Mesa Cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso / @GabrielReyesCa3

Pues ya votaron los cinco que faltaban.

Había que esperar. Les dije que no entendía por qué muchos en Puebla y en México ya festejaban la anulación de las últimas votaciones poblanas. Para ellos, ahora lo saben, fue una fiesta de despechos y desesperaciones que exigirá rendir cuentas ante quienes pensaban ya muertos políticamente.

Los que perdieron el sábado pasado fueron más, muchos más que los derrotados el primero de julio de este mismo año.

Pasó mucho tiempo desde que los perdedores originales sucumbieron ante la autoridad electoral local y promovieron su impugnación final. Más de cinco meses y al final, justo cuando ya muchos no teníamos uñas que mordernos, se confirmó la victoria del Frente.

El máximo tribunal electoral nacional hizo del tiempo un aliado y de la falsa expectación un acierto. La transmisión en vivo de su histórica sesión del Pleno tuvo quizá más espectadores que esos shows de premiación que ahora hay cada semana.

Los cuatro magistrados que votaron a favor de respetar los resultados del primer domingo de julio nos demostraron el valor del sentido común que no podía dudar del triunfo de Martha Erika en la misma jornada en la que los poblanos hicieron ganar al hoy Presidente Andrés Manuel López Obrador, los dos senadores, los 14 diputados federales, los 16 diputados locales y los 45 presidentes municipales de Morena.

La sentencia del Tribunal Electoral federal no agradó a muchos que apostaban por la nulidad. El largo periodo de espera minaba cada día las lealtades de quienes no saben defender sus decisiones y estarían dispuestos a venderlas ante el primer escollo con tal de estar siempre junto al campeón.

Conforme los rumores y las filtraciones aparecían, muchos falsos “frentistas” poblanos se acercaron a unos soberbios “morenistas” borrachos de triunfo, ahogados en un éxtasis de vanidades que nunca terminaron por aceptarlos porque su inteligencia de penacho y huarache les exigía cerrar las puertas de su changarro para que no entraran los que no eran puros y de corazón guinda.

Ahora que ya no queda la mínima duda de que Martha Erika será gobernadora, ¿qué harán aquellos poblanos que dudaron, electores o presidentes municipales que rogaban al señor de Tabasco les conociera como hermanos de lucha y olvidara su pasado en el PAN, Compromiso Por Puebla, PSI oPRD, y que ahora intentarán disfrazar su traición con los temores de una orfandad política que además amenazaba con dejarlos fuera de la nómina estatal?

¿Qué harán aquellos que expulsaron en nauseabundos discursos sus odios e ingratitudes hacia un Moreno Valle que acrecienta, cada día, su liderazgo político y ahora les demuestra, una vez más, talento y consistencia políticos?

¿Qué harán quienes presurosos buscaron hacer nuevas amistades con los que ahora mandan en el país y pensaban mandarían también en el estado?

La justicia tiene muchas facetas, pero un mismo final: dar a cada quien lo que le corresponde en función de su esfuerzo.

La decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal es justa para quienes trabajamos a fin de que Martha Erika fuera gobernadora y para quienes votamos para lograrlo.

La decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal es pertinente para quienes creen en el valor y la eficacia de la política.

La sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal es útil, porque termina el largo periodo de incertidumbre que estábamos viviendo los poblanos, a pesar de haber cumplido en tiempo y forma con las leyes y los procedimientos, para decidir a quién queremos de gobernadora.

Y la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal es oportuna para poner orden y sistema en un Congreso estatal, cuyos diputados muy de mayoría, pero también muy de impertinencias y sinrazones, han convertido a la Legislatura poblana en un ring de vergüenza e improvisación.

También eso debemos agradecer a ese Tribunal que, ahora que ya hay gobernadora, tendrán que entender que ser diputados de la mayoría y representara muchos poblanos, que no a todos, no les da derecho a suplir con sus caprichos y venganzas personales la inteligencia de los electores.

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