La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Enrique Cárdenas presumió siempre de no ser un político profesional.

Qué rápido los superó.

Cuando estuvo a punto de convertirse en candidato a la gubernatura de Puebla no dudó en recurrir al engaño.

Vaya: en su trama envolvió hasta al propio Miguel Barbosa, quien retiró su precandidatura y se pronunció públicamente a su favor.

Cuando descubrió que Cárdenas había mentido al correr la voz de que López Obrador lo apoyaba, dio un manotazo en la mesa y mandó al ex rector de la UDLAP al basurero de la historia.

En ese lapso, Cárdenas le clavó un puñal a la amistad que sostenía con Diódoro Carrasco, secretario general de Gobierno del estado de Puebla.

Todo ocurrió cuando ambos se reunieron en Casa Aguayo.

Al salir de ahí, nuestro personaje empezó a correr la voz de que Diódoro lo había amenazado de muerte.

Y no dudó en publicarlo en su columna de El Universal.

De nada valieron las réplicas.

Cárdenas siguió fiel a su mentira y no se salió de ella.

Hoy está de vuelta del brazo de Gabriel Hinojosa, el peor alcalde en la historia de Puebla.

¿Qué quiere?

¿A quién quiere engañar?

Fiel a su estilo, regresó impartiendo cátedra sobre temas de economía.

Y ahora resulta que tiene el ABC sobre cómo auditar a los funcionarios públicos en tres patadas.

Su fin parece ser uno.

Y muy claro.

Frente a una eventual anulación de los comicios poblanos busca relevar a Barbosa.

Ya engañó una vez a todos los morenistas poblanos.

¿Lo logrará de nuevo?

Es pregunta que se dispara al pie izquierdo.

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