Figuraciones Mías
Por: Neftalí Coria / @neftalicoria 

A veces he llegado a creer que los libros exigen su olvido o reclaman que se les recuerde con frecuencia y por distintas razones, persisten en ser releídos. Lo mismo sucede con los autores que hundimos en el olvido y no vuelve a nombrarlos nuestra memoria. En cambio otros, su presencia es permanente porque se les admira en altos grados, se les sigue como ejemplo, entre otras maneras de hacerlos presentes en nuestra vida. Los autores y sus libros siempre serán cosa distinta, porque es común que suceda, que hubiéramos preferido no conocer al autor, porque nos pareció desagradable y su obra es indiscutiblemente hermosa, y por el contrario, sucede al revés, que es donde el autor cautiva y no su libro en la soledad de la lectura, aunque debemos reconocer que hay casos donde la vida del autor y sus libros, son fascinantes como una sola cosa.

¿Pero por qué exige un libro estar presente o por qué busca su desaparición? Muchas veces sucede que nunca recordaremos a un libro, ni a una persona cualquiera ¿Y cómo saberlo?. Los sabemos precisamente cuando vuelve como recuerdo, y nos damos cuenta que hacía mucho tiempo que no vivía entra las cosas de la memoria. He ahí el misterio de esa bestia que llamamos memoria.

Por razones que no me detendré a explicar, hace algunas semanas recordé una novela que estaba en esa región de olvido a la que el libro me había enviado. Pero lo he recordado y descubro que entre mis libros, no está presente el ejemplar y no sé su paradero. Se trata de la novela Adán Buenosayres del argentino Leopoldo Marechal. Pero hasta hoy que escribo, desconozco la razón por la que recordé este libro, pero cero que la memoria ha sido justa y me devuelto un libro que pudo haberse perdido en el olvido, y es una novela que me dio lo que las buenas historias ofrecen al lector: emoción, y tal vez enseñanza. Quizás sea porque siempre que sucede algo en mi realidad próxima, tengo la manía de comparar las situaciones con las que he visto en los libros leídos, y eso es imposible de evitar.

Ahora que la he recordado, la he incrustado en mi programa de televisión, porque la presencia de este libro, debo seguir provocándola entre los que la leyeron y entre quien es por primera vez se están acercando a esta novela.

Leopoldo Marechal es un escritor que no ocupa los candeleros de la fama, al contrario de lo que sucede con otros autores de su generación como Jorge Luis Borges. Marechal es autor de una obra brillante. Su novela Adán Buenosayres, es una verdadera novedad en la novelística latinoamericana aparecida a la mitad del siglo XX.

Publicada en 1948, la novela de este escritor argentino, es una de las novelas fundacionales en Latinoamérica como un complejo estilístico, en el que el autor arriesga nuevas formas de escritura utilizando nuevas maneras de narrar, que hasta mediados del siglo XX, no habían sido utilizados. “Viaje a la oscura ciudad de Cacodelphia”, es la tercera parte de las siete que componen la novela y es en esta exploración en el que la ciudad de Buenos Aires, se convierte en un símil dantesco y es quizás aquí, donde el autor logra que la ciudad sea un elemento poético y esencial en la vida de ese extraño héroe llamado Adán Buenosayres, que pretendidamente, es el álter ego del autor de la novela.

En una entrevista con el critico mexicano Emanuel Carballo para la revista de la UNAM, Marechal le dijo: “Al personaje lo llamé Adán porque Adán es el nombre del primer hombre, y le puse Buenosayres no porque fuera porteño, sino porque cuando yo era niño viajaba por los campos de Buenos Aires con mi tío Francisco, un vasco que se dedicaba al comercio de lo que se llamaban frutos del país: cueros, lanas, aves, plumas de avestruz, todas esas cosas que en aquel tiempo se compraban y se vendían. Viajábamos durante quince o veinte días en un viejo carro tirado por cuatro caballos.

Dormíamos donde nos tomaba la noche, lo mismo podía ser en una estancia que en un humilde puesto de pastores, rancho de techo de paja y muros de barro. Los chicos cuando veían que se aproximaba nuestro carro y como no sabían mi nombre y sí, que yo era de Buenos Aires, empezaban a gritar: "Ahí viene Buenos Aires". Por eso le puse Adán Buenosayres. Me preguntará que por qué todo junto. De regreso de un viaje a Europa, encontré que estaban cargando en el barco un cajón que venía de Inglaterra con destino a Buenosayres, así junto y con y griega. Gráficamente, me pareció linda. En este nombre no se oculta ningún símbolo.”

Hay sencillez en las palabras de Marechal, y los orígenes de esta novela, me parecen dignos de un escritor honrado con las historias que cuenta. Lo que parecería que en su origen, tuvo motivos intelectuales complejos para ser escrita, se remite a la sinceridad de un escritor, que ante las cosas sencillas del mundo, extrae el complejo zumo de una historia que en la creación se transfigura. La novela de Leopoldo Marechal, a decir de la escritora mexicana Elena Garro, es una de las influencias claves para la escritura de la novela La región más transparente de Carlos Fuentes, que se publicaría diez años después.

Por fortuna, he vuelto a considerar en mi vida a esta novela que debe ser visitada por una cantidad más amplia de lectores. Por eso también quise reseñarla en “De Palabra en palabra”, mi programa de televisión de los sábados.

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