Disiento
Por Pedro Gutirérrez / @pedropanista

En estos días aciagos para el panismo nacional y local, con una evidente y trágica crisis institucional y de liderazgos –comenzando por Marko Cortés, quizá el peor perfil intelectual y político para un jefe nacional en toda la historia del blanquiazul–, vale la pena recordar a don Manuel Gómez Morin, quien fuera un prodigio político y técnico de la primera mitad del siglo XX, a poco más de 47 años de su lamentable fallecimiento. Ya era renocido como uno de los famosos siete sabios, esa generación de 1915 que compartió la historia con otros eminentes personajes como Vicente Lombardo Toledano o Alfonso Caso. De hecho, con Lombardo –poblano, teziuteco para ser exactos– compartió el mismo camino de creer en la institucionalidad a través de la fundación de un instituto político que compitiera electoralmente para derrotar el PRI autoritario. Y así fue, Vicente Lombardo fundó en 1948 el Partido Popular, que en 1960 devino en el famoso PPS, y Gómez Morín el PAN en 1939, el primero de izquierda –que no marxista-leninista– y el segundo, de derecha liberal. Recomiendo a los interesados leer el enorme libro de Enrique Krauze –hoy tan vilipendiado por algunos miembros de la 4T–, intitulado Caudillos Culturales en la Revolución Mexicana, en el que el autor hace un parangón en cuanto a las coincidencias entre ambos personajes, tan disímbolos ideológicamente, pero –al final– firmes creyentes de la vía institucional.

Que haya fundado al PAN en 1939 fue una de tantas aportaciones a la vida pública del país, pero no la única. Nacido en Batopilas (Chihuahua) el 27 de febrero de 1897, murió en 1972 dejando cimentado el partido político más cuajado de oposición al régimen revolucionario.

Antes que fundador de Acción Nacional, Manuel Gómez Morin fue un abogado brillante. Muy joven, ocupó la cartera de la Oficialía Mayor y la Subsecretaría de Hacienda; en 1926 fue uno de los redactores de la primera Ley de Crédito Agrícola, y bien vale la pena destacar este episodio en la medida que no pocos ignorantes tildan a Gómez Morin de ser un conservador de la época, siendo todo lo contrario: liberal por definición, creía ciegamente en la dignidad de la persona, las libertades civiles y también la justiicia social mediante la premisa del bien común.

Pocos saben que Manuel Gómez Morin fue rector de la Máxima Casa de Estudios, la Universidad Nacional; y no sólo eso, sino que encabezó los primeros esfuerzos para consolidar la autonomía de la universidad, conferida por decreto de ley del Congreso de la Unión. ¿Quién iba a imaginar, siguiendo el script de los trasnochados populistas mexicanos, que la autonomía de la UNAM se debe al fundador del PAN?

Otra institución formada, forjada y consolidada por nuestro homenajeado es el Banco de México. Dice Javier Garcíadiego que la misión de Gómez Morin en este tema no era la mera creación del banco central, sino la reingeniería completa del sistema financiero mexicano que estaba en la ruina despúes de la Revolución mexicana. Después de forjar la idea, el chihuahuense fue nombrado director del Banco de México, y en una misiva a José Vasconcelos le escribe:

“Naturalmente, la nueva designación me obliga a trabajar como burro y como no está remunerada, mi despacho está resintiendo las consecuencias. Pero el honor es positivamente enorme, las posibilidades de hacer cosas útiles son ilimitadas y yo estoy de verdad muy agradecido por la oportunidad que se me ha dado de intervenir activamente y ya sin el lirismo de discursos, en la vida económica de México”.

Dejamos al lector algunas frases del enorme constructor de instituciones al que hoy rendimos homenaje:

“Será más firme nuestra amistad cuando resulte de una convicción común que confirma ahora nuestra asistencia aquí con el unánime y exclusivo deseo de servir a nuestro país”.

(En relación a la fundación del PAN): “Recordar constantemente que aquí nadie viene a triunfar ni a obtener; que sólo un objetivo ha de guiarnos: el de acertar en la definición de lo que será mejor para México”.

“Las ideas y los valores del alma, son nuestras únicas armas; no tenemos otras, pero tampoco las hay mejores”.

“Que no haya ilusos, pues, y que no haya desilusionados”.

(En relación a la obtención del poder): “En cuanto a llegar al poder, basta recordar cuántos lo han alcanzado para el mal y cuántos lo han tenido para hacer nada. Lo importante no es el poder, sino aquello para lo cual debe servir el poder”.

Y, finalmente esta, que lo define casi a sí mismo como persona, en cuanto a su misión y visión en el ámbito de la vida pública:

“El dolor de los hombres es la única cosa objetiva, clara, evidente, constante. Y no el dolor que viene de Dios, no el dolor que viene de una fuente inevitable, sino el dolor que unos hombres causamos a otros hombres, el dolor que origina nuestra voluntad o nuestra ineficiencia para hacer una nueva y mejor organización de las cosas humanas”.