Por: Alejandra Gómez Macchia / @negramacchia
Euforia. Hay algo en la mirada de los ganadores que cambia de un segundo a otro. Martha Erika entró siendo la candidata que ganó en las urnas, y salió siendo ya gobernadora.
Nunca antes se había visto tal operativo de seguridad sobre el bulevar Atlixco.
Cientos de policías haciendo valla con sus escudos acrílicos, esperando que nada se saliera de control.
Eran las 10:30 de la mañana y aún faltaba una hora para que el evento arrancara.
La prensa fue convocada desde días pasados. Teníamos que estar ahí 11:30, ya listos.
Toda esta parafernalia no hubiera sido necesaria si el pasado martes no se hubiera registrado el asalto al MM Grand Hotel Puebla por parte de José Juan Espinosa, Alejandro Armenta, Fernando Manzanilla y sus huestes belicosas.
Tampoco si la gente de Morena hubiera acatado las recomendaciones de Tatiana Clouthier: “La marcha del domingo queda suspendida”.
Sin embargo, por debajo del agua, los instigadores de siempre insistieron en crear especulación convocando a una marcha, la cual, según se vio en redes, era bastante famélica. Pero, por las dudas, el IEE estaba sitiado.
A las 11:20 estacioné mi carro a tres cuadras de la sede del instituto. Busqué la forma de entrar al bulevar y un oficial me indicó que debía caminar otra cuadra más para poder cruzar.
Una vez llegando al lugar donde permitían la entrada a la prensa, caminé en medio de la avenida. Jamás había sentido la tensión que en ese momento sentí: la tensión de cientos de ojos viéndote avanzar, solitaria, sobre el asfalto.
Cuando al fin llegué al IEE, me topé con un exultante Gerardo Islas, quien fue uno de los ganadores contundentes (no morenistas) de la pasada elección.
Ya nos saludamos. Ya me mostraba las fotos de la noche anterior, cuando recibió su constancia de mayoría.
Su triunfo no tuvo lugar a dudas al registrar 40% de sufragios, es decir, 48 mil 943 boletas cruzaron su nombre, lo que lo llevará a convertirse en los próximos días en diputado local por el distrito 22 con cabecera en Izúcar de Matamoros.
Los minutos pasaron y poco a poco fueron apareciendo simpatizantes de la que, en breve, se convertiría (oficialmente) en la primera gobernadora del estado de Puebla.
Banderas con el rostro de Martha Erika invadieron el camellón.
Pasado el mediodía arribaron dos camionetas que transportaban tanto al equipo más cercano de Martha Erika Alonso, como a los dirigentes de los partidos aliados.
Finalmente en una tercera camioneta llegó ella: la gobernadora electa.
Contra todo pronóstico, no se presentaron actos hostiles ni dentro ni fuera del IEE. Al contrario, Martha Erika se notaba de lo más relajada y caminó rumbo al salón saludando a la gente que se congregó en las calles, así como a los reporteros que le pedían detenerse para hacerle la mejor foto posible. La instantánea de un triunfo que, pese a verse casi empañado por la beligerancia y la negación de sus oponentes, hoy es un hecho consumado.
Dentro, el mensaje fue breve.
Al recibir la constancia de mayoría dijo que, a pesar de las adversidades, su gobierno saldrá adelante por medio de la tolerancia y la paz.
A la salida del instituto, más fotos, más flashes, más gritos.
Hay algo en la mirada de los ganadores que cambia de un segundo a otro. Martha Erika entró siendo la candidata que ganó en las urnas, y salió siendo ya gobernadora.
De ahí, al festejo.
En el discurso que dio en Acrópolis volvió a dejar claro que su gobierno será un gobierno empático con los integrantes de todos los demás partidos, y que estará en constante coordinación con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
Y al igual que AMLO (en su primera aparición ya como presidente electo en el Zócalo capitalino) prometió a los poblanos (que votaron y no votaron por ella) “no les voy a fallar”.
De esta manera concluye esta temporada electoral, que fue sumamente complicada tanto para el equipo de Martha Erika Alonso como para su principal rival, Luis Miguel Barbosa, quien desconoce el triunfo de la coalición Por Puebla al Frente e intentará impugnar los resultados.
Mientras eso no suceda, Puebla tiene gobernadora. Y, al fin, es mujer.
