Bitácora

Por: Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio 

Hoy hace 58 años nació en el poblado de Placetas, provincia de Villa Clara, el nuevo presidente de Cuba, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez.

La víspera terminó de recorrer un camino que muchos otros sólo pudieron comenzar: convertirse en el primer Presidente de Cuba, en casi seis décadas, que no se apellida Castro.

Ese camino está sembrado de los nombres de quienes, se llegó a dar por hecho, podían suceder algún día a los hermanos Fidel y Raúl Castro en la conducción del país: Carlos AldanaCarlos LageFelipe Pérez Roque y Roberto Robaina, entre otros.

El ascenso de Díaz-Canel comenzó hace 15 años, cuando se convirtió en el integrante más joven del Buró Político del Partido Comunista.

Descrito como perseverante y discreto, ingresó en el gobierno de la isla en 2009, cuando Raúl Castro ya había sucedido a Fidel en la Presidencia.

Fue nombrado, primero, ministro de Educación Superior y, en 2012, vicepresidente del Consejo de Ministros, cargo en el que sustituyó a José Ramón Fernández, uno de los cuadros históricos del régimen.

Un año más tarde, Raúl Castro lo puso en la antesala de la Presidencia al nombrarlo primer vicepresidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, donde reemplazó a otro dirigente veterano, José Ramón Machado.

Pese a que el nombramiento lo convertía en el número dos del país, y a que sus responsabilidades lo llevaron a representar a Cuba en muchas reuniones internacionales, Díaz-Canel no perdió su bajo perfil.

Una petición de entrevista que hice al entonces primer vicepresidente fue respondida, a través de la embajada cubana, con una atenta declinación.

De hecho, ni siquiera entre los corresponsales extranjeros acreditados en Cuba se sabe mucho sobre él, fuera de que está casado en segundas nupcias con la profesora universitaria Lis Cuesta Peraza; que jugó baloncesto en su juventud y es aficionado del club de futbol Barcelona; que tiene una página en Facebook y carga frecuentemente una tableta electrónica; que en sus años de estudiante universitario, antes de peinar canas, usaba largo el cabello rubio; que suele vestir jeans y que su música favorita es el rock.

Nacido un año después del triunfo de la Revolución Cubana, Díaz-Canel es producto del sistema, al que le es completamente fiel.

Ingeniero electrónico, graduado en 1982, se dedicó a la docencia a partir de 1985, en la Universidad Central de Las Villas. Ahí mismo, de forma paralela, comenzó su carrera política en la cantera del régimen, la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), brazo juvenil del partido.

El ascenso vertiginoso de Robaina, quien pasó de líder de la UJC a canciller en 1993, creó oportunidades para que Díaz-Canel también escalara. Entre 1994 y 2003, fungió como secretario provincial del partido en su natal Santa Clara, donde era común verlo ir a trabajar montado en su bicicleta.

El nuevo Presidente de Cuba es descendiente de inmigrantes asturianos. Su bisabuelo, Ramón Díaz-Canel, dejó su natal Castropol en el siglo XIX para probar suerte en Cuba. Antes de la Revolución, su familia administraba la fábrica de muebles La Perla, donde compraban los ricos de la isla.

¿Pueden esperarse grandes cambios en Cuba con el nombramiento de Díaz-Canel, el jueves, por más de 99% de los diputados de la Asamblea Nacional? Es poco probable. Al menos no en el corto plazo.

No hay que olvidar que el octogenario Raúl Castro retendrá el mando sobre las Fuerzas Armadas y la dirección del Partido Comunista.

Y, tampoco, por lo que Díaz-Canel expresó en su primer discurso después de ser votado Presidente: que la política exterior de la isla se mantendrá inalterable y que Cuba “no negociará sus principios”.

Más aún, dijo, “el mandato de la Asamblea es dar continuidad a la Revolución Cubana”.

Sin embargo, no por ello debe desdeñarse el relevo en la Presidencia de la isla. Finalmente, los cambios que Cuba ya ha hecho, como el deshielo con Estados Unidos, fueron promovidos por Raúl Castro, de quien Díaz-Canel es un claro discípulo.

Quizá en los tiempos actuales, con Donald Trump en la Casa Blanca, veamos que el régimen cubano se atrinchera en su tradición. Pero no hay que perder la pista de Díaz-Canel, pues logró llegar a donde muchos otros simplemente no pudieron.

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