Las Serpientes
Por: Ricardo Morales Sánchez

Ante el inminente triunfo de Andrés Manuel López Obrador son muchas las voces, como la del historiador Enrique Krauze, que insisten en la necesidad de que haya un voto diferenciado para evitar que la Cámara de Diputados y el Senado queden bajo el control total del tabasqueño.

Yo coincido en este punto, el darle a un hombre el poder absoluto sería regresar a los tiempos más antiguos del omnipotente priismo, donde el presidente de la República y su voluntad eran las únicas que imperaban en nuestro país.

México entró al siglo XXI con la esperanza de un gran cambio con el triunfo de Vicente Fox, lo cual supuestamente significaba la democratización del país, pero sobre todo, el cambio del régimen presidencialista que había imperado durante más de 70 años.

Pero la expectativa del cambio, no se cumplió, México dio paso a la alternancia, pero no al cambio de régimen, el cual mantuvo intactas las mismas estructuras arcaicas creadas por el PRI.

El poco oficio político de Fox permitió la consolidación de los cacicazgos locales, de los gobernadores, quienes se fortalecieron creando su sindicato: la Conago; para tenerlos contentos, Fox les entregó los recursos de los excedentes petroleros, sin necesidad de comprobar la aplicación de esos mismos, lo que contribuyó a incrementar el poder de estos personajes, lo que he denominado el feudalismo mexicano.

El triunfo endeble de Felipe Calderón, quien arribó al poder completamente deslegitimado como ocurrió con Carlos Salinas de Gortari en 1988, contribuyó a fortalecer más a los gobernadores, amos y señores de sus vidas en cada una de sus respectivas demarcaciones; México entró al siglo XXI conservando las formas del siglo XX, las cuales se han mantenido intocables.

En esta elección, el Poder Legislativo tiene la gran oportunidad de convertirse en el real contrapeso del Ejecutivo y poner a México dentro un avance democrático.

En su reflexión del pasado miércoles Krauze señaló: “El poder absoluto en manos de una sola persona, ha dejado una estela de destrucción a lo largo de la historia, ejemplos abundan, en el siglo XX en Europa y Asia, el poder absoluto recayó en líderes de derecha e izquierda, fascistas o comunistas, que destruyeron a sus países y provocaron la muerte de decenas de millones de personas. En el siglo XX en América Latina, el poder absoluto en manos de líderes de derecha e izquierda, militares genocidas o dictadores revolucionarios, sofocó las libertades y provocó hambre y desolación.

En el siglo XX en México el poder absoluto de los presidentes, todos del poder oficial, tenía al menos el límite de la No Reelección, sin embargo, el poder absoluto hizo mucho daño, basta recordar la matanza de Tlatelolco ordenada por Díaz Ordaz; la represión del diario Excélsior ordenada por Echeverría; la quiebra del país causada por López Portillo; la corrupción impune en tiempos de Salinas.

Desde 1997, año en que el PRI perdió la Cámara de Diputados, ningún presidente ha tenido el poder absoluto en el Congreso, ni Zedillo, ni Fox, ni Calderón, ni Peña Nieto, elección tras elección en el año 2000, 2006 y 2012, ha sido electo presidente de un partido y a los diputados y senadores de otro, esta votación dividida ha dado continuidad a la democracia y ha preservado las libertades, sobre todo la libertad de expresión, por eso para seguir construyendo nuestra democracia y conservar nuestras libertades, pienso que es muy importante que dividamos nuestro voto”. Hasta aquí la larga, pero necesaria cita.

Reitero, la gran oportunidad de que México entre por fin al siglo XXI es tener un Congreso plural, que sirva de contrapeso al Ejecutivo.

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