El candidato por Morena al gobierno del estado reconoció frente a alrededor de 300 comerciantes del mercado Hidalgo la “lucha histórica” de Rubén Sarabia Sánchez Simitrio.

Por: Mario Galeana

La fotografía del encuentro adquirió un tinte histórico, inédito: Miguel Barbosa estrechando la mano de Rubén Sarabia Sánchez, Simitrio. El candidato puntero en las encuestas estrechando la mano del líder comerciante más perseguido de los últimos años. El candidato puntero yendo, hablándole a los comerciantes del mercado Hidalgo, el corazón de la 28 de Octubre.

No ocurría en décadas. E, irremediablemente, de aquel momento fotográfico se pasó al parangón. Porque Barbosa estaba ahí, frente a unos 300 comerciantes y su líder, mientras Enrique Cárdenas y Alberto Jiménez Merino, los candidatos del PAN y del PRI, respectivamente, hablaban con los universitarios de la Ibero, una institución limitada a un sector con privilegios.

Aquí, los ambulantes, los outsiders, los perseguidos. Allá, los universitarios, los académicos, los investigadores… pero un grupo muy específico de universitarios, académicos e investigadores.

La Unión Popular de Vendedores Ambulantes (UPVA) 28 de Octubre no puso fácil la primera visita de Barbosa al mercado Hidalgo. Hubo cuatro rondas de preguntas a micrófono abierto donde se lanzaron solicitudes y reclamos por igual, pero Barbosa capoteó e hizo frente cada una de ellas.

A las preguntas las antecedió un discurso en el que el candidato a la gubernatura de Puebla por la alianza Juntos Haremos Historia resaltó la “lucha histórica” de Simitrio, a quien le han endilgado casi tantos delitos como al Chapo Guzmán.

—Su lucha es una lucha histórica. Su lucha significa el sufrimiento de un segmento de la población siempre sufrido, siempre atropellado, siempre explotado. Sí, el comercio ambulante siempre está en el ‘estira y afloja’ con la autoridad que permanentemente busca sacar beneficios de la debilidad institucional en la que ustedes desarrollan su trabajo.

Simitrio, que estaba a las espaldas de Barbosa, se limitó a asentir lentamente. El líder de la organización 28 de Octubre dio un mensaje inaugural en el que, con una voz pausada, que parecía arrastrar las palabras, dio a Barbosa la bienvenida al “centro de trabajo que, además, ha sido el centro de muchas batallas”: el Hidalgo.

—Siempre eres bienvenido. Tenemos certeza de que con la medida de la congruencia política que observas podrás garantizar un gobierno de todos, para todos —pronunció el líder.

Cuando fue el turno de Barbosa, dijo a esa multitud de comerciantes que conocía sobre su sacrificio y sobre “todo el embate que han sufrido desde el poder”. Un aplauso tímido sonó entre el grupo de vendedores más cercano al podio y entonces el candidato cerró:

—Yo creo que ustedes han sido objeto de engaños, de promesas incumplidas. Yo les pido su voto. Si no quieren no me aplaudan. No me digan nada. Yo soy capaz de contestar las preguntas más duras, siempre y cuando no nos ofendamos. Porque si me ofenden… les voy a contestar, ¿de acuerdo?

La multitud respondió con risas.

LA SOMBRA DEL CRIMEN

En el corazón de ese mismo mercado se cometió un feminicidio. Ocurrió la mañana del 29 de junio de 2017. La víctima fue Meztli Sarabia. Y la sombra de ese crimen aún corre por el mercado Hidalgo, porque sólo se ha presentado a un presunto responsable material por el asesinato.

Ese ha sido el crimen más brutal en los últimos años acontecido en el Hidalgo. Pero tan sólo a unos metros se erige el mercado La Unión, donde la nota roja de los periódicos locales ha consignado no pocas desapariciones, además de otro tipo de actos de delincuencia organizada.

En algún momento de los últimos años, el crimen anidó en los mercados. La cloaca la destapó el mercado Morelos, donde se encontró una fosa clandestina y restos humanos, además de armas y droga. Las autoridades no vieron o no quisieron ver que allí, entre esos muros donde se simulaban comercios de fruta o ropa o carne, se ofrecía mariguana, cocaína… rifles, balas.

Barbosa lo sabe. Y lo reconoció ante los comerciantes. Sin embargo, atribuyó el crecimiento delictivo del crimen a una suerte de diversificación de las formas del delito generada por el combate al robo de combustible.

—Hoy que el huachicol ha sido controlado, hoy esas bandas se dedican al narcotráfico, al secuestro, al sicariato, al cobro de derecho de piso y a muchas otras cosas. Ustedes son objeto de mucha presión por formas de criminalidad… y nosotros lo sabemos.

La multitud se sumió en el silencio. Ya corría la ronda de preguntas. Doce comerciantes tomaron la palabra para preguntar a Barbosa sobre los temas más diversos: corrupción, endeudamiento, crimen, defensores de derechos humanos, regulación del comercio. Por supuesto, en esa cascada de temas alguien pronunció el nombre de Meztli, para quien Barbosa prometió justicia.

—Claro que vamos a encontrar a los responsables. Y ese compromiso lo hago con sus padres. Claro que sí.

Barbosa volteó hacia Simitrio y Rita Amador, los padres de Meztli, y les dijo más cerca: —Comprometido con ustedes.

El candidato por la coalición Juntos Haremos Historia optó por no prometer ni descartar nada respecto a la regulación del comercio informal.

—Vamos a dialogar y cuando el diálogo se esté agotando vamos a seguir dialogando. Yo espero racionalidad de todos, ¿de acuerdo? Porque la racionalidad es la fuente de la solución. Espero que nunca se acabe lo racional, pero nunca habrá de mi gobierno ni un perseguido o un golpeado.

Al paso de preguntas y preguntas, la sesión de micrófono abierto fue convirtiéndose en una ronda de peticiones para el candidato. Una mujer con cáncer pedía que los hospitales en donde se atiende a otras féminas con este padecimiento realmente funcionaran, y luego fue deshaciéndose en llanto. Antes de que la mujer dejara el micrófono, Barbosa le pidió que lo esperara al final, que su esposa Rosario hablaría con ella.

Al final, Barbosa se despidió de Simitrio con el mismo apretón de manos, y luego de Rita, con quien comparte el liderazgo de la organización, y con el resto de los comerciantes. El encuentro histórico llegaba a su fin bajo el sol plomizo del mediodía.