Aunque el avance de la tecnología plantea inquietudes en si ésta nos reemplazará, el autor propone una visión que compite y le gana: hacer lo que no pueden las máquinas, es decir, ser creativos.
Por: Omar Gutiérrez Peral
Nuestra relación con la tecnología es en la actualidad compleja y contradictoria: por un lado, celebramos la aparición de nuevos métodos y técnicas en medicina que, apoyados por tecnología, ofrecen tratamientos antes impensables, por otro, nos lamentamos por la vida que perdemos encadenados a las pantallas de nuestros dispositivos personales.
Sentimos alivio cada vez que una herramienta nos ayuda a cumplir nuestro trabajo con mayor rapidez y, poco tiempo después, nos sorprendemos con pensamientos amenazantes alimentados por la idea de que pronto habrá una máquina capaz de sustituirnos.
¿Existe alguna alternativa a este destino fatal? ¿Estamos condenados a ser desplazados por máquinas? En mi opinión, la respuesta se puede rastrear hasta mucho tiempo atrás, cuando en 1486 Pico della Mirandola escribiera su oración por la dignidad humana, afirmando que el hombre fue dotado desde su nacimiento de las semillas de todas las formas.
Esta naturaleza indeterminada, inconclusa, nos obliga a crearnos y recrearnos, y al mismo tiempo, a inventar nuestro mundo, lo hemos hecho desde siempre.
Por lo anterior, frente al miedo de ser superado por la máquina, nos conviene recordarnos que, si hay algo que nos distingue de cualquier otro ser, es nuestra capacidad creadora, esa que nos permite proponer soluciones inéditas a problemas complejos y también nos brinda la capacidad de imaginar nuevos mundos, elevándonos por encima de la simple puesta en práctica de hábitos y rutinas.
Así, cuando un estudiante de Arquitectura, o Derecho, o Contaduría, me pregunta si una máquina podrá, no ya quitarle el trabajo, sino la oportunidad de encontrar alguno, mi respuesta es siempre la misma: propón soluciones a los problemas, crea nuevas respuestas a las necesidades, imagina nuevos escenarios, hasta donde sé, ninguna máquina es capaz de imaginar.
Y lo mismo aplica para usted y para mí en nuestros entornos, si ha llegado al punto en que su día consiste en repetir sin pensar las mismas fórmulas para resolver sus asuntos, puede que haya manera de conseguir una máquina capaz de reemplazarlo, y me aventuro a señalar que una vida así, dentro o fuera del ámbito laboral, puede ser resuelta por medio de la automatización sin mayores complicaciones.
Pero, no pretendo en estas líneas ser pesimista, le propongo probar lo estimulante que resulta concentrarse en crear. Y aquí hago un paréntesis para señalar que, lo rutinario, aunque árido, es necesario, y si puede conseguir ayuda, mejor.
¿Ve hacia dónde me encamino? Sí, creo que la tecnología puede ser la encargada de resolver lo técnico y dejarnos tiempo para concentrarnos en algo más.
¿Terminó antes de lo esperado una actividad porque una app le ayudó a disminuir el tiempo que tardaba habitualmente? Usted decide si lo próximo que hace es tumbarse en el sillón a beber refresco y perderse en una pantalla o, por el contrario, se anima a resolver esa pregunta que le ha estado dando vueltas en la cabeza, o probar esa idea que tiene desde hace mucho y, por falta de tiempo, no lograba experimentar.
Desde la perspectiva que le propongo, la tecnología se convierte en un medio, un apoyo que nos allana el camino y lo libera (al menos un poco) para emplear nuestro tiempo en cosas de mayor envergadura, pero esto no es algo dado, usted y yo debemos tomar el control de la situación.
Debemos ser conscientes y cuidadosos de los usos que damos a la tecnología a nuestro alcance. A fin de cuentas, nosotros y no ella somos el problema detrás del ciberacoso, la tendinitis, la nomofobia, y otras tantas consecuencias negativas cuando se deja que tome el control.
Por el contrario, cuando aprovechamos una conexión a Internet para obtener información que usaremos en la construcción de una propuesta de solución a un problema, cuando aprovechamos las redes sociales para establecer contacto con personas que pueden nutrirnos a través de sus publicaciones, cuando utilizamos nuestros dispositivos para difundir conocimiento valioso, estamos tomando decisiones que nos ponen en control.
Termino formulándole una pregunta: ¿Qué hará usted, amable lector, dejar a la tecnología en control, o tomar el control de la tecnología?
