La capacidad de Alonso Hidalgo para conciliar va desde la relación con el candidato presidencial Ricardo Anaya hasta las entrañas del albiazul en la entidad
Por: Guadalupe Juárez
A diferencia de los demás partidos que contenderán solos o en coalición por los cargos públicos en juego en el próximo proceso electoral, el Partido Acción Nacional (PAN) es el único en mantener un proyecto en común, y a pesar del periodo de intercampañas sigue sin tambalearse la unión de sus grupos internos.
La cirugía atribuida por líderes de opinión a la abanderada de Por Puebla al Frente al gobierno de Puebla, Martha Erika Alonso Hidalgo, va desde la relación a nivel nacional con el candidato presidencial Ricardo Anaya Cortés hasta las entrañas del albiazul en la entidad, con los panistas moderados, los yunquistas, los grupos municipales y hasta los detractores de partidos aliados en el sexenio pasado.
Lo mismo hacen campaña juntos quienes alguna vez aspiraron al mismo cargo, como perfiles afines al gobernador en turno y quienes se asumieron como “perseguidos” políticos por su propio partido.
La dirigencia estatal blanquiazul no se ha visto envuelta en acusaciones de dedazos, inconformidades por parte de los aliados y tampoco se han registrado manifestaciones en contra de los elegidos que aparecerán en la boleta.
De esta forma, el PAN local busca consolidar su estancia en el gobierno estatal que inició desde 2010, con la ayuda de viejos y nuevos asociados para enfrentar la ola morenista.
Operación cicatriz
La relación de Alonso Hidalgo con Ricardo Anaya Cortés iba en buen puerto durante 2015, cuando el ahora candidato a la Presidencia buscaba la dirigencia nacional del partido albiazul y los rumores de sus integrantes en la planilla incluían a la ex presidenta del SEDIF.
Aunque en ese momento no aceptó el ofrecimiento por su estancia en la administración estatal junto a Rafael Moreno Valle, después la panista estuvo en la Secretaría General pero del Comité Directivo Estatal (CDE).
En ese punto, el vínculo con Anaya Cortés estaba desgastado ante la pugna por la candidatura presidencial, la cual deseaba el ex gobernador poblano.
Pese a la tensión, Anaya Cortés respaldó la campaña de José Antonio Gali Fayad y asistió a la entidad para apoyarlo en el proceso electoral de 2016, al igual que a la dirigencia de Jesús Giles y Alonso Hidalgo.
Cuando El chico maravilla se hizo de la candidatura, se asomó un quiebre con el morenovallismo que jamás se concretó.
Alonso Hidalgo se perfiló como la abanderada del PAN para la gubernatura, pero no sólo eso: mantuvo el espaldarazo de Anaya Cortés, quien la apoyó con la designación de una de las piezas que necesitaba a su lado para cerrar filas con los grupos internos del partido: la de Eduardo Rivera Pérez.

Los detractores
Desde septiembre de 2017, a pesar de reunirse meses antes con integrantes y ex priistas afiliados a Morena tras enfrentar un proceso de inhabilitación por sus cuentas públicas, Rivera Pérez se dijo en la disposición de permanecer en su partido.
Meses después, casi al terminar el año, todavía como parte de la dirigencia del albiazul Alonso Hidalgo abrió las puertas al ex edil para que contendiera por un cargo público.
Al inicio de la segunda quincena de enero de este año, el yunquista anunció que quería encabezar un proyecto desde el PAN.
Así, accedió a una medición de conocimiento donde la mejor posicionada, según lo declarado por él mismo era Alonso Hidalgo, por lo cual desistió de su deseo de contender por la gubernatura y aceptó la postulación por la alcaldía de Puebla.
Con ello, las voces que hablaban de exclusión en el interior de Acción Nacional se apagaron. Como la del ex dirigente Rafael Micalco Méndez, quien se identificaba en el grupo tradicionalista del PAN.
De ahí, no sólo los morenovallistas y galistas se integraron a las listas de abanderados, sino que los llamados panistas tradicionales se quedaron con cargos en la operatividad del partido. Es el caso de Francisco Fraile, quien es el actual vocero del instituto político.
Para cerrar el círculo, se encuentra cercano el coordinador de campaña de Anaya Cortés en Puebla, Eduardo Aguilar Sierra.
Otros partidos
La burbuja se cerró con la unión de antiguos críticos a las filas de la alianza.
El primer paso fue la reunión en febrero de este año, entre la candidata a Casa Puebla con la perredista Roxana Luna Porquillo, quien después fue designada como candidata al distrito 12 de Puebla capital.
Las negociaciones llegaron hasta el PRD, en donde con una dirigencia diferente y aliada, con Jorge Benito Cruz Bermúdez lograron que los procesos internos no fueran atropellados y se resolviera sin mayor problema, a diferencia de lo registrado en años anteriores.
Por otra parte, Movimiento Ciudadano, que aparecía desdibujado y sin cuadros competitivos, con Fernando Morales Martínez se encargó de desfondar al tricolor para llevarse liderazgos a su partido naranja.
Un nuevo aliado del morenovallismo que tendrá entre sus tareas, fortalecer la estructura de la alianza a favor de los candidatos con menos fuerza, sobre todo en la región de Ciudad Serdán.
