Figuraciones Mías
Por: Neftalí Coria / @neftalicoria
Aunque nunca se espere, llega la muerte y arrebata a los hombres. No hay más que reconocerla, poseedora de lo que su voluntad imponga. Hace días, como dieron cuenta la prensa nacional y las redes, murió Fernando Del Paso, escritor que fue leído con aprecio y hasta con euforia por algunos de mi generación. Su novela José Trigo, que trata el levantamiento de los ferrocarrileros en 1959, recibió el premio Villaurrutia el año que se publicó, pero se dice que no fue muy bien recibida por la critica, pese a los elogios de Juan José Arreola y Juan Rulfo.
Palinuro de México me parece una aventura admirable por sus apuestas estructurales de una novela compleja, como también está presente en José Trigo, una admiración por las estructuras joyceanas que fueron apetecidas no solo por los narradores de la Generación de Del Paso, sino por otras generaciones más recientes. Fernando Del Paso fue un escritor multipremiado, becado y reconocido. Ocupó cargos diplomáticos y su vida en Europa tuvo un muy buen desempeño profesional, tanto en la radio, como en su actividad como escritor. Y a su regreso a México, ocupó sitios de importancia en el medio cultural mexicano. Fue miembro del Colegio Nacional y de la Academia Mexicana
de la Lengua y becario emérito del Sistema Nacional de creadores. Fue ganador del Premio
Cervantes en 2015.
Leí Noticias del imperio con el fervor que provocó la aparición del libro y me impactó el famoso monólogo de Carlota. Tanto que interrumpí más de un mes la novela antes de proseguir su lectura después de esa voz de la loca, de la que habla y habla, fincada en una investidura demencial extraordinaria, que Del Paso consigue en esa voz femenina. Y aunque no soy lector asiduo y apasionado de novelas históricas, fue una novela que leí y admiré. Poco más tarde leí Linda 67 que no me entusiasmaría como la experiencia anterior.
Escribió teatro y una de sus obras de la que me ha tocado ser testigo, es la adaptación que hizo en versión teatral de Palinuro que se llamó Palinuro en la escalera, aunque no sé de que manera reescribió o adaptó la novela, lo que me supone un proceso de trabajo de escritura mayor. Y fue en 2015, cuando pusieran en escena una generación de egresados del Centro Universitario de teatro (CUT), aunque la obra se había puesto desde mucho antes por otras compañías. En su obra están presente la critica estricta y sin ambages, la ironía, el sarcasmo y esos otros elementos
de la comedia, que refieren a un extremo punto en que la razón pierde camino. Palinuro en la escalera, es el capitulo veinticuatro de la novela Palinuro de México. Y al igual que en la novela, se cuenta la historia del joven Palinuro –estudiante de medicina– que es golpeado por los soldados durante el movimiento estudiantil del 68 y por si fuera poco, también es envestido por un tanque durante una manifestación en el Zócalo de la Ciudad de México. A decir de Juan Villoro, a propósito de ese montaje que se hiciera justo a los 50 años del 68, la obra de Del paso “es la historia que ocurre como tragedia y se repite como comedia”. Los personajes en la obra de teatro que van desde un policía retirado, la portera, un médico borracho, un cartero, entre otros, logran una extraordinaria galería de personajes de la ciudad y en aquel montaje, el vestuario, las máscaras, la alegoría corporal de la puesta en escena, lograrían que el sarcasmo y lo jocoso de la obras se iluminaran. En otro plano los personajes de la Comedia dell’Art, como Pierrot, Colombina y Scaramouche, se ven en la obra de teatro, narrando los sucesos del fatídico octubre de 1968, lo que resultó en la puesta en escena dirigida por Mario Espinosa, un retablo extraño y una alegoría cómica que alcanzó lo que toda puesta debe alcanzar: la poesía del movimiento.
Alguna vez en los años noventa, Fernando Del Paso vino a Morelia para presentar una edición de los Sonetos del amor y de lo diario y me invitaron a hacer el comentario. Recuerdo haber tenido una corta conversación con él, sobre poesía. Me dijo algo elogioso de mi comentario sobre sus sonetos y hablé poco con él porque como suele suceder con los personajes importantes, son muy solicitados. No recuerdo muy bien el hecho, pero hizo una lectura ante un nutrido público y después me firmó un ejemplar. Recuerdo que hablamos de la dificultad de la escritura del soneto y estuvo de acuerdo en que es una de las formas de la poesía más complejas y riesgosas de enfrentar en la escritura del poema. Fue la única vez que lo vi personalmente y me pareció una sabia persona. Un hombre inteligente que no se sentía poeta y con humildad lo refirió. La poesía
es cosa mayor, dijo, pero también se debía a su modestia.
Guardo el ejemplar de los Sonetos firmado por su mano y un amable agradecimiento por mi comentario a su poesía, son las cosas que se quedaron en mis manos como recuerdo suyo. Me propongo a recordarlo, leyendo de nuevo el monólogo de Carlota, que abre Noticias del imperio y seré testigo de la vertiginosa prosa de la que este autor se valió para escribir con altas temperaturas. Dios guarde a Fernando Del Paso, al poeta.
