A la presentación del libro Sobre aguas turbulentas, de Sánchez Galicia, asistieron lo mismo priistas que panistas y morenistas

Por: Mario Galeana

A Enrique Doger, Alejandro Armenta y Humberto Aguilar Coronado —y a los otros tantos políticos distribuidos entre el público— los reunió anoche la presentación del nuevo libro del consultor político Javier Sánchez Galicia.

Y los reunió algo más: esa tragedia.

La tragedia de saber —con el peso que implica saber las cosas que de verdad se saben— que ninguno de ellos será gobernador. O no en lo inmediato. Quizá por eso la noche se llenó de tantos hubiera, ese pasado inútil.

Armenta llegó tarde —no es metáfora— y los otros dos, junto al autor, hablaron de política y de crisis y de cómo el presente ha hecho tan difícil distinguir una de otra.

—El morenovallismo ya no existe— soltó Humberto Aguilar, y luego se enrolló con la dialéctica del hubiera. Dijo que si alguien lo hubiera tomado en serio el PAN jamás habría apostado por Jesús Rodríguez Almeida para el interinato. Que si hubo alguien que se opuso a Rafael Moreno Valle fueron él y Ana Teresa Aranda, a la que pedía públicamente regresar al partido.

La susodicha escuchó atenta y se levantó desde las sombras de la segunda fila del público para responder. Algunos citan a Reyes Heroles o a Maquío o a Zapata o a Madero; Ana Teresa Aranda citó a la cantante Ana Belén para asegurar que no le duele lo vivido, sino la estupidez de dejar un estado distinto al que soñó, y que si hubiera la posibilidad de regresar al PAN ahí estaría.

Humberto Hubiera sonrió complacido y tomó el micrófono de vuelta. Relató que alguien engañó a Marko Cortés para que empujase como gobernador interino a Rodríguez Almeida, y no a él, que hubiera sido un excelente gobernador interino.

Luego habló de las coyunturas: como aquella que permitió que un político de 84 años como Guillermo Pacheco Pulido fuera nombrado, de pronto, gobernador.


—¡Ya ves, Enrique, ya sólo te faltan unos 20 años!


Cuando llegó su momento, Doger, que estaba sentado a su lado, insistió y replicó y sostuvo y subrayó que el resultado de la elección extraordinaria en Puebla no está definido y que incluso 65% de los ciudadanos votará en función del candidato y no del partido.

—Y yo, por si no te acuerdas, al menos ya fui presidente municipal, Humberto. No como otros, que han querido y han querido por años —le contestó, socarrón, y Humberto Hubiera se deshizo o fingió deshacerse a carcajadas.

Armenta era pura ausencia, salvo por los diputados que, en las sombras del público, aguardaban su llegada: Héctor Alonso, Raymundo Atanacio, Yadira Lira, Cristina Tello. Al final de la noche, el senador llegó, se tomó unas cuantas fotos, y dijo a los tres periodistas que lo esperaban que en Morena nada estaba decidido.

En algún momento de la noche, antes de su arribo, hizo una llamada telefónica que fue transmitida a través del micrófono y en la que quiso disculparse por la demora, pero fue ininteligible para la audiencia. Antes de cortar, el periodista Arturo Luna Silva, que sirvió como moderador de la presentación, quiso decirle:

—Oye, Alejandro, dice El Tigre que si no llegas va a ser Barbosa.

Pero del otro lado de la línea sólo hubo un pitido que marcaba el fin de la llamada: quizá el sonido mismo de la tragedia.

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