Mesa Cuadrada 
Por: Gabriel Reyes Cardoso 

El concepto de Cuarta Transformación se ha ido quedando en la población más por la fuerza de la mercadotecnia y la comunicación que por el consentimiento y el convencimiento.

Ya se irán dando, dirían los viejos y astutos políticos antiguos.

Los nuevos, o reeditados, porque la mayoría lo son, dicen que ya y tratan de imponerlo con urgencia y sed de venganza. Así no funcionan las cosas en una sociedad cualquiera pero más en la nuestra donde por sí, los mexicanos somos desconfiados y taimados pero sobre todo no colaborativos.

La Cuarta Transformación no se dará solo por la fuerza de las urnas. Tampoco por las buenas intenciones.

Requiere la intervención consciente de la mayoría de la población que ya puede manejarse sola.

Los sociólogos reconocen que esa participación estructura, para bien o para mal, dos conceptos básicos en política. Uno quizá el lado constructivista se le denomina gobernanza y el otro, el lado hostil al que conocemos por gobernabilidad.

En el primero, el valor superior es la concordia como método. Acordar entre todos y organizarnos para establecer objetivos y metas del esfuerzo social y coordinarnos con nuestros operadores empleados llamados gobierno para consolidar los tres valores supremos de toda sociedad: libertad, justicia y equidad.

En el segundo, el valor superior es la legalidad como método. Es el juego entre coerción y acatamiento. Si los ciudadanos jalan, no hay mucha necesidad de imponer la fuerza “legal”, caso contrario, utilizar la fuerza “legal”. A veces el garrote.

Es cierto que lo que debe lograr un gobierno, que no un candidato triunfante, que no su partido político, es la confianza en el nuevo gobierno. Esta solo se logrará por los resultados y las evidencias de cumplir con algo parecido a lo que los ciudadanos necesitan, merecen o quieren.

En las vísperas del nuevo gobierno vemos oportunismo, improvisación y por lo mismo confusión.
Se avizora una distancia larga entre el Presidente López Obrador y sus operadores. En López Obrador vemos la emoción y la responsabilidad de conducir a la nación hacia ese conjunto de transformaciones necesarias y ahora, después de la votación tan amplia, indispensables y urgentes.

En sus operadores, protagonismos, pugnas por reacomodos y algo peor, desobediencias, en especial en el caso de la austeridad, salarios bajos, sin lujos, que a los representantes populares ya les corresponde realizar porque ya están en funciones. Usted podría decir que su origen los delata, la mayoría vienen de partidos tan corruptos integrantes de la “mafia del poder”. Es cierto, la mayoría vienen de allí, pero, salvo los electores que los votaron, pocos son los de cepa morenista. Cosas de su corta edad y de poca identidad con los nuevos valores de MORENA.

Corresponderá a los ciudadanos aportar una nueva disciplina, que contiene un nuevo orden para exigir, imponer y también para acatar.

Hace ya varios años, los científicos vienen hablando de una “nueva ciudadanía”, creo que es hora de intentarla.

El próximo gobierno ha estado trabajando en foros de consulta que incluyen el concepto de “ciudadanía digital” que sería esa nueva ciudadanía acoplada a la nueva metodología de la realidad virtual como prerrequisito de eficiencia social para una nueva realidad real.

El esfuerzo deseamos se ponga en marcha y los electores entendamos que lo primero es aceptar que debemos cambiar, aprender a utilizar las nuevas tecnologías como instrumento de ejercicio del mismo poder ciudadano y el gobierno aprender a utilizar esas mismas tecnologías para mejorar sus capacidades de escuchar, atender y resolver a partir del máximo principio de que es, al gobierno a quien le toca obedecer. Lo contrario sería dictadura.

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