En marzo de 2017, durante un operativo en Atzitzintla, donde se desplegaron 500 elementos del ejército, marina, gendarmería, policía estatal y agentes especiales de investigación, lograron desarticular la banda de Roberto de los Santos de Jesús

Por: Guadalupe Juárez

El control del triángulo rojo se ha convertido en el objetivo de dos grupos antagónicos: el de El Bukanas, con nexos al cártel de Los Zetas, así como el de El Toñín, del Cártel Jalisco Nueva Generación (cjng).

De acuerdo con el diario Reforma, el operativo del martes en Palmarito Tochapan no era para detener a Antonio Martínez Fuentes (Toñín), sino a Roberto de los Santos de Jesús (Bukanas), quien fue visto en la zona, según fuentes oficiales –cita el periódico–, para confrontar al grupo de El Toñín.

Hasta donde se sabe, El Bukanas –buscado en Veracruz y Puebla– mantenía una disputa desde hace un año con El Toñín, con la intención   de extender su territorio de operación, sobre todo en el robo de hidrocarburo, el cual se ha contenido en municipios como Quecholac, Palmar de Bravo, Acatzingo y Tepeaca.

El Bukanas operaba hasta el año pasado en Esperanza, Huixcolotla, Palmar de Bravo, Atzitzintla y Chalchicomula de Sesma, donde reportes de la Policía Estatal señalan que, tras la persecución de su líder, los integrantes de la banda diversificaron sus actividades al robo de trenes.

En marzo de 2017, durante un operativo en Atzitzintla, donde se desplegaron 500 elementos del Ejército, Marina, Gendarmería, Policía Estatal y agentes especiales de investigación, lograron desarticular la banda de Los Bukanas; sin embargo, Roberto de los Santos de Jesús logró escapar, por lo cual el gobierno de Veracruz pide un millón de pesos a quien aporte datos para su captura.

Oriundo de Veracruz, De los Santos de Jesús se refugió en La Encrucijada, en Palmar de Bravo. Ahí, en uno de los bastiones del robo de combustible, instaló un autolavado que servía de fachada para su centro de operaciones para el huachicoleo.

Su historia, difundida por el periódico El Universal, señala el miedo al que sometía a los pobladores, quienes lo describen como una persona violenta, al grado de despojarlos hasta de sus viviendas.

En cuanto a El Toñín, éste mantuvo un bajo perfil después de que la Sedena y la Policía Estatal montaran en abril de año pasado un operativo en PalmaritoTochapan, junta auxiliar de Quecholac, donde había creado una red de protección con los habitantes del lugar, la cual consistía en brindar apoyos económicos, sobre todo a aquellos que tenían familiares enfermos.

Por lo anterior, de acuerdo con testimonios de los mismos habitantes, cuando las fuerzas castrenses intentaron acceder al poblado, los vecinos protegieron a los huachicoleros con el argumento de que son “personas trabajadoras, dedicadas al campo”.

El último caso sucedió el martes, cuando después de una intervención de la Semar, con la versión de las autoridades estatales de que “iban por un objetivo específico”, los habitantes cerraran la autopista Puebla-Córdoba por más de seis horas.

El Toñín opera con Rusibiel Vargas Hernández, El Ruso, y Gustavo Adolfo Jiménez Martínez, El Vieja, quienes controlan las demarcaciones de Palmarito Tochapan, Palmar de Bravo, Acatzingo y Acajete.

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