Bitácora 
Por: Pascal Beltrán del Río / @beltrandelrio 

 

El 1 de julio, mientras el tsunami lopezobradorista arrasaba casi todos los rincones de la geografía electoral –de Tijuana a Chetumal y de Poza Rica a Colima—, Guanajuato era tierra seca.

A reserva de que las impugnaciones ante el Tribunal Electoral digan otra cosa, ese estado del centro de la República, con su listado nominal de 3.7 millones de votantes —el quinto más grande del país—, fue el único que no ganó Andrés Manuel López Obrador en los comicios presidenciales.

De acuerdo con el PREP, el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia obtuvo allí 606 mil votos, contra casi 816 mil del panista Ricardo Anaya y 328 mil de José Antonio Meade.

Ésta es la cuarta vez consecutiva que el PAN —que ahora fue en coalición con el PRD y Movimiento Ciudadano— gana Guanajuato en una elección presidencial. Lo hizo, por supuesto, con los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón. Pero también lo hizo hace seis años, cuando la panista Josefina Vázquez Mota quedó en tercer lugar de la contienda. Y lo ha repetido este 2018, cuando López Obrador sacó más del doble de los votos de Anaya a nivel nacional.

En ninguna otra entidad del país ha ocurrido algo semejante en la historia electoral reciente. Incluso, la Ciudad de México, ese baluarte de la izquierda, no votó por esa corriente política en 2000.

Aunque López Obrador ganó ese año la Jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal, la mayoría de los votos de la elección presidencial fueron para Fox.

Esa fidelidad electoral al PAN en Guanajuato no se ha replicado siquiera en Baja California —donde Acción Nacional ganó su primera gubernatura en 1989—, pues ese estado fronterizo votó mayoritariamente por Peña Nieto en 2012 y esta vez lo hizo por López Obrador.

La semana pasada pregunté al candidato ganador de la contienda por la gubernatura, el también panista Diego Sinhué, a qué atribuía esa constancia y me dijo que tenía que ver con la política económica que los gobiernos surgidos del PAN han aplicado en Guanajuato desde 1991 y que han generado crecimiento económico y caída de la pobreza.

Puede ser, pero entonces ¿por qué no se ha repetido en Aguascalientes y Querétaro, estados cuya población también se ha beneficiado por la atracción de inversiones y que, como Baja California, también dieron el triunfo a Peña Nieto y AMLO?

¿Acaso tendrá que ver con la historia del estado, en que el conservadurismo político y la fe católica han jugado un papel importante en la sociedad?

La verdad, no lo sé. A lo mejor es una coincidencia que la ciudad de León se haya convertido el domingo en la urbe donde menos porcentaje de votos recibió López Obrador en el país y que esa ciudad fue, en los años 40, una plaza de importante actividad sinarquista. O a lo mejor no lo es.

Los datos del PREP dicen lo siguiente: En los cuatro distritos electorales federales con cabecera en León —lugar donde Ricardo Anaya efectuó su cierre de campaña—, el candidato panista obtuvo 299 mil 291 votos contra 123 mil 235 de López Obrador. Es decir, León fue el mundo al revés de lo que ocurrió el 1 de julio en el resto de la República.

Hace seis años, los tres distritos que entonces tenían cabecera en León dieron 266 mil 193 votos a Vázquez Mota, 236 mil 678 aPeña Nieto y 50 mil 660 a López Obrador.

Hace doce años, esos mismos tres distritos dieron 360 mil 535 sufragios a Felipe Calderón, 94 mil 653 a Roberto Madrazo y 49 mil 46 a López Obrador.

Es decir, el PAN ha logrado que León siga siendo su mayor baluarte en el país, pero este 2018, López Obrador multiplicó por más de dos su cosecha de votos en la localidad. Aun así, la diferencia es grande.

A reserva de esperar que se otorguen las constancias de mayoría, el PAN ganó (con su coalición) la elección de senadores en el estado, por 867 mil votos a 503 mil, así como 14 de las 15 diputaciones de mayoría relativa.

Para ser precisos, hay que decir que el tabasqueño no perdió en todo Guanajuato el 1 de julio. Ganó en tres de los 15 distritos: Los números 8 (Salamanca), 13 (Valle de Santiago) y 14 (Acámbaro).

En sucesiones anteriores, los ganadores de la contienda, una vez en Presidencia, han tratado de congraciarse con los estados que les dieron la espalda en la elección, aumentando la inversión pública y haciendo un gran número de giras.

¿Será el caso de López Obrador en relación con Guanajuato?

 

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