Crónicas marcianas
Por: Zeus Munive / @eljovenzeus
Hay dos áreas en esta organización: la política que está casi destruida –y sólo queda Eduardo Rivera Pérez y parte de su grupo (algunos de ellos gente bien intencionada)– y el empresarial.
Ese es uno de los misterios del más acá. Gran incógnita que se guarda en este proceso electoral. Sí, usted sabe, La Organización, esa unión de católicos fanáticos que dicen que su intención es traer el reino de Dios a la Tierra, aunque algunos pensamos que realmente lo que quieren es dinero y poder, pero sólo somos unos mal pensados incrédulos, ninis y cero emprendedores.
Hay dos áreas de El Yunque, la política que está casi destruida y sólo queda Eduardo Rivera Pérez y parte de su grupo (algunos de ellos gente bien intencionada) y el empresarial. Este último no va a desaparecer. Son esa clase de empresarios que durante sexenios, desde principios de los 80 y finales de los 70 se dedicaron a extorsionar a través de sus cámaras empresariales a los gobiernos priistas.
Así que el MURO (Movimiento Único de Reaccionarios Ojetes) o el FUA o como se quiera llamar, está casi fuera de la contienda política. Con el inminente triunfo de López Obrador a nivel federal, con la posible llegada de Martha Erika Alonso a la gubernatura, sólo les quedaría la ciudad de Puebla si bien les va. El riesgo es que si quedan ahí, se reagruparán para tomar el control del PAN, que lo perdieron hace seis años y que cada vez se les sale de sus manos.
Una mala práctica de El Yunque es que nunca cumple sus acuerdos, tratan a los externos como objetos y no como sujetos. Su verdadero Dios no es el Cristo en la cruz, ni el Todopoderoso, ni el Espíritu Santo. Su verdadero Dios es el poder y el dinero. Y les pongo un ejemplo, relativamente reciente: en 2006 cuando el escándalo Lydia Cacho-Mario Marín. Los empresarios ligados al Yunque fueron los primeros en salir a marchar con la consigna “¡Marín renuncia ya!”, al poco tiempo esa consigna —fueron tres meses— fue olvidada.
La cúpula empresarial se alió con el ex gobernador y se le pagó con recursos millonarios, además del manejo del Impuesto Sobre la Nómina (ISN). ¿Dónde quedó la indignación?, ¿dónde quedó la molestia?, ¿dónde? En la memoria y en el olvido. En la traición. En el bote de basura.
Cuando arribó Moreno Valle al poder, El Yunque político fue comprado y borrado. Franco Rodríguez era la carta fuerte de Eduardo Rivera para sucederlo en el municipio y lo abandonó. Panistas como Carolina Beauregard o Pablo Rodríguez le dieron la espalda a Lalo a la hora de la aprobación de sus cuentas públicas.
Hasta a Francisco Fraile lo doblegaron y ahora es un venerable anciano que habla mal de otro más joven que él y que es Andrés Manuel López Obrador y dice que es un político viejo. Pobre Paco, ya no le queda el papel del jovenzuelo. Del pequeño Peter Pan de la política que se niega a crecer.
El Yunque en su área política está acabado.
Esta será su última contienda y si ganan usarán todas sus fuerzas para recuperar su partido. La guerra entre Eduardo Rivera y el morenovallismo regresará a las primeras planas de los diarios locales e imaginamos quién alentará dichos desencuentros.
La ventaja de Lalo es que lo que no lo mató lo va a fortalecer.
El Yunque no cumple acuerdos. Y eso lo sabe quien lo debe saber. Dicen que para analizar el presente hay que recordar el futuro y predecir el futuro. El área empresarial de El Yunque sólo recapitulará. Se enfrascarán en otras luchas como el arribo de la presunta izquierda al poder. Y se guardarán para otra mejor ocasión. Seguramente, esperarán a ser comprados económicamente, otra vez.
La pregunta es ¿y la parte política?
Si el escenario no cambia quedará borrado del mapa y sólo servirá como un ejemplo de lo que ocurre cuando te enfrentas con quien no debes. Pero todo puede ocurrir de aquí a la noche del día de los comicios federales, estatales y municipales.
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Un lector de esta columna y seguidor de Eduardo Rivera se comunicó con el que esto teclea para aclarar que su candidato no le teme al debate, sólo que estaba esperando las condiciones para asistir con sus homólogos a medirse.
Y debido a que quien nos llamó es la parte decente del equipo riverista, le damos el derecho de réplica, ya que bien merecido se lo tiene.
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Claudia Rivera ya estrenó spot con Andrés Manuel López Obrador y le da una gran legitimada a la candidata a la alcaldía de Puebla. Ella puede ser la ganadora si es que se aplica más y sigue sin esa campaña de desgaste y mantiene sólo un fuerte contraste. Su opositor del PAN es a quien deberá vencer y, se sabe, cuenta con buenos números al ya ser alcalde de la capital. Esa será la verdadera batalla: la alcaldía.

