La Loca de la Familia
Por: Alejandra Gómez Macchia / @negramacchia
La semana pasada vi en las noticias, no sin cierto horror, que un comando armado irrumpió en una escuela. El comando no iba a robar material ni a levantar a nadie. El comando fue por pelo. Sí; los tipos llegaron y obligaron a las maestras a trasquilarse la melena. Melena virgen, por cierto, pues ninguna de ellas había pasado por proceso cosmético alguno.
Estaba viendo esa noticia acostada en mi cama mientras cenaba un atún. Mi marido puso mucha atención. No sabía de qué se trataba la nota. ¿A dónde habremos llegado para que los delincuentes vayan por cabello en vez de por dinero? De inmediato mi mente voló un mes atrás, cuando llevé a mi hija con el chico que me corta el cabello. La llevé porque quería un cambio de look. La niña tenía una melena larguísima y virgen. El estilista entonces le dijo: “¿hasta el cuello?” La niña dijo que menos. El estilista, que un año atrás me había colocado unas extensiones de pelo indio bastante caras, volteó a verme y añadió: “convéncela que hasta el cuello y de acá salen las extensiones nuevas que querías”. Yo había cotizado unas extensiones con él y me las dejaba en diez mil pesos. Baratas, por la técnica que usa. Convencí a la niña y al día siguiente estrené una flamante melena nueva por mil quinientos. Al ponerme las extensiones, mi estilista me contó que así le hacían varios de sus colegas: que se iban a los pueblos a comprarle sus trenzas vírgenes a las mujeres. “Les dan trescientos pesos a lo mucho”, dijo. Y ellas entregan años de cuidado capilar.
Entonces cuando escuché la nota, no me sorprendió del todo. Le conté a mi marido la anécdota y volteó a ver mi cabeza. Por primera vez, desde que me puse las extensiones, se fijó en ellas. Lo que sí me sacó de onda fue el modo de operar del comando. Ya no estamos hablando de una transacción abusiva, pero consensuada, sino de un ultraje.
No cabe duda que todo se vende, y que desgraciadamente, todo se puede obtener con la bajeza de la violencia innecesaria.
Maldita vanidad.
