Figuraciones Mías
Por: Neftalí Coria
Por estos días, he pensado en el cansancio y miro mis libros y mis cuadernos (que es de las pocas cosas que le dan sentido a mi vida) y hay una fila de lecturas y cosas por escribir, pero estoy cansado, muy cansado. Sé que leeré lo más que pueda, que escribiré hasta terminar esa novela que está en las líneas finales, ese libro de poemas que ya está logrado, la obra de teatro que se quedó sin final desde hace cuatro años, pero estoy cansado, cansado ¿Muy cansado como para no proseguir? No lo sé, mañana será un día nuevo.
Quien no se ha cansado de verdad, no puede vivir a plenitud el sosiego de la vida. Ni puede saber que las acciones del que labora tienen límites. Y como en un poema de Pavese, el cansancio es una verdad indiscutible, y aunque pareciera inútil repetirlo, debe tenerse en cuenta, como se tiene en cuenta la llegada de la lluvia, de la luz de la tarde o la llegada de la muerte. Dice Pavese desde un profundo cansancio: “Hay tardes de verano en que hasta las plazas se vacían, tendidas bajo el sol declinante, y este hombre que llega a una alameda de inútiles hierbas, se detiene…” Un momento inherente a nuestro tiempo, es el momento del cansancio. La multiplicidad en que se ha convertido la realidad, cansa con mayor rapidez a los hombres de este tiempo.
Cansarse es digno en una labor y es un símbolo de haber trabajado lo suficiente y el cansancio también es parte de la recompensa. Y hay que ver llegar la noche con sus sitios donde reposar y transformar el cansancio en cualquier otro estado de gracia, que nos traiga a momentos de mejores estadios, aunque al día siguiente, todo vuelva y regresemos al orden que bien conocemos; esa disciplina del trabajo que a muchos, estoy seguro, es de las cosas que les llegan a cansar; una disciplina moral del trabajo que ya es claro que no hace falta. Hoy las formas de trabajo han transmigrado y se ha descubierto, que bajo las tradicionales reglas de los estrictos horarios y los encapsulamientos de hombres laborando en oficinas iguales a mazmorras, los trabajos no producen lo que debieran. Y se han descubierto nuevas maneras de trabajar –sin escritorios, con mayor amplitud, sin horarios, etc.– que han tenido mejores rendimientos.
¿Pero qué sucede cuando el cansancio lo dan los años de haberse cansado? ¿Que significa el cansancio en totalidad, cuando todos esos días de concluir jornadas diarias, se acumularon y se presenta de manera más profunda, cuando hay deseos de abandonarlo todo? ¿La vida cansa, trabajar cansa, esperar la muerte cansa?
Cansa el trabajo, cansa la alegría, la desesperación cansa y mucho cansa mirar que las cosas no cambian en el país del que nos toco ser parte. Cansa el amor, la amistad, las calles destruidas de la ciudad llegan a cansar si es cierto, y cansa la pobreza, la hipocresía, la luz falsa de los días, las noches sin que nada suceda cansan y la voz interior llega a cansarnos porque habla sin piedad. Y la voz no se detiene, va surcando nuestro silencio como un tropel que habla a galope y de tanto correr la voz, también nos cansa. Imposible evitar el cansancio del mundo que se vive, porque el mundo también estamos viendo que se cansa como un animal que no se detiene en su andar. El mundo también se ha cansado y se sacude.
Vemos los éxodos de gente cansada que cruza las fronteras de nuestro país para huir de un cansancio en su pueblo del que sin lugar a dudas está cansado de la violencia (cierto que la infamia de líderes que no dan la cara, se aprovecha del cansancio de ellos y atiza el fuego para que suceda lo que hemos visto en primeras planas estos días), pero cada día el cansancio tiene nuevos rostros, nuevas maneras de arrastrarnos a dar un vuelco en nuestra historia. Y tal vez eso le de un mayor sentido a la vida y creo que sí, que hay que cansarse para transformar el rumbo por el que cada quien transitamos. Y es que vivimos en torbellino de cosas que tienen un significado breve, si acaso lo tienen. Pasamos muchas cosas por alto, porque no puede atenderse ese tumulto. O tal vez sea mejor decir que vivimos en un momento en que lo efímero, es lo único que tiene sentido y sitio en nuestra vida, lo cual considero penoso, porque cada día puede verse la superficialidad en la gente que ya no va al fondo de las cosas, ni al lado izquierdo, como lo dijo Cortázar, sino van a lo más fácil, lo menos hondo y no importa por cuál de los lados, porque les da lo mismo. Hoy es más claro que en nuestro tiempo, lo inmediato, lo que no perdura, lo que se extingue en una flama, es lo único que vale e importa. Es lo único que le da un nuevo y fugaz sentido a la vida contemporánea: la inmediatez y las cosas rápidas y superficiales. Quizás por esa falta de paciencia de los hombres de hoy, el cansancio sea más convulsivo. O quizás como en Walking around, el poema de Neruda, los hombres se cansan de ser hombres y se cansan infinitamente de las cosas que les son necesarias.
Yo termino de escribir esta entrega y espero que la escritura se renueve y el cansancio sea pasajero. La vida no es ligera, ni fácil. La vida es compleja y por eso, maravillosa. El cansancio por la vida puede darnos una magnifica lección o no enseñarnos nada y acabar con todo, eso depende del ánimo de su llegada.º
* Título del poema de Cesare Pavese (Trabajar cansa).
