Fotos: Ramón Sienra / Agencia EsImagen
La herencia más grande que Daniela Viveros recibió de sus padres es el deporte. El apoyo, la constancia y la resistencia, la llevaron a sus 18 años a su primer mundial de triatlón.
Nacida el 22 de noviembre de 1999 en Pachuca, Hidalgo, Daniela decidió, a sus 15 años, cambiar su estilo de vida por una disciplina que, aunque al principio le costó trabajo por la adaptación, le ha valido de reconocimientos y ser considerada como una joven promesa de este deporte en nuestro país.
Después de un recorrido en bicicleta y unas vueltas en la alberca en el Complejo Deportivo Universitario de Alto Rendimiento de la BUAP, conversa con 24 Horas Puebla sobre su carrera, sus inicios y los obstáculos a los que se ha enfrentado para hacer lo que más le gusta: el deporte.
“Fue inculcado por mi padre, desde pequeña, a mí y a mis hermanos nos llevaron a entrenar, a las albercas. Mi papá hacía maratones, entonces nos sacaba a trotar, a andar en bicicleta.”, recuerda la atleta de su infancia.
En plena adolescencia, sentía un “vacío” en su rutina diaria, salir de la cotidianidad hizo que su madre la mandará a practicar una actividad que jamás imaginó se convertiría en su pasión, una nueva vida.
“Cuando inicie no creí que fuera a llegar a este nivel, (...) mi mamá me consiguió unas clases, le dijeron que era triatlón: ‘hacen bici, natación y carrera’, y mi mamá ‘si, mi hija sabe hacer todos los deportes’. Yo no tenía resistencia, no tenía velocidad, sólo había aprendido a nadar cuando era niña pero esto…”.
La primera semana entrenando triatlón, la hidalguense terminó cada entrenamiento exhausta. Dijo, tardaba más de una hora en transportarse a los lugares donde iba a entrenar, pero fue el aliento de sus compañeros lo que la impulsó a seguir con el ejercicio.
“La primera vez que llegue a entrenar di una vuelta de 25 metros y mis compañeros ya llevaban 4. Había buen ambiente entre los compañeros, me incluyeron, me decían ‘tú no te desanimes, échale ganas’. Les pregunté sobre sus vacaciones y me dijeron ‘nosotros no tenemos vacaciones nunca’, así inició.”, comentó entre risas.
La estatura de la atleta rebasa el 1.80 de estatura, su condición física es impresionante, es ágil, fuerte y dedicada durante su entrenamiento; se desconecta por un momento de la vida y solo se concentra en vencer al reloj.
“A los seis meses (de entrenar) hice mi primer triatlón, de novatas, para personas principiantes, la mitad del recorrido que hago ahora. Quede en primer lugar, eso me dio mucha motivación, (…) seguí entrenando y poco a poco se fueron dando los resultados.”, comparó con el nivel que ahora tiene.
Esta fue su primera competencia, el haber obtenido el primer lugar la impulso a seguir adelante, ser más persistente, esforzarse con mayor intensidad y plantearse objetivos dentro de este deporte.

Las primeras aventuras deportivas
Ya con una condición óptima según sus entrenadores, la triatleta se inscribió en varias competencias. El sueño de Daniela la llevó a recorrer el sur, el centro y casi llegando al norte de la República. Sus padres y tres hermanos fueron quienes la acompañaron en estas aventuras que más tarde le dieron una sorpresa.
“En México hay triatlones de circuito nacional, cualquiera puede participar en estos triatlones, solo te afilias y te inscribes al triatlón. Hay triatlones en Valle de Bravo, Acapulco, San Luis Potosí, Veracruz, son como 12 al año.
Tú vas a esos triatlones y si quedas en primero o en segundo lugar pero por pocos segundos de tiempo del primero, tienes tu pase al mundial. Yo siempre me andaba ‘calando’ entre el sexto, séptimo lugar.”, precisó.

La encrucijada
Tras salir de la preparatoria, Viveros Estrada tuvo en frente dos opciones: dejar por un tiempo el ejercicio, o buscar una universidad que le permitiera seguir practicando y complementarlo en su día a día.
“Busque una universidad que tuviera triatlón, si quería seguir estudiando pero no quería dejar de entrenar. Lo que pasa muchas veces es que entrenan de pequeños, son muy buenos y a la hora de entrar a la universidad dicen ‘no, me voy dedicar solo a la escuela’. En México no hay ese apoyo al deporte, busque universidades privadas creyendo que por el hecho de ser privadas iban a tener buena calidad en los deportes pero no fue lo que esperaba.”, explicó un poco confundida y con las manos entrelazadas.
Poco a poco, los entrenamientos en bicicleta, natación y carrera comenzaron a dar frutos, con ello llegaron los pódiums y la noticia más importante en la carrera de la joven deportista: una invitación al mundial de Australia.
“En Acapulco, San Luis Potosí y Veracruz me fue muy bien. En Veracruz quede en 4to, en Acapulco quede en 2do y en San Luis también segundo, de ahí me clasificaron al Mundial. (Mi padre y yo) Nos sorprendimos, me mandaron un correo. Al principio me emocioné pero también dije ‘es Australia, está muy lejos’, (…) yo seguí entrenando y en enero me confirmaron el viaje.”, dice con los ojos brillosos y enérgica.

Un trago amargo, lleno de experiencia
En septiembre fue la cita, Daniela, junto con su padre, viajaron a Australia para el mundial de triatlón. Atletas de Canadá, Estados Unidos, Rusia, entre otras naciones, hicieron que se midiera en cuanto a su rendimiento y representará a México en la competición.
“Cometí el 14 de septiembre, fue una muy buena experiencia, iba nerviosa porque fue un mundial, o el simple hecho que te digan que vas a competir contra canadienses, estadounidenses, rusas… yo soy mexicana y estoy muy orgullosa pero escuchando sobre los demás deportistas y te entran los nervios.”, recuerda reflexiva y con un poco de frustración.
El apoyo de su padre fue fundamental para que la triatleta no tirara la toalla y siguiera el paso, la pérdida de su bici en la transición tras salir del agua le costó valiosos segundos.
“Tuve algunas dificultades porque me perdí en mi transición, pero bueno, yo creo que mi papá siempre me ha… siempre habla conmigo, me explica las cosas, me dice ‘mira todo es parte como de…’, el punto está en no dejar, no abandonar, en ver cuáles fueron mis errores y tratar de mejorarlos.”, tiene muy presente sobre su figura paterna.
Pese al desafortunado momento, Viveros terminó en el lugar número 37 de los 70 participantes dentro de la categoría de 18 a 24 años. Para ella quedó como una buena experiencia y un crecimiento avanzado para su carrera, algo que pocos pueden presumir.
“Fui top 10 corriendo, hice 21 minutos, en mi transición estuve mal porque perdí mi bici pero bueno, (…) los nervios me traicionaron. Fui número 37 con una hora 14, eran como 70 en mi categoría (18-24).”, resaltó con una sonrisa.
En la siguiente entrega, Daniela nos platicara cómo fue dejar a su familia en su natal Pachuca y la adaptación en su arribo a Puebla, además de la experiencia que ha adquirido al competir con otros deportistas en nuestro país.

