Diario de Viaje 
Por: Pablo Íñigo Argüelles / @piaa11

Todo es una gran puesta en escena. Y con todo me refiero a todo. A los antagonismos puros, las disputas a muerte, a las discusiones apasionadas que ocurren a la vista de todos en medio de la calle. El blanco que segrega al negro; el negro que somete al amarillo; el amarillo que ha hecho fuertes declaraciones sobre el blanco, y el blanco, que a su vez, ha confesado que todo en un principio fue por defender al negro.

Todo es una gran fachada. Hablo de las relaciones que mueven el mundo, de los tratos fundados a la mesa que cambian el rumbo de todo un barrio o de un país; de los apretones de mano prolongados que fulano y zutano se dan frente a los flashes, producto de un trato firmado la víspera en torno a una conjura en completa oscuridad.

Todo es una gran fachada. El policía y el delincuente, que en realidad son primos; el sacerdote y el agiotista, amigos de la infancia; del periodista que por aquí denuncia y allá consciente. Hablo del vecino ejemplar, que se acuesta con la señora de enfrente cuando el marido todavía no ha dado la vuelta en la esquina. Hablo de las discordias, de los odios mediáticos, de los mesías que propagan la verdad. Hablo de los polos, el norte y el sur; de los frentes, los Fúas y Carolos, del gran escenario que desde siempre se ha montado. Todo es una gran puesta en escena.

De todos ellos hablo. De los enemigos históricos, que se repudian en la calle, que se ponen el pie cada que pueden, que se acusan en los púlpitos y que en las noches duermen juntos y al otro días despiertan, se escogen el atuendo y salen de casa juntos, tomados de la mano, un beso en la mejilla, caminos diferentes, listos para un día más de odiarse a muerte.

Lo que en el ring lucha, en la oscuridad se abraza. Todo es un gran acto, el mejor de todos, una gran farsa, es nuestra naturaleza, amar lo que un día odiamos, odiar lo que un día amamos.

Yo escribo, ustedes no leen, pero dicen que leen. El director de cine se pone una boina y una bufanda, se sienta en su silla plegable, se esconde detrás del engaño. El escritor escribe, se bebe un café, publica un libro, pero nunca ha leído nada. El gran sabelotodo, el gran líder de opinión, el columnista que de todo tiene los porqués y de cada misterio tiene clave, presenta un libro ante una audiencia estupefacta, comparte el escenario con presentadores que no han leído el libro que han ido a presentar pero no importa, porque han ido ahí para adular al escritor.

Hablo de mi, que digo que voy pero no voy. Que digo que fui pero en realidad no fui. Hablo de mi, que me estremezco ante la caída del telón de mi propia obra. Que me quedo impresionado por la falsedad de mi argumento, de mi ironía.

Todo es una farsa, un gran número teatral. Nadie se odia de verdad, nadie se ama de verdad. Qué somos entonces, no lo sabemos hasta que estemos en la oscuridad. No lo sabemos hasta estar cerca de la muerte.

Nos lo hemos creído todo.

 

 

Fito en el Carnegie Hall

De azul no te vistas, Fito, por favor

Que bien, si la etiqueta es al gusto

Un pijama color celeste demerita el gusto

De ver a la gente  en New York

darte todo ese clamor

 

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