Los Guisantes de Mendel

Por: Víctor Florencio Cabrera / @vicfc7 

La conciencia de la clase política y de los ciudadanos en general empieza a estar clara respecto de la importancia que tienen las energías renovables, el cambio climático y la transición energética. El hecho de que se hayan tocado en los debates presidenciales y en la agenda de los candidatos, cuando hace seis años no había mención alguna del tema, es un verdadero logro.

Más allá de las propuestas escritas en las plataformas, la interacción que he podido tener con los representantes de los candidatos, me deja claro que con sus bemoles los tres equipos (perdón aquí que haga de lado al Bronco) tienen clara la importancia de la transición energética. Desde mi perspectiva, cada uno tiene sus errores: Uno prolongaría el uso de combustibles mediante refinerías, otro eliminando el IEPS y el tercero usando como base energética de forma prolongada el gas.

Pero un colaborador de un candidato me planteó lo que a mi juicio parece un falso dilema:

¿Qué hacer con el transporte en la transición? Pero esa pregunta, que podría conducir a dar por buena la propuesta de eliminar el IEPS o construir refinerías, en realidad llama a pensar, y he aquí algunas ideas.

Primero: la función de un Estado moderno debería ser administrar y procurar los bienes públicos, no abaratar bienes privados. En ese sentido, la política energética respecto al transporte debe tener como principio el transporte público, no el auto privado.

Segundo: La importación de gasolinas significa un incremento en el costo para el privado, no para el Estado, que transfiere los costos. No hay daño al erario, se evitó con la liberalización del mercado.

Ahora bien: ¿Qué significaría eliminar el IEPS a las gasolinas o construir refinerías?

El primer caso, es renunciar a unos 200 mil millones de pesos anuales, de los cuales el 160 mil se irán al 20 % de la población con más ingresos.

Una medida regresiva. Construir refinerías podría ir desde 120 hasta 370 mil millones de pesos o más (la última refinería construida en América Latina costó 18,500 millones de dólares para 230,000 barriles diarios de procesamiento).

¿Para qué serviría eso en transporte público? Hagamos cuentas:

Según información del sindicato de trabajadores del trolebús, sus unidades cuestan 550 mil pesos, la mistad que el metrobus A diferencia del metrobús, el “trole” no requiere reencarpetar, pero si tendido eléctrico. Supongamos que el costo de las líneas es similar. La última línea construida en el país fue la 7 del metrobús, de 15 km y 2,800 millones de pesos. O sea, 186 millones de pesos por kilómetro.

Con el IEPS anual se podrían construir más de mil kilómetros de transporte público cero emisiones al año. Con el precio de una refinería, hasta 1,989 kilímetros. ¿en qué ciudad quiere usted empezar?

Y ¿el transporte interurbano?

La última ruta terminada de tren suburbano, el tren turístico Puebla-Cholula, costó 1,113 millones de pesos por 17.2 kilometros. Es decir, unos 65 millones de pesos por kilómetro.

Un tren de estas características de Ciudad de México a Pachuca costaría menos de 6,000 millones de pesos.

¿Creé usted que un viajero diario de Tizayuca a la Ciudad de México o de Tlaxcala a Puebla preferiría usar el auto en el tráfico o viajar en tren cómodamente? Los 200 mil millones de IEPS o 370 mil millones de una refinería alcanzarían para entre 3,000 y 6,600 kilómetros de tren, suficientes para atender nuestras zonas urbanas. La red de corredores de autopistas federales del país es de 9,185 km.

Con el costo de una refinería se cubriría el 60 % de esa longitud y o con cuatro años de IEPS se cubriría esa distancia.

Claro que habría que crear modelos de movilidad diferentes en cada ciudad, reprogramar la mente de los ciudadanos para pasar de la idea del auto al transporte público (como en los países de primer mundo), pero ¿no es eso parte del reto de la transición energética?

 

Ahora le pongo la cereza del pastel: ¿Cual sería el costo del pasaje?

Si como las refinerías, fuera sólo inversión estatal y se fuera esa inicial a fondo perdido, el costo sería el de mantenimiento, operación y el energético. Si se subasta la energía eléctrica que los alimente con resultados como los de las tres primeras subastas del CENACE, tendríamos transporte público limpio, de calidad y de bajo costo.

¿Le seguimos apostando a refinerías o a bajar el IEPS?

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