y reaccionario que ha sido a lo largo de su vida.
En otras palabras:
Ni se asumió como adicto a López Obrador ni tuvo su temporada en el ropero.
Llegó al punto C sin previo aviso.
¿Qué lo movió?
¿La búsqueda de un país mejor o un escaño seguro en el Senado?
No dude, pues, el hipócrita lector.
Manuel Bartlett, faltaba menos, lo vino anunciando.
Primero se asumió como crítico de su partido.
(Ese partido que lo hizo secretario de Estado (dos veces), gobernador y senador).
Luego salió del clóset.
Finalmente, entró al salón quirúrgico.
Hoy es un acólito fiel que usa el uniforme de Morena:
Saco de tweed, corbata y pantalón de mezclilla.
No lo veo, por cierto, en las listas a diputado federal.
(Seguramente va ahí, metido en uno de sus términos favoritos: emboscado).
A quien no pudo colar fue a Rodrigo Abdala de Bartlett, su sobrino político.
Senador no será (ni de mayoría ni de minoría, ni de Lista Nacional).
¿Será regidor acaso?
Algo habrá para él: joven, pero constante perseguidor de la chuleta.
La Cultura en Campaña
Anel Nochebuena es una gran gestora cultural.
Desde el Instituto Municipal de Arte y Cultura ha mostrado que el arte, además de perturbador, es provocador.
Su trabajo habla por sí mismo.
Será una lástima que a partir de unas horas deje de encabezar el organismo cultural del ayuntamiento de Puebla, al que llegó a través del hoy gobernador Antonio Gali Fayad y continuó bajo la administración del alcalde Luis Banck Serrato.
Dos cosas son rescatables de su salida:
Deja un equipo de profesionales que continuarán su labor y tiene la oportunidad histórica de llegar al Congreso local.
Y es que suelen ser burócratas profesionales quienes llegan a la Presidencia de la Comisión de Cultura.
Cuando menos en Puebla, sería la primera vez que una gestora cultural de sus tamaños pudiera acceder a esa posición.
Habrá que verla haciendo campaña, aunque vaya de candidata plurinominal, recurriendo a la sorpresa y la inteligencia para ganar el voto.
Suerte y pulso, querida Anel.
