
Mesa Cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso / @GabrielReyesCa3
Ganar en una estrategia de 4, siempre será más fácil que en una de 2 competidores. Entre más, el voto se dispersa y cualquiera puede ganar con un mínimo de diferencia.
Al día de hoy, ninguno de los 4 candidatos presidenciales puede decir que ya ganó, aún cuando están las encuestas, que verdaderas o no, muestran una posible realidad electoral de la nación.
Posible y además efímera, porque, todo mundo lo dice, las encuestas son como una fotografía que revela sólo verdades de momento.
Todas las encuestas definen a los “indecisos”, un grupo que ningún candidato quiere cuantificar, pero que ni son pasivos, ni omisos, siempre terminan señalando para donde está el ganador.
La larga discusión y tibia definición de los candidatos independientes sumió al electorado nacional en una discusión de 3 candidatos y en una campaña de “tercios” que la llegada de Margarita Zavala, cuarta en discordia, ha movido y amenaza a todos. De entrada al segundo lugar (Anaya) quien a estas horas, ya estaría en tercer lugar.
Y ahora, entrados ya en la campaña real, reducir a dos, será el objetivo de todos los asesores de los 4 candidatos.
Los consejeros de Morena no podrán influir mucho en escoger a ese segundo contrincante, que a mi juicio, inicia la campaña todavía agazapado, tranquilo, mesurado, y confiado, en que la política de la confrontación, la del escándalo, la de los viejos discursos tipo PRI, están agotadas, cuando los electores quieren lo contrario: seguridad, paz, alguien en quien creer, no por sus emociones, más por sus soluciones.
El candidato líder ( Peje ) lo sabe.
Se agarraría hoy hasta de un clavo ardiendo para no caerse. Sus estrategas enfrentan el reto de todas sus campañas anteriores: mesurar carácter, atenuar confrontación, incrementar confiabilidad. No es casual, fueron éstas las condiciones básicas de sus dos anteriores derrotas.
Hay en el actual Lopez Obrador cambios apreciables y medibles.
Uno de ellos es que la sociedad “mafiosa” lo ha admitido a platicar para calcular que tanto, el Peje, se ha maquillado y no caer en la seducción temporal de una relación, actuación y pensamiento que oculten su naturaleza real y permanente, esa que en las dos veces anteriores solo incluyó temor y desaliento.
Para muchos ya ganó, pero los indecisos, impiden, por el momento, aceptarlo.
Estamos viviendo momentos muy difíciles que alcanzan a López Obrador que sigue en la línea de devolver a los pobres, los que los ricos y políticos le han quitado, pero no logra convencer a quienes por el momento sólo observan, de tener una estrategia creíble y funcional para reconstruir la paz y la seguridad, bienes supremos que siguen por encima de la falta de alimentos.
Necesita Andrés Manuel una estrategia creíble, entendible y aceptable para acabar con la inseguridad pública, que por el momento no se ve clara.
Está obligado Andrés Manuel a justificar, ante la total incredulidad de muchos electores, demostrar si es cierto que un clavo saca a otro clavo y que por eso no confían en sus socios y aliados, que muchos, públicamente son calificados como corruptos, deshonestos y mentirosos.
Ahí están, posiblemente, las razones de los indecisos.
Ahí están, para todos, seguidores o no de alguno de los candidatos, la clave de esta elección: reconstruir a esta sociedad, atemorizada, enojada y confundida, que se niega a vivir, en el desprecio a la vida y en la falta de respeto a la persona.
