La siguiente entrevista, publicada en tres partes, apareció en la edición impresa de 24 Horas Puebla en marzo de 2017, se reproduce a continuación con fines periodísticos y de interés para nuestros lectores.

Por: Mario Alberto Mejía / Primera Parte

Si hay un hombre en Puebla que debió haber sido gobernador del estado, ése es don Guillermo Pacheco Pulido: el poblano más sabio y conocedor del sistema político mexicano. Cuando menos en dos ocasiones estuvo en la antesala de Casa Puebla —en las sucesiones de Alfredo Toxqui y Mariano Piña Olaya—, pero las circunstancias hicieron que en su lugar llegaran Guillermo Jiménez Morales y Manuel Bartlett Díaz. En la primera parte de esta entrevista, don Guillermo habla de sus muchos libros, a los que él, en un arranque de modestia auténtica, llama apenas “mis apuntes”. Esta conversación rompe con un largo silencio que nuestro entrevistado se había impuesto en la prensa poblana.

Mario Alberto Mejía: Los políticos mexicanos no escriben. Son raras las excepciones. De los poblanos mejor ni hablamos. Usted es autor de más de veinte libros sobre temas jurídicos. ¿Cómo nace en usted el deseo de escribir?

Guillermo Pacheco Pulido: Los primeros apuntes que medio redacté fue porque me invitaron a dar clases en la facultad de leyes, en la universidad, y ahí impartí la cátedra de Derecho Romano. Ésta es una materia mucho muy difícil. El maestro que sustituí me dijo: “no va usted a entender lo que explica sino hasta después de cinco años”. Estuve cinco años y yo creo que no le entendí porque no llegué al sexto, ¿no? (Risas).

Ahí empecé a redactar apuntes. Mi propia profesión de abogado me hizo investigar diversos asuntos. Por ejemplo, cuando se dieron los problemas con la Banca me puse a estudiar todo un conjunto de leyes. Con todo ese material un día me dije: “de aquí puedo sacar un libro”. Y se fue haciendo.

MAM: ¿Cuál fue su primer libro?

GPP: El Secreto en la Vida Jurídica. Nació de un debate que hubo en la Cámara de Diputados sobre el secreto bancario. Una diputada de Acción Nacional y yo debatimos el tema. Ella era de Monterrey, Nuevo León. Estudié mucho todas las aristas. Despertó mucho interés ese libro por ver hasta dónde alcanza la secrecidad que ha ido modificándose. La intervención telefónica viola la secrecidad y una de las características que tiene el ser humano es la secrecidad, ¿no? Entonces la dignidad de la persona es violada continuamente porque se viola lo más íntimo que tiene, que son sus secretos, ¿no? De ahí nació ese primer documento.

MAM: Si su primer libro nació de una coyuntura al seno de la Cámara de Diputados, ¿cómo podemos entender su siguiente libro, que es Juicio Político?

GPP: Éste también tiene su origen en la Cámara de Diputados. El cargo público más importante, más impactante, que he tenido es el de haber sido diputado federal. Viví la intensidad de la Cámara. Fue muy satisfactorio. Muy riesgoso, pero muy intenso. A mí me tocó formar parte de la Comisión de Análisis en el caso de Díaz Serrano. Ése no fue realmente un juicio político, sino una Declaración de Procedencia. Y de ahí nació la idea que, por cierto, la he complementado ahora que se escucha hablar en todos lados de que se quite lo que se llama el fuero. Voy a ampliarlo porque es muy interesante hablar del fuero y del juicio político. Entre paréntesis te agrego: si las autoridades aplicaran la ley entenderían que no hay fuero. El fuero no existe. El fuero se le da a la institución, en este caso a la Cámara de Diputados.

El fuero de la Cámara de Diputados consiste en que no puede entrar nadie si no es con la autorización del presidente de la Cámara.

MAM: ¿Entonces qué protege el fuero de la Cámara a los diputados?

GPP: En que protege el desempeño de su cargo. Ese es el fuero: protege el desempeño de tu cargo. Todo lo que hagas que no sea desempeño de tu cargo, sale de la esfera del fuero. Por ejemplo, si al compañero diputado se le ocurre hacer del baño en los jardines del zócalo, eso no está en el desempeño de su fuero. Si el compañero diputado comete un delito, eso no está en el fuero. Debe ser detenido  por la autoridad de inmediato. ¿Qué es lo que pasa? Que la autoridad no entiende lo que es el fuero.

MAM: Entonces ha habido un abuso de la imagen…

GPP: Sí. Yo diría de dos partes: de la autoridad que no aplica la ley y de que se aprovecha de la ignorancia de la autoridad. Si la autoridad supiera y entendiera que el fuero se da sólo en el desempeño de una función, y el que goza de su fuero actúa fuera del desempeño de esa función, pues a la cárcel, ¿no? No necesitaría hablarse de declaración de procedencia ni de juicios políticos, ni de nada.

MAM. Más adelante, don Guillermo, usted escribe un libro sobre un tema que se puso de moda, si no me equivoco, a finales del siglo pasado: la mediación. Sobre todo en Europa tuvo un gran auge y ahora hay carreras específicamente sobre ese tema. ¿Cómo nace ese libro?

