Figuraciones Mías

Por: Neftalí Coria / @neftalicoria 

Para muchos de nosotros no ha sido fácil llegar a fin de año y menos en este 2018, en que el país se mueve y para sorpresa de muchos, los movimientos de sus treinta y dos lomos siguen siendo ciertos. El temor a los cambios en un país acostumbrado a no hablar de la corrupción y a dejarla campear como una loba hambrienta a manos de los mismos de siempre, es evidente. 

No fue fácil llegar al fin de año con los sacudimientos de la vida política con sus novedades que aclaran y exponen los males que estaban enmascarados, como el caso de Pemex ante los delincuentes, tanto del interior de la institución como los hampones de afuera. En este fin de año, pudimos leer –con la mejor intuición– cuántos engaños, cuántas mentiras todavía faltan por brotar a la luz a la llegada de los nuevos días. Y tampoco será fácil el principio de este 2019 que ya se precipita. 

En lo personal, debo decir que, aunque no fue fácil llegar hasta esta entrega, sigo con bríos para escribir sin tregua y con la sobriedad del oficio que es mi único patrimonio. Siempre habrá novedades en mis cuadernos y todos los días abriré libros para seguir en ese tránsito de la lectura del que espero seguir hasta el último día de mi vida. Por mi parte, tengo pocos prejuicios políticos y muchos menos de otros y espero que la oscilación del país que sigue sintiéndose, nos enseñe que todo cambio, toda muda de piel tiene sus riesgos y se deben correr. Los peores hombres que han gobernado este país, siguen activos bajo los manteles del poder y debe ser también para ellos, muy difícil la llegada del fin de año y espero que el inicio de 2019, podamos saber de qué manera los voraces hombres del poder pasado, allá en la oscuridad y agazapados, se frotan las manos frente a un platillo de ceniza.

La vida es cara en todo sentido de lo que vivir significa. Y aunque hay quien piensa que es fácil, se pierde de lo mejor de una búsqueda y la aventura de conocer la profundidad de lo que vivir significa. En las relaciones como Rilke ha dicho, no se aprende del ejemplo, el amor que a decir del poeta alemán, consiste en protegernos de nuestras soledades, no es algo que no sucede siempre y suele ser un sentimiento muy nombrado y poco ejercido. La vida no es fácil aunque así nos la hagan ver y muchos lo crean. Los sistemas de control operan para que la mayoría se consuele y crea estar refinadamente “bien” porque pueden adquirir cosas y cosas, la sociedad acepta lo que no es esencial para una vida más fértil y más rica en saberes que de verdad el hombre contemporáneo, necesita para ir a la cima momentánea de la felicidad. Y no es que crea que la felicidad deba ser larga, cómoda y perenne, pero creo que es necesaria para el goce de la vida; hablo de una felicidad sencilla y modesta que no oculte la realidad en la que estamos inmersos, y no esa otra efímera que producen las cosas adquiridas que pronto se desgastan en la posesión de muy altos costos de la vida misma.

Hoy, el nuevo padecimiento que ha provocado la sobrevaloración de la apariencia, mueve a la mayoría de los jóvenes a ser estrellas de un mundo totalmente irreal, pero no es sólo a los jóvenes a quienes cautiva, porque también alcanza a la generalidad de una sociedad que cada vez más está mirando el paso de la historia en las pantallas. Cifrando la existencia en la apariencia, va un tropel de hombres y mujeres con una pantalla en la mano, transitando sin culpa y sí felices de habitar un mundo que no podrán alcanzar, sino es con los ojos fijos en sus rectángulos que prometen un mundo feliz y verdadero al poseedor de cada pantalla. Hoy las redes nos permiten “amar” de lejos y hacernos creer que estamos comunicados y poseemos la información real y total del mundo, cuando la verdad es que desde la soledad, se oprime un botón para “entrar” a un mundo efímero que con toda facilidad –como la pantalla– se apaga y nada queda en las manos, aunque apacigüe y disimule la soledad que cada día es mayor en la carne viva.

Es fin de año y principio de otro. Es hora de hacer recuentos, es momento para mirar atrás y contemplar la estela que se queda allá, con todo lo que hicimos y lo que nos fue imposible. Es hora de mirarnos en el espejo de estos momentos en que se brinda, en que la familia se reúne y la embriaguez nos hace hablar, para que a los cercanos les digamos una verdad más.

No está por demás la reflexión y la calma, ni sobra entrar al silencio para pensar (cosa que mucho nos falta en el tráfago de los días ordinarios). Hace falta tolerar nuestra historia que ahora mete espuelas a un país que mucho necesita de la tolerancia y respeto a lo que otros piensan. Un país que sigue de pie y oscila, un país que puede ser la oportunidad de que la vida –por difícil que sea–, la hagamos más fértil, tenga mejores caminos y en nuestra permanencia en el mundo, encontremos los saberes que nos harán encontrar la cúspide de la felicidad, por breve que esta sea, pero que no salgamos de la vida sin haberla vivido en carne viva. 

Feliz 2019 para mis lectores.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *