Las Serpientes
Por: Ricardo Morales Sánchez / @riva_leo
Una serie de señales parecen indicar que el sistema finalmente cerró filas en torno al candidato de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya Cortés, a quien ni toda la fuerza del Estado pudo bajar de la contienda y, si acaso, retrasar su crecimiento.
Una serie de acontecimientos, desde mi punto de vista, antecedieron a esta decisión y sustentan mi hipótesis.
Anaya fue sometido a una serie de ataques mediáticos por parte de Los Pinos, con la intención de bajarlo de la contienda o detener su crecimiento para posicionar al candidato del PRI a Los Pinos (José Antonio Meade) en el segundo lugar de las preferencias.
La estrategia era que al arranque de la campaña Meade iniciara en el segundo lugar y Anaya, o bien fuera bajado de la contienda o se encontrara en un lejano tercer lugar lo cual no ocurrió, ya que en una buena parte de los estudios de opinión el queretano aparece aún en el segundo lugar, eso sí, a unos distantes 14 o hasta 20 puntos del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador.
En medio de los ataques mediáticos contra Anaya Cortés, que confrontaron a los frentistas y a los priistas en ambas Cámaras, hubo un hecho que pasó desapercibido: la elección del titular de la Auditoría Superior de la Federación, la cual recayó en David Colmenares Páramo.
La elección de este personaje se llevó a cabo con el voto a favor de una buena parte de las fracciones parlamentarias del PAN y PRD, a quienes los dirigentes nacionales los dejaron votar de manera libre, lo que le garantizó a Colmenares un total de 377 sufragios.
¿Cómo fue posible que ocurriera eso, en plena confrontación entre frentistas y priistas? Sólo a través de una negociación.
Colmenares es un personaje que fungió como secretario de Finanzas en el gobierno de Oaxaca del cenecista Heladio Ramírez, pero además fungió como asesor de un personaje muy cercano a Puebla, el secretario General de Gobierno, Diódoro Carrasco Altamirano.
Misteriosamente, después de la elección de Colmenares como nuevo titular de la Auditoría Superior, el 15 de marzo, casi de inmediato cesaron los ataques mediáticos contra Ricardo Anaya, por el supuesto lavado de dinero en el que incurrió el candidato del Frente conformado por PAN, PRD y Movimiento Ciudadano; las empresas fantasma, la PGR y las operaciones de dudosa precedencia no volvieron a ser tema. La mano de Los Pinos desapareció el asunto.
Otro detalle que llama la atención es que casi al arrancar la campaña, Anaya decide visitar el estado, entidad gobernada por un grupo político antagónico al del queretano.
Basta recordar que el ex gobernador de esta entidad, Rafael Moreno Valle, le disputó a Anaya Cortés la candidatura a la Presidencia de la República en una lucha donde hubo de todo y en la cual se impuso el ex titular del CEN de Acción Nacional.
Moreno Valle, hasta la semana pasada, se había resistido a emitir un mensaje de apoyo a Ricardo Anaya, pese a que había obtenido la candidatura a la gubernatura para su esposa Martha y el octavo lugar en la lista de candidatos al Senado de la República por el PAN por la vía de la representación proporcional.
¿Qué hizo posible ese viraje, cuando supuestamente el morenogalismo le había jurado amor eterno al priista José Antonio Meade? ¿Qué indicación recibió el morenogalismo para abrir las puertas de su santuario a Anaya?
Todo parece indicar que finalmente, y aunque parece de manera tardía, el sistema optó por elegir a Ricardo Anaya como la última y desesperada opción para tratar de mantener el status quo o, al menos, para evitar que Andrés Manuel se quede con el pastel completo, es decir, que obtenga la mayoría en la Cámara de Diputados y la de Senadores.
Esta elección va de sorpresa en sorpresa, pero me parece que al menos hay elementos para intuir que el sistema optó, reitero, por Ricardo Anaya.