GPP: Efectivamente. De acuerdo con la globalización se busca que la justicia sea expedita, gratuita, pero, sobre todo, que sea rápida. Y la única forma en que la justicia sea rápida es utilizando lo que se llama “Medios alternativos de la administración de justicia”. Es decir: en lugar que se tengan los medios actuales —que son dilatados, costosos, absurdos— se busca que ahora todo se haga a través de sistemas alternativos. Entre ellos están la mediación, la conciliación y el arbitraje. Pero hablando específicamente del tema de la medición, ya se reformó la Constitución y, gracias a unos abogados de Puebla, se reforma la Conspicuo y se establece la obligación de legislar ya sobre mediación en materia obrera, en materia mercantil. Falta nada más en materia fiscal. Pero en todas las materias, en materia penal, por ejemplo, ya se metió la mediación.

En Puebla se logró un buen sistema de mediación. Parece que fue el gobernador Moreno Valle el que creó una nueva Ley de mediación, que es una de las cosas que hay reconocer.

Puedo decir que Puebla fue el primer estado que logró implementar con fortaleza la mediación. Y en las nuevas leyes se está utilizando mucho en ese sistema.

MAM: Vivimos en un ambiente en el que los abogados no escriben, salvo para sus litigios. Los abogados poblanos —con excepción de usted— no publican. No hacen análisis de temas jurídicos…

GPP: Lo que pasa es que la función del abogado —sobre todo del litigante, del juez, del funcionario— es absorbente. A mí me preguntaron una vez mis hijos que cómo le hacía para escribir. Les dije: “pues esperándolos que lleguen de las fiestas nocturna a donde van”. Y es cierto. A cierta edad me quedo esperando a los hijos. ¿Y qué hago? Me quedaba a escribir hasta las tres, cuatro, de la mañana que llegaban. Creo que a Oscar Wilde le preguntaban cómo le hacía para escribir tantos libros. Respondió con una frase muy bonita: “robándole horas al sueño”. Para escribir hay que robarle horas al sueño, a la diversión, a muchas cosas.

MAM: En Puebla hay una tradición de abogados que escriben. El famoso maestro Cajica fue creador de muchos códigos.

GPP: Sí, claro. Fue traductor de obras importantes. Su contribución más importante fue dar un conjunto legislativo en materia civil. Fundamentalmente podría afirmar que casi todos los códigos civiles de México son producto de él. La traducción de libros que hizo aquí en Puebla dentro de su actividad fue muy importante. El maestro Cajica fue de los reconocidos en materia internacional.

MAM: ¿Usted lo conoció?

GPP: Sí, cómo no. Ni tuve la suerte de que fuera mi maestro. Él impartía otras cátedras. Sin embargo, lo traté varias veces.

MAM: ¿Y cómo era? Daba la impresión de que tenía un ejército trabajando para sus libros.

GPP: Tenía sus propios investigadores, que eran los que junto con él lograban la elaboración de sus códigos, que es lo más difícil. Plasmar lo que se sabe en una ley de un código. Y él lo logró. Yo creo que su triunfo fue ése: lograr el impacto del código civil en todo el país.

MAM: Varios de los libros que usted ha escrito son libros de texto en escuelas de Derecho, don Guillermo.

GPP: Ahí sí no le voy contestar porque es vanidad, pero ya lo han citado algunos amigos. Algunos fragmentos los han citado otros abogados y ha habido alguna resolución en tribunales que han mencionado —para mi gran satisfacción— algún punto de vista de esos libros.

No es modestia, es una realidad. Para que mis apuntes sean libros ya me tendría que haber hecho rico. Cada libro, por cierto, normalmente tiene tres ediciones. La primera edición la compra mi señora. La segunda edición la compran mis hijos. Y la tercera la compro yo. (Risas).

MAM: ¿Cuál es su método de escritura? ¿Primero escribe a mano y luego lo pasa a la máquina?

GPP: Casi casi aprendí a escribir en la Cámara de Diputados. Por eso le dije al principio: lo más importante fue ser diputado federal. Ahí está hablando el orador y uno está captando lo que dice. Y al mismo tiempo le está uno contestando en la mente. Lo está uno haciendo en la mente. Tiene uno que ejercitarse en la rapidez mental porque de repente al líder se le ocurre: “Fulano, sube”. Y si uno no prestó atención al orador no sabe ni qué decir. Entonces cuando uno sube tiene que ser rápido en contestación y en el mensaje. Fue en la Cámara donde me acostumbré a escribir a mano. Todo es a mano.

MAM: ¿Cuánto tiempo tarda en el proceso de un libro normalmente?

GPP: Pues en realidad depende mucho también uno del trabajo. Como yo sigo litigando a veces no tengo tiempo de escribir. Ahora voy a sacar uno sobre la corrupción. Cuando ya escribiste viene otro problema: se llevan ocho meses en editarlo y cuando sale el libro ya pasó de moda.

 (Continuará).

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *