El candidato presidencial estuvo en Ciudad Serdán y Texmelucan, ahí, pidió a los simpatizantes que respalden a Barbosa, así como al resto de los candidatos a un puesto de elección popular.
Por: Mario Galeana / Enviado
Ciudad Serdán/San Martín Texmelucan.- El de Andrés Manuel López Obrador es, sobre todo, un ritual aprendido. En sus mítines no hay sorpresas: desde febrero hasta ayer, en su última gira por Puebla, su discurso no ha cambiado un ápice. Su arenga dura alrededor de una hora u hora y media, pero, lustradas de tanto sonar y sonar, la gente ha ido acostumbrándose a sus palabras.
“Para comprar votos reparten frijol con gorgojo”, dijo ayer, al mediodía, en Ciudad Serdán. Y las risas de la multitud estallaron por lo que venía: “O reparten varillas, láminas de zinc, láminas de cartón... y, en algunos lugares, pollos, puercos, cerdos, cochinos, marranos... ¡Eso es lo que son!”

Más tarde, entrada la noche en San Martín Texmelucan, el último municipio que visitó, el tres veces candidato presidencial echó mano, otra vez, de esa promesa: venderle el avión presidencial a Donald Trump.
“Ya ven cómo es él (Trump) de presumido, le gusta andar regando aceite... ¡Pues le vamos a ofrecer el avión de Peña Nieto! No es posible ese palacio en los cielos”.
Acaso sólo una cosa ha cambiado en el discurso de López Obrador en Puebla. No se trata ni siquiera de sus críticas a Martha Erika Alonso Hidalgo; sino más bien de la posibilidad de que la gente opte por el voto diferenciado: que lo elijan a él sin apoyar necesariamente al manojo de candidatos de la alianza Morena-PT-PES.

No es posible determinar qué tanto ha influido la contracampaña “AMLO sí, Barbosa no”, pero, en los últimos dos días, el tabasqueño se vio obligado a pedirles a sus simpatizantes que respalden también al candidato Miguel Barbosa Huerta y al resto de los abanderados al Senado de la República, Cámara de Diputados, alcaldías y al Congreso del Estado.
“Están pidiendo que haya voto diferenciado”, pronunció López Obrador ayer, “que voten por mí pero no por los otros candidatos. Yo les pido que haya voto parejo. Soy respetuoso y demócrata, y aceptaré lo que la gente decida. Pero sí sería muy incómodo tener que ponerme de acuerdo con la señora esposa de Moreno Valle. Sí me entienden, ¿verdad? Yo quiero entenderme con Miguel Barbosa”.
En ese instante del discurso, Barbosa Huerta suele emparejarse junto a él y, tomados de la mano, alzan los brazos frente a la multitud.
Hasta entonces, el senador con licencia pasa la mayor parte del mitin sentado a las espaldas del tabasqueño. Lo mira a distancia y escucha, sobre todo escucha. Como si sopesara sus palabras: como si intentara descifrar qué cosa tiene ese discurso que, aunque suene y suene, no deja de desatar carcajadas, y a ratos furia, reproches.
Porque mañana, en algún lugar del país, el frijol con gorgojo volverá a sonar, y una nueva risa lo sucederá.

