Rodrigo Abdala y las dudas
Como un auténtico balde de agua fría cayó a Morena la sanción por 197 millones de pesos que el Instituto Nacional Electoral les impuso después de todas las irregularidades encontradas en el fideicomiso de apoyo a las víctimas por el sismo del 19 de septiembre de 2017. La multa, sin duda, empaña el avasallante triunfo de Andrés Manuel López Obrador, pero también pone en jaque a varios de sus más cercanos colaboradores como el diputado federal poblano Rodrigo Abdala Dartigues, quien utilizó 1.4 millones de pesos de dicho fondo para entregar discrecionalmente los recursos. El legislador ya salió a aclarar que entregó dos mil 400 pesos a cada una de 600 familias, pero hasta la fecha no existen pruebas ni forma de comprobar que ese dinero fue otorgado sin fines proselitistas ni fueron mal aprovechados. Es más, el fideicomiso operó con toda la opacidad del mundo sin que nadie en el instituto de AMLO estuviera interesado en transparentar los recursos. El escándalo que pesa sobre Abdala Dartigues deja más dudas que certezas y, por desgracia, hace también dudar si es que el legislador se encuentra a la altura de una responsabilidad como la que ocupará a partir del 1 de diciembre cuando sea designado coordinador del gobierno de López Obrador en Puebla, una especie de súperdelegado o, si se quiere ver de otra forma, de vicegobernador. ¿Será?
¿Cambió de enemigo?
¿Dónde quedaron los discursos de Miguel Barbosa Huerta en los que señalaba que su lucha principal era contra Rafael Moreno Valle? Después del 1 de julio decidió que tiene un nuevo enemigo copartícipe del fantasmal fraude: José Antonio Gali Fayad. Para Barbosa Huerta, el sentarse con el mandatario, como lo exige el buen oficio político e institucionalidad, es avalar el fraude que según dice le cometieron. Eso sí, cuando le tocan el tema pierde el control. ¿Será?
Cuando hay oficio político
A pesar de su inexperiencia en el mundo del poder, la alcaldesa electa Claudia Rivera Vivanco ha dado cátedra de oficio político a muchos en Morena, comenzando por quien se supone gozaba de esto y que lo llevó a dirigir el Senado: Luis Miguel Barbosa. Es sorprendente cómo en dos meses y tres semanas el ex perredista demostró su peor cara: la de la intolerancia, mientras Rivera Vivanco supo poner los intereses del estado encima de uno particular. ¿Será?
