Figuraciones Mías
Por: Neftalí Coria / @neftalicoria
Nombrar las cosas para comprenderlas, acercarse a ellas y observar, analizar, comparar, esa es nuestra tarea, pero poco ocurre. En la catástrofe es quizás donde más se requieren los nombres exactos de las cosas que suceden. Y deben nombrarse donde sea necesario su nombre y comprenderse, para hacer en ellas un ejercicio objetivo que de verdad cumpla con el significado, porque cuando las palabras están heridas, dejan de significar, se desgastan, fueron botes para patear en la calle y abandonar el significado a su suerte. No debemos olvidar que una lengua enferma, infecta a sus hablantes, aunque es claro que el virus que la enfermó, también son los usuarios.
Pienso en los nombres de las cosas y cuánto hace falta darle el valor a las palabras. Escribo estas líneas en la madrugada, después de haber pasado por las calles donde muchos duermen en sus coches afuera de las gasolineras apagadas y la ciudad –mojada por una lluvia en partes–, se percibe estremecida y muy lejos de estar en calma. Hay un hálito muy parecido al desasosiego, pero pensaba en otra palabra que pueda revelar con mayor exactitud lo que eh visto estos días. Y deduzco que es inquietud colectiva. Esa inquietud que es un fantasma recorriendo las avenidas, los cafés, los centros comerciales y podemos verla, en las caras de los que manejan autos. La inquietud ha sido constante en los últimos días y me ha alcanzado a mí de manera farragosa. Sin embargo, lo que ya se ha sabido del crimen contra la nación respecto al robo de hidrocarburos, es de mayor escándalo y sumamente grave. Me pregunto ¿Por qué hemos aceptado que esos hombres “listos” roben un bien nacional en tales cantidades y con tan frondosa libertad secreta? Deberíamos estar indignados con toda esa red que saqueó al país que enriqueció a los más cerdos del poder, como se han enriquecido otros, no menos sucios, con los bienes del pueblo más necesarios (se me vienen a la memoria ahora mismo, el caso de las inyecciones de agua en Veracruz). Inhumanos, crueles, cínicos y más calificativos que los señalan como verdaderos parásitos del pueblo.
Nuestra fuente de conocimiento –que fue la escuela– ha fallado, porque también allí hemos aprendido la desigualdad y la corrupción, de manera que es normar mirar el mundo así, y crecimos pensando que no somos iguales en derechos, que somos distintos en relación la familia de la que se proviene. Allí están los verdaderos orígenes de un problema social y de valores, que han construido monstruos como Raúl Salinas, Elba Esther Gordillo, Romero Deschamps, la esposa de Javier Duarte, la Gaviota, entre otros que están debajo, detrás y por encima de la maquinaria de la corrupción permisible y que están hechos a imagen y semejanza de esas mismas estructuras perversas e insaciables que han llevado al país al quebranto humano.
Y es que la inquietud –desde hace tiempo– ha tomado las ciudades. Se convive con ella y en ella. Cobra presencia en las fibras más finas del tejido social. La inquietud en la gente, por estos días donde muchas cosas parecen inciertas, se debe a la falta de combustible y al hecho de no saber las razones objetivamente, pero también se debe a la falta de razonamiento y a la impaciencia. La inquietud no se aguanta, la inquietud debe tener destinos rápidos y acabar. La mediatización del desabasto de gasolina, cobra su cuota confundiendo también en las redes sociales, porque en las redes sociales, hay un ejercito de imbéciles opinando, como lo ha dicho Umberto Eco y yo agregaría, que el crecimiento del problema, es que también los imbéciles creen en esas opiniones y ante el fenómeno mediático, la mentira, lo falso y los juicios fáciles, se han vuelto parte de la vida diaria y lo que es peor, esa forma de comprender el mundo, está convirtiéndose en una mentalidad, como sucedió con la corrupción, que se ve con naturalidad, se permite y se ejerce, porque así se ha educado este país desde las fuentes de conocimiento (la escuela, la familia, los espacios laborales, etc.).
Veo algo delicado en todo esto. No sabemos contenernos, no sabemos hacer uso de la paciencia y bajo los rumores y suposiciones, se actúa muchas veces sin importar que actuemos de manera errática y bajo la ley de la impaciencia, y creo –como Kafka– que la impaciencia, ha sido la razón de todos los errores humanos.
También la violencia en todas sus variantes, en México, nos ha dejado una distinta manera de ver la vida. Nos hemos habituado a ver hombres hechos pedazos, cadáveres colgados en los puentes, como se debieron acostumbrar a ver la muerte aquellos que vivieron en una guerra. He visto un video que me envió un amigo en el que torturan a un hombre antes de asesinarlo y le ponen con fierro al rojo vivo –como se hierra a los animales–, unas palabras de insulto y la razón por la que en un momento más, debieron matarlo, llevarlo a exhibir a un puente para que de la misma manera que en el medievo, la gente tome ejemplo.
Y pienso que esa es la nueva palabra de la barbarie, la que puede seguir en el dialogo de nuestra historia próxima, como vemos a estos portentosos ladrones de un bien de los mexicanos, alegrarse la vida en la oscuridad de sus fortunas. Estoy de acuerdo con las medidas del gobierno, de acabar con la corrupción, aunque tengamos que caminar por unos días y sigamos siendo presas de la inquietud.º