Por: Staff 24 Horas Puebla

Hace tres años, Lydia Cacho Ribeiro, periodista y defensora de derechos humanos, escribía una carta a su torturador. La misiva difundida en una columna estaba dirigida a José Montaño Quiroz, uno de los policías detenidos a quien señaló como la persona que acató la orden del entonces gobernador Mario Marín Torres de torturarla.

“Cuando mis abogados me hicieron saber que usted, el comandante José Montaño Quiroz, fue detenido en el aniversario de mi tortura ordenada por el ex gobernador de Puebla Mario Marín, avalada por miembros de la cúpula del PRI Nacional y en connivencia con la red de empresarios pedófilos, supe que comenzaría una nueva etapa del interminable viacrucis de toda víctima torturada por autoridades, ya sean policiacas o militares”, escribió en su columna Plan B reproducida en la revista Emeequis.

En ese texto, Cacho Ribeiro relató que necesitó ir a terapia y cómo “el arma, los abusos, las amenazas, las condiciones para salvar la vida” habían quedado indelebles en su memoria.

A lo largo de la carta, la autora de Los demonios del Edén hace un recuento de la corrupción y el influyentismo a los que se enfrentó como víctima, en referencia a cómo la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) absolvió al ex gobernador priista.

Ese influyentismo que implicó hace años que la Suprema Corte de Justicia de la Nación se decantara por los desechos de los poderosos, red de tratantes de niñas y niños y de gobernadores blanqueadores de dinero.

La periodista advierte a Montaño Quiroz que aunque pasen 10 años más no se detendrá para obtener justicia, en tanto, consideró un avance retar a las instituciones y a forzar a los funcionarios a implementar y administrar justicia en lugar de orquestar impunidad a modo.

“Mientras usted está en prisión con abogados pagados por los empresarios que le dieron órdenes de torturarme, yo estoy libre, trabajando, escribiendo, sana y salva de nuevo. Estoy segura de que ganaremos; la evidencia de tortura es irrefutable”.

Cacho Ribeiro le dice al ex policía que su estancia en prisión formará parte de su historia, en la cual se demostrará que no saldrá impune la policía mexicana que torture, que asesine a periodistas y activistas.

Así, señala que, mientras él tiene redes de impunidad que lo protegen, ella y las personas que la han acompañado tejieron “redes de justicia”, mismas que sentarán un precedente jurisprudencial.

“Yo ya lo he perdonado, no deseo un sentencia por sed de venganza, la deseo para que nadie, nunca más más, pase por lo mismo que yo he pasado por darle voz a las y a los otros; por decir la verdad, por ejercer la libertad de prensa y asumir la defensa de los derechos humanos, por saberme libre en un país donde los cobardes pretenden aniquilar las libertades”, concluye la carta.