Mesa cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso / @GabrielReyesCa3
2018 fue el año de los odios.
Odiar sólo expresa incapacidad y desesperación. Nada que ver con algún tipo de inteligencia.
Los mexicanos fuimos llevados, conscientes o no, hacia un caldero enorme que los acrecentó y nos confrontó y confronta más que antes.
Unos claman venganza, otros no saben qué reclamar.
Los espacios para el debate público sólo recrean el libre ejercicio de todo tipo de amenazas, falsedades y chantajes.
La Cuarta Transformación se madura en tinieblas, gritos y manotazos. Todo parto es doloroso, pero benéfico.
La esperábamos un poco más tersa.
Pero lo que no esperábamos los poblanos son los dolorosos acontecimientos con los que nos castiga la realidad política.
Muchos no desearían que comenzara 2019. A otros les urge.
Piensan que el tiempo opera en favor de lo que uno quiere.
A MORENA, que hace un par de meses le urgía una elección extraordinaria, ahora quiere que se retarde.
Al PAN y su FRENTE, que ni de broma hubiera aceptado las elecciones extraordinarias, ahora le urgen.
Nos esperan cinco meses de mayores confrontaciones y violencia, quisiera pensar, sólo verbal.
Pero, diría mi madre, Dios no les da alas a los alacranes ni cumple antojos ni endereza jorobados.
No deberíamos permitir que la historia poblana se confirme cíclica.
El siglo pasado registró un amplio periodo de broncas políticas que por 18 años sumió a los poblanos en la incertidumbre. Pasaron tres gobernadores electos, cuatro interinos y un encargado de despacho.
Sólo un viejo político, afable en su trato, entendió lo que necesitaban los poblanos. Tranquilidad y certidumbre política. Cancelemos Odios y Rencores y si bien en los seis años de su encargo no se cancelaron del todo, los grupos políticos abrieron un compás de espera inteligente que seis años después permitió, con el nuevo gobernador, el paso definitivo al crecimiento económico.
No se nota esa vocación en los grupos políticos de ahora.
Son tiempos diferentes y requieren soluciones diferentes.
Hay que abonar mucho el terreno de la concordia al margen de las creencias políticas. El bien supremo es la certidumbre y la estabilidad.
Otros tiempos de conflicto y reacomodos sólo fueron de letargo en el desarrollo económico que benefició sólo a unos cuantos.
Aprovechemos esta nueva etapa nacional para construir una sociedad de tolerancia y respeto, aunque lo ideal sería de colaboración y ayuda mutua.
Despejemos tinieblas y sin miedo incursionemos con inteligencia y valor.
